AGRICULTURA CULTIVOS
Lleida ha duplicado la superficie de olivos en riego desde 2008, única con cosecha segura
Este año, porque la sequía ha arruinado la producción, que esta campaña será la más baja desde 2011
Apenas se estima en 5.500 toneladas, frente a un máximo de 11.471 alcanzado en 2009
La grave sequía que está padeciendo el campo de Lleida pone de manifiesto la necesidad de que las explotaciones puedan asegurarse en la medida de lo posible el agua para sus fincas. El sector oleícola es un ejemplo de apuesta por el regadío, allí donde existe posibilidad de conectarse a canales disponibles, en Lleida. La superficie de fincas en riego prácticamente se ha duplicado en la provincia desde el año 2008. Entonces los payeses cultivaban 5.536 hectáreas con el agua asegurada, mientras que en 2022, último dato oficial disponible, la cifra se eleva a 10.577. Paralelamente, las fincas de secano se han reducido de las 36.696 a las 26.009 en este período. La reducción en este sistema de cultivo se debe a payeses que han hecho transformaciones en sus explotaciones hacia el regadío, en una parte, y al abandono de otras fincas por parte de agricultores sin relevo generacional o que han decidido dejar el cultivo si no pueden contar con agua asegurada, entre otras razones.
De hecho, de las 10.577 hectáreas en riego, la conselleria de Acción Climática especifica que solo 9.221 se consideran ductivas. Es decir que aún existe una parte de olivos jóvenes plantados en esta superficie que comenzarán a dar aceitunas en los próximos años.La producción de aceite de oliva en Lleida caerá hasta las 5.500 toneladas, según las últimas previsiones de la Generalitat, por debajo de las 6.029 del año pasado y que ya fue muy mala. Se trata la cifra más baja desde 2011, cuando la cosecha también fue pésima y se limitó a 5.343 toneladas también por un episodio de grave sequía. Para dar una idea de las magnitudes del problema para los agricultores, en 2021 llegaron a sacar al mercado 10.009 toneladas y en 2009 se alcanzó el récord del período analizado, con 11.471. La baja cosecha de este año, además, se concentrará fundamentalmente en la superficie de regadío, mientras en los secanos la situación es extremadamente difícil. De hecho, estos días de plena recolección de aceitunas se pueden ver olivos cargados de frutos y otros con una situación diametralmente opuesta por haber podido contar o no con agua. En un contexto de sequía como el actual, crecen las demandas de los agricultores para acelerar inversiones para ampliar las zonas regables. Así ocurre, por ejemplo y como publicó SEGRE, por parte de bodegas situadas en Les Garrigues que demandan agua.
De prácticamente cero a 8.000 kilos por hectárea
Francesc Xavier Miarnau es un ejemplo de agricultor que ha visto cambiar diametralmente su finca de olivos. Empezó la plantación en su finca de Aitona en 1999 y desde entonces ha tenido que estar salvando año tras año los árboles. Primero, porque las heladas de 2001 dañaron la explotación. Después, porque para salvarlos de los diferentes períodos de sequía ha tenido que regarlos con cubas pagando un alto coste. Desde la puesta en marcha del agua de la primera fase del sector 13 del Segarra-Garrigues, el año pasado consiguió una producción de unos 6.700 kilos de aceitunas por hectárea. Este año confía en superar los 8.000 o incluso llegar a los 9.000. El agricultor ha empezado ya a envasar el aceite de la campaña con su propia marca, tras la molturación en la cooperativa de La Granadella. Sobre los precios de venta, prevé comercializar la garrafa de 5 litros a entre 45 y 47 euros, frente a los entre 30 y 35 en que terminó la pasada campaña. Explica que el sector se enfrenta a costes de producción muy elevados. Por ejemplo, el coste de recolección manual de un kilo de olivas es de 30 céntimos y para conseguir un kilo de aceite con los rendimientos actuales de inicio de campaña se necesitan 8 de aceitunas. Es decir, son 2,40 euros solo de recolección. Con cosechadora en fincas intensivas es más barata, 10 céntimos por kilo, y con vibradores, entre 15 y 20.