EL PERFIL
Alfred Castro
Goccia Verde es una franquicia dedicada a productos de limpieza, higiene y perfumería establecida en Lleida. Hasta aquí, nada especial. Pero sus clientes entran en el establecimiento cargados de envases vacíos que llenan de lavavajillas, champú, detergente para la ropa o aquello que los convenga. Y en la cantidad que necesitan. Es un negocio verde. Sólo se vienen jabones entre el 90 y el 100% biodegradables. “A la larga, todo el mundo tendrá que ir para acá porque no se puede asumir la basura y los residuos que generamos”, dice Alfred Castro. Un coste medioambiental y económico.
Volvemos a los inicios. A treinta o cuarenta años atrás. Venden a granel y el envase se paga. ¿Por qué?
Porque es inasumible para el planeta la cantidad de envases de plástico que hacemos ir. Reciclar está muy bien y es importante, pero todavía es más importante no generar tantos residuos. El plástico que llevamos al contenedor amarillo no desaparece. Puede tardar entre 100 y 1.000 años a degradarse. Eso es insostenible. Pero todavía hay otro argumento de peso: ¿alguien se ha planteado cuánto cuesta un envase? ¿Qué parte del precio de un producto que compramos es para pagar el recipiente? Los envases tienen un coste medioambiental y económico muy alto. Cuando te lo planteas, cuando haces el cambio de chip, ves que alguna cosa se tiene que hacer. Y esta es nuestra filosofía. Si un cliente viene sin envase le podemos facilitar uno. Pero lo tiene que pagar. Tiene que ser consciente de que aquello vale dinero. Y muchas veces es más cara la botella de plástico que el contenido. A la larga, todo el mundo tendrá que ir para acá y fomentar la reutilización.
Planteamiento ecologista 100%.
Como el tipo de productos que tenemos. Todos los jabones son biodegradables entre un 90 y un 100%. Y sí, ya sé que se puede pensar que la etiqueta de biodegradable se ve en muchas marcas que se pueden encontrar en todas partes. Es importante saber que la legislación española permite definir como biodegradable un producto a partir del 65%. Tampoco hay fosfatos en nuestros detergentes y eso es una buena noticia para el Segre, en nuestro caso, porque los fosfatos van a parar al río y favorecen la aparición de algas, que son grandes consumidoras de oxígeno.
¿Y cuál es el perfil de cliente? ¿Gente concienciada con el medio ambiente?
Ahora hará dos años que estamos en Lleida y la verdad que nos ha sorprendido mucho tener impacto más allá del target de concienciados de que, obviamente, también son clientes nuestros. Supongo que la gente hace números y como pueden comprar la cantidad que quieren, lo prueban y, si les funciona, vuelven. Tenemos un público muy transversal en qué es bastante frecuente que un padre o madre mayor que hace compra de proximidad por economía traiga al hijo, que viene por convencimiento ecológico y no nos conocía. Y también nos pasa que llegan padres jóvenes a los cuales los hijos han empujado a dar el paso. Pero, sobre todo, nuestro cliente es alguien que piensa que hay que hacer alguna cosa.
¿Y qué tienen de diferente estos productos?
Para empezar, todos nuestros productos se hacen en Catalunya. No utilizamos parabenos, ni fosfatos, ni níquel... y eso hace que mucha gente que sufre alergias o tiene sensibilidad note una gran mejora. Si te pica la piel después de ducharte quizás es porque tienes que comprar un jabón más natural. Y la otra singularidad es que en contra del tópico, nosotros demostramos que ecológico no quiere decir sinónimo de caro.
¿Y aceptan todo tipo de envases?
Excepto los de agua. En primer lugar, porque pueden generar confusiones, pero también porque el plástico es más delgado y se puede romper.
Y abren el grifo y lo llenan.
Lo llenamos si el cliente lo pide. Puede comprar un litro de jabón o dos dedos para probarlo. Pagará por lo que se lleve. Según el clima tardaremos más o menos a servirlo, porque si los productos son naturales están más líquidos cuando hace calor y más espesos cuando hace frío. Lo que no es normal es que estén siempre igual.
