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El 26% de explotaciones agrícolas, en manos de mujeres, que ganan terreno en el campo

Recortan distancia respecto a los hombres en el relevo generacional

Más presencia en la dirección de las cooperativas, grandes empresas y asociaciones del sector, pero todavía muy escasa

La Teresa s’ha implicat des que era petita en la cura de les ovelles de la granja familiar.

Teresa se ha implicado desde que era pequeña en el cuidado de las ovejas de la granja familiar.

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REDACCIÓN

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Una de cada cuatro explotaciones agrícolas leridanas están en manos de mujeres. Son el 26,7% del total, según los últimos datos del departamento de Acción Climática. Las agricultoras propietarias son minoría, pero recortan distancia respecto a los hombres, algo que se explica en buena medida por el relevo generacional en el campo. Diferentes datos apuntan en esta dirección. Así, la diferencia entre ambos sexos se ha reducido en un 1,5% porque el cierre de explotaciones propiedad de hombres ha sido mayor que el de mujeres. Por otra parte, ellas suponen actualmente la mitad de las nuevas incorporaciones al sector agrícola y las cifras en materia de formación apuntan a una tendencia en ascenso: en 2016, las alumnas en las escuelas de capacitación agraria eran una de cada cuatro matriculados, mientras que en 2020 eran ya una de cada tres.

El empleo en el sector agrario se cuantifica en un 80% de hombres frente a un 20% de mujeres. Sin embargo, en las cooperativas es prácticamente paritario, con un 46,1% de empleadas a nivel de Catalunya, según datos de la Federació de Cooperatives Agràries (FCAC). Las mujeres son el 23,5% de las socias de las cooperativas de primer nivel y sociedades agrarias de transformación (SAT), mientras que ocupan el 20,7% de los puestos de gerencia, un 9,5% más que en 2021. Su presencia al frente de cooperativas, grandes empresas y asociaciones del sector agrario crece, pero todavía es escasa. Según la FCAC, solo 7 de 187 cooperativas agrarias tienen en Catalunya una presidenta al frente, de las cuales dos están en las comarcas de Lleida. En 2019 no había ninguna en las comarcas leridanas, pero sí hubo algunos precedentes en años anteriores. Montse Baró, presidenta de la asociación empresarial Afrucat, afirma que “la mujer siempre ha estado presente en el sector agrario, pero no es hasta ahora que empieza a estar al frente y tiene visibilización”. Añade que “la transformación digital y tecnológica favorecerá esta tendencia”.

“No es fácil, pero tengo claro que este es mi futuro”

Teresa Montanuy es hija de una familia de ganaderos de ovejas de Estorm, en el Pallars Jussà. Tiene 22 años y está estudiando veterinaria en Lleida, pero tiene muy claro que su futuro está al frente de la explotación familiar, en la que ha estado involucrada en el cuidado y manejo de los animales desde pequeña. “Muchas veces dar este paso es algo que se antoja difícil, porque es un trabajo duro, pero cuando sabes que es lo que quieres tienes que hacerlo”, explica. 

Esta joven, que también es la responsable sectorial de ganadería ecológica del sindicato JARC, reivindica su decisión de quedarse en el pueblo donde nació y el importante papel de la mujer rural para combatir la despoblación. Sin embargo, critica que es muy complicado sacar un negocio adelante si no se cuenta con el apoyo necesario por parte de las instituciones. En este sentido, critica el “exceso de burocracia” a la que se tiene que enfrentar los ganaderos para solicitar permisos o cualquier tipo de ayudas. Asimismo, denuncia la dejadez respecto a las infraestructuras en las zonas de montaña. “Pensando desde el punto de vista de empresa, si yo, por ejemplo, no tengo una carretera adecuada para transportar el ganado, no tengo nada”, dice. En cuanto al papel de la mujer en el campo, cree que a veces se le exige “demostrar” más sus conocimientos que a los hombres.

“Cada vez hay más presencia femenina”

Marta Verdes, licenciada en Trabajo Social, dejó su empleo en Lleida para ponerse al frente de la explotación frutícola que su familia tiene en Almenar. Lo hizo tras quedarse embarazada de su primer hijo, una época que coincidió con la jubilación de su padre. “Mi hermano optó también por orientar su carrera profesional en otra dirección, y yo decidí dar un golpe de timón a la mía y coger las riendas de la finca, porque eso me permitía centrarme en lo que yo quería en ese momento, poder disfrutar de mis hijos”, explicó. Marta afirmó que durante este camino jamás encontró barreras por el simple hecho de ser mujer y celebró que, “afortunadamente, cada vez hay más presencia femenina” en un sector que históricamente ha estado muy masculinizado. 

Considera que es algo positivo, porque ayuda al arraigo territorial. Pese a que esta agricultora se declara “muy orgullosa de su labor” y asegura que “le encanta poder continuar con el legado familiar”, cree que el momento que atraviesa el campo hace que se encuentre en una situación “agridulce”. “Es un trabajo muy sacrificado, y la incertidumbre de no saber si en un futuro voy a poder recoger la fruta o no conocer con antelación lo que voy a cobrar por ella me angustia a diario”, aseveró. Por eso, concluyó, “mis hijos serán libres de decidir si quieren seguir aquí o no”.

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