ESNOTICIA
El regadío, contra las cuerdas
Más de 150.000 hectáreas de cultivos de Lleida están pendientes de las lluvias y las reservas de agua tras una sequía que agrava la crisis del sector
Los payeses critican que los productores de cereal extensivo se queden sin ayudas del Estado y que las del Govern son precarias
En Lleida hay más de 156.000 hectáreas de regadío, un dato que por sí solo ya demuestra la importancia del agua en la economía tanto local como catalana. De ellas, 121.000 corresponden a riegos históricos como el Canal d’Urgell, el Aragón y Catalunya y Pinyana, mientras que el resto pertenece a nuevos riegos como el Segarra-Garrigues, el Algerri-Balaguer, el Segrià Sud y el Garrigues-Sud, entre otros de menores dimensiones. La sequía que se arrastra desde hace más de tres años y que en 2023 fue la peor en un siglo, por delante de la 2008, ha puesto a los regadíos contra las cuerdas. A la cada vez más difícil situación en el campo que hace que progresivamente haya menos payeses sin garantías de relevo generacional, se suma la falta de ayudas por parte de la administración y una burocracia que les ahoga, junto con los altos costes de producción y los bajos precios del mercado. Y, por supuesto, ahora hay que batallar con la falta de agua. Las sequías cíclicas, que no revertirán en pleno cambio climático, obligan a los agricultores del riego tradicional a invertir en modernización también para ahorrar agua, una senda, la de la modernización, que no tiene marcha atrás.
La falta del recurso obligó a tomar la pasada campaña una decisión histórica: el cierre del Canal Principal d’Urgell y del Segarra-Garrigues a las semanas de comenzar a regar, en marzo. En el Urgell fue la primera vez que se aplicaban restriciones de este tipo en sus más de 100 años de historia. Para poder distribuir las reservas, se optó por sacrificar los cultivos de cereal extensivo para evitar la muerte de los frutales que, finalmente, salvaron la producción. Pero los agricultores que se sacrificaron a la espera de ayudas del ministerio de Agricultura y de la conselleria de Acción Climática, han recibido escasas compensaciones del Govern y ninguna del Estado. “Esto es un agravio para las más de 50.000 ha excluidas del riego y no puede volver a repetirse”, aseguró el portavoz del Manifest del Gran Urgell, que agrupa a comunidades de regantes y sindicatos, Jaume Perera.
Modernizar, digitalizar y priorizar un reparto justo de los recursos
Modernizar los riegos históricos es una asignatura pendiente en Lleida. Aunque el Aragón y Catalunya es el más adelantado en esta materia con importantes inversiones para construir tuberías que discurren paralelas y llevar el agua por gravedad a las fincas suprimiendo bombeos (esta campaña estrenará la de La Mola), Pinyana está todavía comenzando y en el Canal d’Urgell se prevé una inversión de más de 1.300 millones pero es una tarea aún pendiente. En Pinyana se han modernizado más de 1.200 ha de la Horta de Lleida y se trabaja en otras 2.000. En el Canal d’Urgell el Estado aporta 35 millones para hacer saltos de regulación y balsas aunque queda pendiente el grueso de la actuación, pendiente de un acuerdo entre Govern y Madrid, y de saber qué parte abonarán los regantes. Según los presidentes de las comunidades de regantes “es imprencindible no perder ni una gota de agua, ya que el cambio climático no aminorará”.
Por esta razón es importante aplicar las más nuevas tecnologías para el control del gasto como ya hace el Segarra-Garrigues. El portavoz del Manifest del Gran Urgell, Jaume Perera, tampoco descartó que se hagan las infraestructuras precisas para permitir trasvases de zonas que tienen agua a las que la precisan para un reparto justo de los recursos. En el Canal d’Urgell pasaría por conectar el Pallaresa, mucho más caudaloso, con el Segre, en la actualidad en emergencia, para derivar agua del canal Auxiliar al Principal, una actuación que la Confederación Hidrográfica del Ebro (CHE) estudiará a partir de 2027 cuando entrará en vigor el nuevo plan hidrológico. Por el momento, las lluvias de enero y la niebla han permitido cultivar cereal de invierno.