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ECONOMIA

El aumento de costes favorece iniciativas de comercio directo entre agricultores y clientes

Los productores agrícolas ven tan recortados sus márgenes que muchos temen por la viabilidad económica de sus empresas || Se popularizan nuevos modelos de venta directa que eliminan intermediarios

Dos trabajadoras de Freshis junto a Lluís Puig, fundador y CEO de la empresa.

Dos trabajadoras de Freshis junto a Lluís Puig, fundador y CEO de la empresa.TONI ARESTÉ

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La elevada inflación que castiga a Occidente desde hace más de un año está provocando un aumento de los costes de producción en la mayoría de sectores económicos. En el agrícola, los productores ven tan recortados sus márgenes de beneficio que muchos temen por la viabilidad económica de sus empresas. Sin embargo, la coyuntura actual está propiciando la aparición de iniciativas de comercialización de productos de alimentación de proximidad de manera directa.

De esta forma, los productores logran llegar al consumidor final sin la necesidad de pasar por tantos intermediarios o distribuidores. Es el caso de empresas como Freshis (ver desglose), así como de iniciativas como La cistella de Ponent y Som la bomba. También marcan ejemplo varias empresas familiares leridanas que han conseguido diferenciar sus productos y venderlos directamente al consumidor.

Es el caso de la fruta de temporada de Sabor de Seròs, la miel de Can Toni o las mermeladas y zumos de Cal Violí. La cistella de Ponent es un proyecto rural nacido a raíz de la pandemia con el objetivo de dar valor a la figura del agricultor y a los productos de temporada y de proximidad del territorio. Reivindican un comercio justo de calidad, con una conexión directa entre productor y consumidor.

Ofrecen un proceso de compra online y de entrega a domicilio. Por su parte, la plataforma digital Som la bomba ofrece más de 3.200 productos de kilómetro cero y propone una cesta de alimentos saludables de proximidad, con carne y pescado frescos y frutas y verduras ecológicas y de temporada, por 30 euros. Según la responsable de operaciones de la compañía, Mònica Rebollo, “con esta cesta queremos demostrar que es posible ofrecer a la ciudadanía productos frescos y de la máxima calidad pese a la inflación que estamos viviendo”.El Índice de Precios del Consumo (IPC) interanual en la provincia de Lleida descendió 2,2 puntos en septiembre.

La cifra sigue por encima de los 10 puntos y Lleida es la provincia catalana más inflacionista. La inflación estatal en septiembre fue del 8,9%, un dato 1,6 puntos mejor que el de agosto. Se trata de la mayor caída en un mes de septiembre desde que empezó la serie histórica en 1961.

Aun así, el precio de los alimentos se disparó hasta el 14,4%, el mayor crecimiento interanual desde que empezaron los registros en 1994. En Catalunya, la comida y bebidas no alcohólicas se encarecieron un 12,9% respecto al año pasado.En el sector agrícola advierten que el gran salto de precio en la cadena de valor tradicional lo marcan las distribuidoras, ya que son las que fijan un precio final al consumidor. En muchos casos, llegan a doblar el precio por el que compran el producto al agricultor.

Algunos productores también critican el modelo de venta a resultas, que muchos supermercados mantienen. Consiste en que los agricultores venden sus productos a las distribuidoras sin saber el precio que cobrarán por los mismos hasta pasados dos o tres meses de la entrega. Con los gastos extra que supone la preparación de la próxima campaña de fruta, este modelo resulta inviable para muchos productores, que se ven obligados a solicitar pólizas bancarias para sufragar todos los gastos que tienen por adelantado.

Josep Maria Teixidó, propietario de la empresa familiar Sabor de Seròs, asegura que “el precio al que vendemos la fruta en el almacén es muy inferior al de los supermercados, pero eliminando a los intermediarios nosotros recibimos bastante más y de manera inmediata, de manera que tenemos un pequeño margen para cubrir costes”. También advierte que las heladas del pasado invierno han provocado que la producción de esta campaña no supere el 25%, en la mayoría de casos. “Como los costes fijos se mantienen, si producimos menos quilos salimos perjudicados.

Hoy en día, producir menos de 200.000 quilos de fruta por temporada no sale rentable. Al tener un margen tan reducido, muchos agricultores notaríamos una gran diferencia cobrando solo cinco o seis céntimos más por kilo”, concluye.

Freshis elimina intermediarios en beneficio de agricultores y clientes

Freshis es una startup que nació en 2020 fruto de un estudio de las ineficiencias de la cadena de valor agrícola tradicional, como la presencia habitual de entre tres y cuatro intermediarios o la media de entre cinco y nueve días entre que se recolecta un producto y llega a casa del consumidor.

“El sector agrícola tiene mucho potencial, pero no ha evolucionado en los últimos cien años”, asegura Lluís Puig, CEO de la empresa que desde su fundación ha servido más de 18.000 pedidos de un tique medio de 48 euros. Freshis realiza comandas a sus productores, las recoge el mismo día y la mañana siguiente están disponibles para repartir. Además, cuentan con una opción de envío en menos de una hora.

Por tanto, en muchos casos no pasan ni 24 horas desde la recolección hasta que los frescos llegan a la mesa del cliente. La fruta tiene así una calidad mucho mayor porque se puede coger madura, con más nutrientes y sabor. De momento, Freshis opera en Madrid y Barcelona.

Quieren ampliar el modelo a otras dos ciudades españolas para, más adelante, dar el salto internacional en Alemania.

Tres de los productores con los que la empresa trabaja son leridanos

La startup cuenta con una red de más de 50 productores nacionales, de los cuales tres son leridanos. Son SAT Fruita d’Alcarràs, con los que comercializan pedidos semanales de entre 50 y 500 kilos de frutas de hueso como melocotones, cerezas, albaricoques y nectarinas; Cal Modest de Tornabous, que producen diferentes variedades de manzanas y peras en su finca de 62 hectáreas; y Know Jou, empresa de Torrefarrera especializada en el cultivo ecológico de higos, brevas y paraguayos, entre otros.

Para elegir a sus proveedores, en Freshis valoran muy positivamente que el producto sea local, de proximidad. También tienen en cuenta la especialización de los productores en alguna categoría y la diferenciación que puedan darle a su producto, así como el control sobre la estructura de costes de cada empresa.

«Cada vez se valora más el producto de proximidad»

Toni Aresté es el propietario de Mel Can Toni, una empresa familiar leridana especializada en la producción de diversas variedades de miel, polen y jalea real que tiene cajas de abejas en un radio de más de 350 km. El 30% de su negocio consiste en la venta directa al consumidor.

Lo hace personalmente, a través de su red de contactos, y en el Mercat de l’Hort de Lleida. “En muchos casos, los clientes hacen pedidos grandes y vienen una o dos veces al año a buscar la miel, porque se puede conservar fácilmente. Creo que cada vez se valora más el producto de proximidad, sobre todo a raíz de la pandemia”, indica.

Aresté vende la mayoría de su producción a diferentes cadenas de supermercados leridanas. “El 80% de mieles que encontramos en los supermercados son productos importados y pasteurizados. En Catalunya hay unas 80.000 cajas de abejas, y cada una produce unos 20 kg de miel anuales.

No se llega a satisfacer toda la demanda interna y hay que importar”, añade.

«El precio de la fruta en las tiendas es escandaloso»

Sabor de Seròs es una empresa agrícola familiar que cultiva diferentes variedades de fruta fresca de temporada. En su almacén embalan y mantienen la fruta que venden en mercados centrales de exportación, supermercados y directamente al consumidor. Según Josep Maria Teixidó, "la filosofía importante es que hay que cuidar al cliente y darle un trato personal. Es escandaloso ver el precio de la fruta en tiendas, porque los productores no recibimos ni la mitad y cargamos con todos los costes. El gran salto de precio en la cadena de valor lo marcan las distribuidoras, las únicas que pueden fijar los precios. En el último año, nuestros costes han subido diez céntimos por kilo hasta llegar a los 40, y cobramos la fruta a unos 55 céntimos. En cambio, en los supermercados siempre se encuentra mucho más cara. La venta directa en el almacén nos sirve para poder obtener más ingresos inmediatos, y el cliente recibe un producto de calidad a un precio inferior que el de los supermercados."

«No sé cuánto podremos aguantar esta inflación»

Cal Violí es la empresa de la familia de Marcel y Àngel Baró. Llevan generaciones cultivando sus plantaciones para confeccionar y distribuir su fruta en mercados centrales. En 2004 decidieron transformar parte de su explotación en mermeladas y zumos 100% naturales y artesanos. "La mayoría valora mucho el producto de proximidad. Hemos conseguido fidelizar clientes que vienen entre una y dos veces al mes a comprar en nuestro obrador de Seròs", asegura Marcel. "También vendemos a cadenas de supermercados, que nos diferencian como 'km 0' y nos dan la oportunidad de llegar a muchos sitios con un solo intermediario. Además, una pequeña parte de nuestro negocio consiste en la venta online", añade. Han tenido que subir los precios un 9% debido al aumento de costes, pero estos les han subido un 22% en un año. "Hemos instalado placas solares y somos autosuficientes energéticamente, pero no sé cuánto tiempo podremos aguantar con una inflación tan elevada", concluye.

Dos trabajadoras de Freshis junto a Lluís Puig, fundador y CEO de la empresa.

Dos trabajadoras de Freshis junto a Lluís Puig, fundador y CEO de la empresa.TONI ARESTÉ

Dos trabajadoras de Freshis junto a Lluís Puig, fundador y CEO de la empresa.

Dos trabajadoras de Freshis junto a Lluís Puig, fundador y CEO de la empresa.TONI ARESTÉ

Dos trabajadoras de Freshis junto a Lluís Puig, fundador y CEO de la empresa.

Dos trabajadoras de Freshis junto a Lluís Puig, fundador y CEO de la empresa.TONI ARESTÉ

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