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ENTREVISTA

Un leridano, estrella de la televisión norteamericana y ganador de 13 premios Emmy

Albert Martínez es un geógrafo de Miralcamp que hace siete años subió a un avión con destino a Dallas para presentar el espacio del tiempo en una televisión local de Tejas. Se lo tomó como una aventura, pero de Dallas pasó a Houston y ahora presenta desde Miami el programa en español líder de las mañanas de los Estados Unidos: 'Despierta América'. En este tiempo ha ganado ni más ni menos que trece premios Emmy.

Albert Martínez: “Als Estats Units troben molt exòtic el meu accent català”

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Aprovechamos que ha venido a visitar a la familia para hablar con Albert Martínez (Miralcamp, 1984). En su pueblo es uno más, pero la cosa cambia al otro lado del Atlántico, donde Albert Martínez es el particular Tomàs Molina de la numerosa comunidad hispana de los Estados Unidos. Es el hombre del tiempo del programa líder de las mañanas, Despierta América, y jefe de meteorología de la cadena Univisión.

¿Cómo llega un chico de Miralcamp a la televisión americana?

[Ríe] Nunca me hubiera pensado que me dedicaría al mundo de la televisión. Supongo que he estado en el lugar adecuado al momento adecuado. Yo empecé a estudiar Física y, finalmente, hice Geografía. Siempre había dado por hecho que me dedicaría a la enseñanza. Pero cuando todavía estudiaba hice unas prácticas a TV3 y me gustaron mucho las posibilidades que me ofrecía el mundo de la comunicación así que, al acabar la beca, hice una sustitución en Ràdio FlaixBac donde hacía el pronóstico del tiempo a El matí i la mare que el va parir, que era un programa con mucha audiencia. Se puede decir que llegué a los medios por casualidad pero ya no me he movido. Después de la experiencia en la radio me llamó Mònica López y entré a formar parte del equipo del tiempo en Televisión Española. Fue una etapa muy enriquecedora. Pasé por los boletines del Canal 24 Horas, por La2 y La1. Vivía en Madrid y ya me estaba bien el trabajo, pero me ofrecieron participar en un casting para hacer de meteorólogo a Univisión Dallas y pensé que no podía dejar escapar esta oportunidad.

Apostó por el sueño americano.

Era pasar de TVE a una cadena local pero, para un meteorólogo, los Estados Unidos son un sueño porque pasa de todo: terremotos, huracanes, tornados, olas de calor, grandes nevadas... Lo tenía que probar y me salió bien. Fue una experiencia fascinante porque la actividad de un meteorólogo en Dallas es frenética. En los Estados Unidos, aparte de informar y hacer la previsión del tiempo, nuestra tarea es de servicio público. Es muy frecuente interrumpir la programación para anunciar a la población que se aproxima un tornado, por ejemplo, y que tienen que tomar precauciones. Es un trabajo de mucha adrenalina, porque en cinco minutos lo tienes encima de la ciudad. Este contacto tan directo con el público es muy bonito, muy intenso. Cuando voy a Dallas la gente todavía me recuerda. Es difícil hacer una comparativa con Catalunya. Hace dos años, por ejemplo, el día de Sant Esteve se sucedieron siete tornados en Dallas. Nuestra función es clave para que la población vaya a los refugios y, si todo va bien y nadie se hace daño, te sientes muy satisfecho.

Y de Dallas dio el salto a Houston.

Después de tres años, Univisión apostó por mí y me ofrecieron dirigir todas las estaciones meteorológicas de la cadena, coordinando la información de las teles locales. En cuanto dejé los tornados de Dallas por los huracanes y las inundaciones de Houston [ríe]. Con el Henry estuvieron una semana cubiertos de agua. Explicar el cambio climático en un país que no se lo toma muy seriamente es una de mis funciones. Todos los fenómenos extremos, como los huracanes, irán a más en los próximos años. Aquí no estaba tan de cara al público, pero hicimos mucho trabajo creando mapas de realidad aumentada y haciendo gráficos con 3D. En los Estados Unidos esta manera de informar del tiempo era muy nueva.

Ahora sí que está delante de las cámaras y se ha convertido en todo un personaje televisivo.

Desde hace un año presento el programa insignia de la cadena, Despierta América, que es líder a las mañanas entre las cadenas de habla española. Otro reto profesional inesperado con el cual me lo estoy pasando muy bien. Ahora me dirijo a todo el país, así que también tengo nevadas tremendas en el norte, olas de calor extremas... ¡de todo!

¿Las audiencias son vertiginosas?

Sorprendentemente, a pesar de ser líderes, las audiencias en los Estados Unidos están muy fragmentadas. Tener un millón de espectadores de costa en costa es un gran éxito. Sólo se llega al 20 o el 30% de la audiencia en acontecimientos deportivos tan emblemáticos como la final de la SuperBowl. A pesar de eso, nos ve a muchísima gente. Un poco de vértigo sí que lo sientes. Además, yo tengo que comprimir en pocos minutos mucha información y hablar de Miami, Chicago, Los Ángeles, Dallas... Metorologicamente es complicado, y más cuando se añade un fenómeno como el Dorian en las Bahamas. Suerte que tengo un equipo muy sólido detrás.

Se ha convertido en una celebridad. Tiene 18.000 seguidores en Instagram. ¿Cómo se gestiona la popularidad?

Te tienes que ir acostumbrando poco a poco. Procuro estar activo en las redes sociales cada día, porque tengo muchos seguidores y me hacen sentir muy querido, pero es cierto que impacta un poco ser el centro de atención. Ahora, por ejemplo, hago un reto de perder peso y lo comparto al programa. Lo hago para hacer ayudar la audiencia que también lucha contra la báscula y para hacer pedagogía de la necesidad de hacer salud. Eso lo está siguiendo mucha gente y, por una parte, todavía me motiva más, pero de la otra tienes que ir en cuenta de no hacer nada que te haga perder la credibilidad. Trabajo en un show y sé que por Halloween, por ejemplo, me tengo que disfrazar como el resto del equipo, pero a la vez tengo que mantenerme serio porque la gente me tiene que hacer caso cuando le digo que se acerca un tornado o alerto de que caerá una gran nevada.

Se dirige al público hispano de los Estados Unidos. ¿Llama la atención su acento?

¡Lo encuentran muy exótico! Los años que pasé en Madrid mejoré mucho mi castellano, pero tengo acento catalán, claro está, y a los Estados Unidos les parece muy curioso. Mayoritariamente me dirijo al público en castellano, pero también hacemos alertas en inglés. Intento utilizar un vocabulario neutro, que lo puedan asimilar bien los espectadores originarios de cualquier país latinoamericano.

¿Por qué hay tantos meteorólogos catalanes?

Sin duda, TV3 ha sido una gran escuela. Tenemos tantos microclimas en Catalunya que el tiempo nos fascina. Aparte, somos un país que vive en buena medida de la agricultura y el turismo, dos sectores en que la meteorología es muy importante, así que la gente está muy interesada en el tiempo.

¡Ha ganado trece premios Emmy!

Sí, me da hasta vergüenza decir que el decimotercero no lo fui a recoger porque la gala me coincidía con el vuelo en Barcelona y me dió pereza cambiarlo a pesar de perder el billete. Pero es la mejor recompensa profesional que puedes tener. En cierta manera, sientes que has dejado huella, que haces un buen trabajo. ¡Ni en sueños me habría llegado a imaginar que ganaría trece premios Emmy! ¡El primero, sobre todo, fue increíble!

¡Quien se lo tenía que decir cuando era pequeño en Miralcamp!

Si eres de un pueblo campesino, como yo, siempre estás al corriente de la meteorología, aunque no te dediques. Estás conectado a la tierra y aprendes pronto qué nubes indican lluvia y cuáles no.

¿Volverá?

A corto plazo, no. Profesionalmente, estoy muy bien en los Estados Unidos. Sé que para la familia es duro, pero siempre nos queda el Facetime.

¿Aparte de la familia, qué echa de menos?

Quizás sorprenderá la respuesta, pero lo que se echa más de menos es el transporte público. En los Estados Unidos, si no vives en Nueva York, Chicago o San Francisco, necesitas el coche para todo, porque no tienes ninguna opción más y las distancias son muy grandes. En Houston, por ejemplo, ni siquiera hay aceras en la mayoría de calles a pesar de ser una gran ciudad. No se concibe ir andando a los lugares. En Miami, aún, porque hace muy buen tiempo y hay espacios para pasear o ir en bici, pero nadie lo aprovecha. Yo lo reivindico mucho y siempre que puedo hago pedagogía para concienciar de que hace falta hacer más ejercicio y contaminar menos.

¿Informar con grados Fahrenheit le costó?

¡[Ríe] Muchísimo! Te acabas acostumbrando, pero al principio siempre tenía que calcularlo en Celsius para no equivocarme. Al cabo de un año dejas de hacer la conversión y ya asumes que en 76º hay una buena temperatura de confort y que a 80 millas no te multarán en la carretera. Las onzas todavía me cuestan, cuando voy a comprar. El sistema imperialista es complicado cuando estás acostumbrado al sistema métrico decimal.

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