ESNOTICIA
Comercios con poco relevo en pueblos y barrios de Lleida
La falta de relevo generacional en muchas tiendas de barrios y pueblos pone en peligro su continuidad. Así lo constatan las principales entidades del sector, y para revertirlo abogan por reinventar el pequeño comercio con más tecnología, más especialización y “centrarse más en la experiencia de compra que en el producto en sí”.
La falta de relevo generacional es una lacra que afecta a muchas profesiones y el comercio no es una de las excepciones. Prueba de ello es que el 88% de las empresas y comercios del Estado están regentadas por miembros de solo una generación, según un estudio del Instituto de la Empresa Familiar, mientras que el 69,59% de los negocios asociados a Pimec Comerç no han planificado el relevo generacional ni tienen previsto hacerlo.
Las causas del cómo se ha llegado a este punto son varias, según estos estudios: desde las largas jornadas laborales hasta la dificultad para competir contra grandes marcas y superficies y unas pobres condiciones laborales. Así lo constatan las patronales leridanas y las asociaciones de barrio, que dan por hecho que el comercio local sobrevivirá, pero que deberá cambiar y reinventarse.
Según el presidente de Pimec Comerç Lleida, Manel Llaràs, “la sucesión natural que había hasta ahora se ha roto porque los hijos prefieren seguir otro camino, ya sea porque durante años se la consideró una profesión de segunda o porque no les gusta, pero solo nos hemos preocupado de este problema cuando hemos visto calles enteras con locales vacíos”. Por su parte, la secretaria general de la Federación de Comercio, Maria Rosa Armengol, dice que “la continuidad generacional de los negocios depende de su viabilidad económica, sea una tienda o una empresa”.
Una opinión que comparte el presidente de los comerciantes de Cappont, Jordi Cunillera, que señala que “ver que haya relevo generacional en un comercio de barrio es casi inaudito”. Su homóloga de Balàfia, Iris Español, pone como ejemplo que se han quedado sin afilador al no haber logrado alguien que le sucediera, y añade que “el primer gran golpe que sufrimos el pequeño comercio fue por la pandemia, eso dejó un escenario muy complicado para la continuidad de muchos negocios, y algunos acaban tirando la toalla, lo que es comprensible, porque es complicado competir contra grandes marcas y otras zonas comerciales de la ciudad”.
A pesar del difícil panorama, todos coinciden que las tiendas físicas en los barrios seguirán, pero no como son actualmente. “Nos conocen por la especialización y el trato, pero me temo que esto se perderá y el pequeño comercio será más de servicios generales que de productos puntuales o especializados”, dice Cunillera.
La presidenta de Balàfia recalca que “no podemos revertir esta situación solos y necesitamos que la administración nos ayude dándonos visibilidad y dinamizando los barrios, si cada uno pedalea por su cuenta no llegaremos a ningún lado”. Armengol asegura que “la tienda física no desaparecerá, pero necesita usar todas las herramientas a su alcance como internet y algunos ya lo hacen con buenos resultados”.
Por último, Llaràs opina que “tendremos un comercio más especializado, con mucha tecnología y combinando la atención presencial y online”. “Serán tiendas centradas en satisfacer la experiencia de compra antes que en el producto, pero lo que está claro es que el futuro del comercio tradicional pasará por combinar la tienda física con la online”, concluye Llaràs.
«Con la tienda no me gano un sueldo; lo hago por los vecinos»
Manel Porté regenta la tienda Queviures Julià y es la cuarta generación de su familia que se hace cargo del único comercio que queda en el pueblo de Castellciutat, en La Seu d’Urgell. El local que albergaba la tienda desde su apertura, entonces solo como carnicería, hace más de 60 años, cerró en verano y los alimentos y productos que vende el joven los trasladó al bar del pueblo, que lleva también desde hace unos meses. “Yo ya veía que la tienda no daba para sacarme un sueldo y me planteaba cerrarla, pero tuve la oportunidad de quedarme con el bar y opté por dedicar una parte del local a comercio”. Porté asegura que “tengo claro que la tienda la mantengo abierta por los vecinos, porque sé que les estoy ofreciendo un servicio básico, pero no me gano la vida con ella”. “Ahora solo viene gente mayor que no tiene coche o algún joven que se ha olvidado alguna cosa”. “Las superficies comerciales han hecho mucho daño y yo no puedo competir con ellas”, lamenta.
«La falta de relevo ha hecho que las tiendas del Eix sean franquicias»
Damián Romero y Eduard Agudo regentan la tienda de ropa y complementos del hogar Josa i Gassó, una de las más antiguas del Eix, cuya apertura data de 1901. Antiguamente estaba en los porches de la plaza Paeria, “pero en 2008, Jaume Josa, que era la tercera generación, nos vendió el negocio cuando se jubiló y nos trasladamos a plaza Sant Joan”. Romero señala que la falta de relevo generacional “ha comportado el cierre de muchos comercios del Eix, que han dejado paso a franquicias” y no garantiza la continuidad de su negocio una vez él y Agudo se jubilen. “Ahora mismo el futuro es incierto”, reconoce. Romero añade que, además de los problemas endémicos del comercio de proximidad, también sufren los altos alquileres que tienen los locales del Eix, pero señala que la clave para diferenciarse de las grandes marcas es la atención. “El trato personal es nuestro fuerte porque mejoramos la experiencia de compra, es la clave y nuestra mayor virtud”, asegura.