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ENTREVISTA ANÁLISIS

«El alza del teletrabajo beneficiará a las zonas alejadas de las urbes»

«El alza del teletrabajo beneficiará a las zonas alejadas de las urbes»

«El alza del teletrabajo beneficiará a las zonas alejadas de las urbes»

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El economista Santiago Niño-Becerra publicará en catalán, lengua que habla, pero que no escribe, su nuevo libro: Futur, quin futur? Claus per sobreviure més enllà de la pandèmia, que se incorporará al sello editorial Pòrtic, de Grup 62. Conocido como uno de los únicos economistas que acertaron al diagnosticar una crisis de proporciones sistémicas en su primer libro, El crash del 2010, ahora lanza sus predicciones para las próximas décadas.

En Futur, quin futur?, usted afirma que, debido a la expansión y consolidación del teletrabajo, gran parte de las personas que trabajan en los centros urbanos no volverán a sus antiguos edificios; y que ocurrirá lo mismo con los estudiantes universitarios. ¿Cree que este hecho podría perjudicar al área metropolitana de Barcelona y beneficiar, en cambio, a las ciudades pequeñas o zonas rurales bien dotadas de conexión a internet? Claramente: sí. Y hay pruebas de esa tendencia. De hecho, en EEUU ya se está produciendo un desplazamiento creciente de trabajadores a las zonas rurales y costeras, jóvenes, sobre todo, que quieren trabajar online.

En Catalunya, las empresas tienen una cultura más presencialista, pero muchos jóvenes, en las entrevistas de trabajo, anteponen poder trabajar de forma telemática a percibir un buen salario. Evidentemente esta tendencia irá favoreciendo a las localidades más alejadas de los grandes núcleos urbanos.

Hay dos sectores sociales, los jóvenes y los mayores de 50 años sin conocimientos especializados en los aspectos que hoy requiere la demanda de trabajo, que serán las principales víctimas del nuevo período. ¿Les aconsejaría que tomaran algún tipo de medida? Hoy, la demanda de trabajo cada vez busca o necesita a profesionales más especializados, más flexibles, más adaptados, y más capaces.

En cambio, cada vez importa menos cómo y dónde han obtenido los conocimientos que se requieren. Hoy un profesional debe estar en permanente estado de reciclaje de sus conocimientos. Por ello, es necesario tener acceso a la información necesaria, pero también capacidad para entenderla y asimilarla. Sin duda habrá quien se quedará al margen.

En pocos años, afirma usted, “la tecnología será omnipresente y ocupará todos los órdenes de la vida”. ¿Los pequeños fanáticos de la tecnología, como los pioneros de Silicon Valley, seguirán existiendo y podrán competir desde un garaje con los gigantes tecnológicos? Precisamente por esta omnipresencia de la tecnología, cada vez será más caro diseñar, construir y acceder a la tecnología punta.

Ésta será la que marcará la diferencia en competitividad porque permitirá aumentar la productividad. La figura de un par de amigos genios dibujando tecnologías disruptivas en un garaje creo que ya es parte de la historia porque pertenece a los inicios de un proceso que cada vez necesita más inversión.

En su libro dice que con la crisis ininterrumpida que hace tiempo que sufrimos “se ha generado un abismo entre ricos y pobres, mientras se acentúa la progresiva desaparición de la clase media”. ¿Cree que este cambio durará muchos años? ¿Podría reducirse o ampliarse con el tiempo? En EEUU, en 1928, el 1% más rico de la población controlaba el 28% de la riqueza. Después de la Segunda Guerra Mundial y las políticas redistributivas desplegadas a nivel federal, este porcentaje se redujo hasta el 7,5% en 1973. Hoy ese 1% más rico controla el 34% de la riqueza.

La clase media fue un invento de la posguerra mundial para hacer crecer el estatus de una clase obrera deprimida.Y funcionó porque los ricos estuvieron dispuestos a pagar más impuestos para comprar la paz social y alejar el “peligro rojo”. Hoy la tecnología necesita más capital, y por eso se tiende a concentrarlo. Al mismo tiempo, son cada vez menos necesarias las horas de trabajo y en consecuencia hay menos demanda.

La desigualdad crecerá, por lo que es inevitable poner en marcha una renta básica.

Dice usted que el crecimiento de las microempresas y corporaciones será imparable. ¿La empresa pequeña y media tendrá algún tipo de subsistencia? Esta tendencia natural hacia la concentración del capital tiene un corolario: la tendencia al oligopolio, que no es nada nuevo.

Consustancialmente, el sistema capitalista tiende hacia el monopolio porque lo más hábil y sagaz, según su propia filosofía, acabará imponiendo a toda la competencia. Hoy, por la complejidad financiera y tecnológica, el monopolio no es posible, pero sí lo es el oligopolio con reparto de zonas de influencia. A partir de aquí, y por lo que comentaba antes, el escenario estará constituido por un pequeño conjunto de oligopolios y a un grupo de pymes que trabajarán para estas grandes corporaciones. Entre unos y otros, habrá expertos en temas concretos.

¿En el campo de las corporaciones gigantescas, usted dice que su poder será mayor que el de Estados Unidos. ¿Se refiere a estados pequeños como España, o a estados grandes como Alemania o Japón? A nuestros lectores les digo: Quédense con un dato. En 2019, la suma de la facturación de las veinte mayores empresas del planeta superó el PIB del Reino Unido. A partir de ahí...

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