PERFIL
Jero García: "Siempre ha existido el 'bullying', pero ahora parece que los asediadores no tengan freno"
Nacido en el Carabanchel de los años setenta, un barrio popular de la periferia madrileña donde la droga enterró varias generaciones de jóvenes, Jero García siempre prefirió volverse un adicto al deporte. Campeón de España de boxeo, García ha creado una red de gimnasios con el objetivo de inyectar energía positiva a los más vulnerables: los chiquillos. Aprovechamos que el ayuntamiento de Torrefarrera lo invitó a dar una conferencia motivacional para hablar con él sobre el espíritu de superación y la solidaridad entre iguales.
Jero García: “Sempre ha existit el ‘bullying’, però ara sembla que els assetjadors no tinguin fre”
Quedamos en la cafetería de la estación de trenes de Lleida. Llega con el tiempo justo de Madrid para hablar un rato antes no empiece la conferencia de Torrefarrera Inversión de Futuro.
Si hablamos del extrarradio madrileño de finales de los setenta es inevitable que pensemos en droga. ¿Fue alguna vez una opción?
En absoluto, la probé porque era muy accesible, pero nunca me interesó. A mí el boxeo no me ha sacado ni salvado de ninguna movida extraña, sencillamente me sorprendí con todo lo que me aportaba el deporte. Si alguna cosa me ha llevado por un camino que no sea autodestructivo es la actividad física. Con seis años ya vivía con una pelota en los pies y en un momento determinado habría podido optar por el fútbol. Algunos amigos de mi generación acabaron en equipos grandes y no sería ninguna locura pensar que yo también habría podido llegar a la Preferente de Madrid, que es una categoría bastante potente. Pero nunca me motivó realmente, jugaba porque me lo pasaba bien. Es el boxeo el que me hizo cambiar.
¿Y descubrir los “cinco superpoderes” de los cuales habla a sus charlas?
Constancia, sacrificio, disciplina, motivación y pertenencia al grupo. Es todo lo que he aprendido del boxeo y que después he llevado a mi vida para ser mejor padre y mejor persona.
De entrada parece paradójico trabajar la pertenencia al grupo en un deporte individual.
Cuando estás en el ring y suena la campana no te dejan ni el banquete, te quedas más solo que el uno. Pero esta soledad es inversamente proporcional a la necesidad de formar parte de un colectivo cuando bajas. Haces más equipo, los amigos te vienen a ver y te animan, encuentras aquellos ánimos que te hacen sentir próximo a los tuyos. Sobre todo cuando te quedas sin fuerzas y te das cuenta como su apoyo es imprescindible para seguir.
¿Seguir para llegar a dónde?
Para canalizar la ira, gestionar las emociones y tener herramientas para luchar por tus objetivos a la vida. De entrada parece una contradicción: te dedicas al boxeo y te conviertes en experto en prevención de la violencia. Hoy día vivimos una época muy violenta, sólo hay que ver los datos de acoso escolar, de agresiones sexuales o de denuncias filoparentales.
Este es el ‘leitmotiv’ de ‘Hermano mayor’.
La violencia de los hijos contra los padres es un drama que va en aumento. En eso tenemos un problema, y cuándo empezó el programa parecía que era una exageración. Hoy día hay ciudades españolas, no puedo decir cuáles, en las cuales hay más denuncias por este tipo de violencias que de género.
¿Se hace visible un problema hasta ahora oculto?
Es un fenómeno que no se había dado nunca como. Los niños y los adolescentes están expuestos a una violencia latente, como la de los videojuegos, que mina su capacidad para tener empatía hacia el padecimiento de los otros, hay una desconexión emocional muy bestia. Siempre ha habido bullying, pero ahora parece que el asediador no tenga freno; y pegar a los propios padres ya es inaudito. Tenemos un problema como sociedad y a veces parece que no lo queremos ver.
¿Cuál es la motivación de que lleva una víctima del ‘bullying’ a hacer boxeo?
Lo más importante es recuperar la autoestima.
