Una fuga de pel·lícula
El regreso del Rambo de la Cerdanya
Martí Cots Saleta, de Bellver, es uno de los delincuentes más singulares de Catalunya. La vigilia de Tots Sants volvía a ser noticia. Fue detenido para robar un coche y atracar una gasolinera. Otro golpe. Esta es la historia de un personaje capaz de huir de la policía de tres estados a bordo de un tractor.
Si en Martí Cots Saleta fuera yanqui, no tengan ningún tipo de duda que ya habría inscrito su nombre con letras grandes en Hollywood o en el canal HBO. Sin embargo, claro está, Cots Saleta, también conocido como el Ramonet de Pi o como Rambo de la Cerdanya, nació el 31 de mayo de 1969 en Pi, uno de los núcleos de población del extenso municipio de Bellver de Cerdanya, y en Hollywood todavía no lo han descubierto. El pasado 28 de julio fue excarcelado del centro penitenciario de Ponent después de haber cumplido las últimas deudas con la justicia. Y en octubre ya lo habían vuelto a detener en un toma y daca que se ha prolongado durante casi tres décadas.
La carrera delictiva de Martí Cots Saleta es alucinante. La primera detención se remonta a cuando tenía 18 años, y desde entonces ha protagonizado numerosos tiroteos con la Guardia Civil y con otras fuerzas de seguridad; atracos de todo tipo; robos con fuerza; hurtos de coches; rupturas de permisos penitenciarios; secuestros, y, sobre todo, una huida de película en un tractor y una estancia de casi dos años evadido por los bosques de la Cerdanya que no supera ni el mejor guionista.
Aunque Martí Cots Saleta ha sido interceptado en otros lugares de Cataluña y ha hecho estancia en otros centros penitenciarios, su territorio principal es la Cerdanya y el centro penitenciario de Ponent. Para él, la Cerdanya es un espacio donde no existen las fronteras administrativas provinciales ni estatales. Lo conoce de primera mano, ha sido su territorio de caza y su refugio principal.
El Rambo de la Cerdanya protagonizó una huida de película en tractor y vivió casi dos años escondido en el bosque
Su primera detención a los 18 años fue para atracar a un taxista. Desde entonces y hasta que tenía 24, acumuló treinta detenciones. Martí Cots tenía una fijación enfermiza con la Guardia Civil, sus principales enemigos, a los cuales tiroteó en numerosas ocasiones. Se ve que eso de disparar su escopeta de cañones recortados para imponer su ley era algo que le gustaba bastante al Rambo. Y si no que lo pidan a las dos parejas que el verano olímpico de 1992 pasaban un fin de semana en un refugio cerca de Bellver de Cerdanya. Martí Cots les empezó a disparar tiros desde fuera y las retuvo durante horas. Una de las chicas fue herida en un brazo. Suerte tuvieron que uno de los chicos se pudo escapar por la parte de detrás del refugio para ir a pedir ayuda.
La gran fuga
Posiblemente, el momento más épico en la trayectoria criminal del Rambo de la Cerdanya fue entre los años 1993 y 1994. Armado con su escopeta recortada y acosado por la Guardia Civil en Bellver, Martí Cots optó por la solución más desesperada: abrirse paso a tiros. Hasta cinco disparó contra los beneméritos que lo querían atrapar. Y acto seguido robó un tractor y venga, deprisa y corriendo hacia Francia. Pasó la raya que separa administrativamente las dos Cerdañas y consiguió movilizar hasta un centenar de gendarmes franceses y un helicóptero, que fueron insuficientes para encontrar a un hombre que huía en un tractor.
De los 18 a los 24 años acumuló 30 detenciones. Llegó a decir ante el juez que era inmortal y que lo protegía Jordi Pujol
El viaje de Cots Saleta parecía que se tenía que acabar cuando fue detenido en Italia. Sin embargo, cuando los carabineros lo llevaban esposado, el Ramonet de Pi se volvió a escapar. Nada nuevo. En 1991, cuando la Guardia Civil lo llevaba detenido al juzgado de Lleida, también huyó con las esposas puestas. Y aquí empezó la leyenda. Porque, desde su huida de la policía italiana y hasta febrero de 1994, Martí Cots Saleta estuvo viviendo a la Cerdanya emboscado como un bandolero. Había dejado comida preparada en varios escondites de los bosques y en algunos pajares por si venían mal dadas, y no tuvo ningún pesar en cazar cuando podía y a robar comida cuando hacía falta, y a robar coches o abrirlos para pasar alguna noche y refugiarse del frío, que algunas noches podía llegar a los 8 o 10 grados bajo cero a lo largo de aquel invierno.
Martí Cots se había convertido definitivamente en el Rambo de la Cerdanya. La aventura acabó cuando nuestro protagonista abandonó la Cerdanya. Paseaba por Amer (Girona) con un coche robado y sin matrícula. Cuando la Guardia Civil le dio el alto, emprendió la huida para tomar bastante distancia. Unos cuantos kilómetros después, hizo una maniobra del todo inesperada: dejó el coche en un arcén, se parapetó y disparó contra los uniformados. Uno de los guardias y el mismo Rambo acabaron heridos de bala. Al salir del hospital, a Cots lo esperaban cinco años largos en la prisión de Ponent antes de poder escaparse otra vez. Aunque exactamente no se puede hablar de huida: simplemente pidió un permiso para poder ir a ver a la madre y ya no volvió. Y aquí fue cuando empezó una orgía criminal de casi dos años. Recorte en mano, empezó a atracar de nuevo: la Caixa de Girona de Llívia, la Caixa de Manresa de la Pobla de Lillet, el camping L'Estrella de la Cerdanya, la Caixa Penedès de Puigcerdà... cada vez que había de menester un coche, lo robaba, y así hasta diez. Y si tenía que desplazarse, lo hacía sin pesar. En febrero del 2000, lo encontramos en Montpellier, donde los gendarmes lo detienen por tenencia ilegal de armas (el famoso recorte), pero lo soltaron porque no llegó a tiempo la petición de extradición. Finalmente, en septiembre del 2001, volvió a ser detenido y fue a la prisión.
Otro permiso penitenciario el verano del 2010 lo deja marcharse de la Modelo de Barcelona, pero una vez más decide no volver, se refugia en la Cerdanya y vuelve a hacer el de siempre: robos con fuerza, hurto de coches... Se pasa unos cuantos meses fugat hasta que, finalmente, un buscador de setas lo encuentra y avisa a los Mossos d'Esquadra, de que hacen un gran dispositivo con unidades de Puigcerdà y de la Seu d'Urgell para detenerlo. Estuvo en la región del Molí d'en Pous, en la localidad de Taió, en Bellver. Esta vez no sacó el recorte y se entregó sin oponer resistencia. Martí Cots entró en el centro de Ponent y estuvo hasta el pasado 28 de julio. Ya era un hombre libre, sin deudas con la justicia, pero la víspera de Todos los Santos se supo que volvía a estar detenido, acusado de robar un coche y atracar una gasolinera en la Cerdanya.
Si bien su fuga en tractor ha pasado a la historia de la criminalidad nuestra, algunas de sus declaraciones ante los jueces también han estado muy comentadas: en una ocasión, aseguró que era inmortal y que lo protegía Jordi Pujol; en otra, en uno de sus alegatos finales, pidió ser ingresado a una prisión donde hubiera vacas. El motivo esgrimido era que, como él era campesino, podría enseñar a los otros presos un oficio de futuro para el día de mañana, porque él sabía como tener las mejores vacas del mundo. Está claro que no le sirvió de mucho. Ni a Ponent ni a la Modelo hay vacas. Y cuando lo detuvieron los Mossos en el 2010, les pidió que llamaran al presidente de los Estados Unidos, porque lo indultaría. Quién sabe si Trump...