LLEIDA
Magisteri: adiós por capítulos
El edificio de Magisteri, ubicado entre Camp de Mart, Sant Martí y Bonaire, está a punto de ser derribado, después de 23 años de abandono tras ser clausurado al detectar vigas de cemento aluminoso. Sucedió poco después del deplome de un edificio con aluminosis en el barrio barcelonés del Turó de la Peira, que se saldó con una mujer muerta.
“Aparecieron grietas y vimos que había vigas que habían perdido resistencia y que el edificio estaba comprometido a nivel estructural. Se hizo un estudio completo rompiendo vigas, haciendo ensayos y el informe técnico acabó llegando a esta conclusión. El edificio se cerró por seguridad”. Así recuerda Carles Labèrnia, experto del Consorci Lleidatà de Control, la situación que se vivió en abril de 1991 en el edificio de Magisteri, situado entre las calles Camps de Mart, Sant Martí, Bonaire y Onofre Cerveró, al detectar vigas con cemento aluminoso a raíz de las obras de adecuación de una biblioteca. Magisteri albergaba la escuela de formación de maestros, que dos años después fue trasladada a la Caparella y en 2008 al campus de Cappont, y el colegio Annexa II, reubicado primero en Copa d’Or y después en las instalaciones del Capitán Masip. La detección de estas vigas en Magisteri se produjo pocos después de que en noviembre de 1990 en el barrio barcelonés del Turó de la Peira un edificio con aluminosis sufrió un desplome parcial que costó la vida a una mujer.
Labernia participó entonces en el análisis del estado de este inmueble, que acabó siendo clausurado en 1993. “Hubiera hecho falta una actuación muy importante para conservar el edificio, replanteando toda su estructura. Se optó por el traslado y dejar el edificio en stand by”, relata. De hecho, esta situación de impasse ha durado 23 años y el inmueble se ha sumido en el abandono. Ha sido refugio de indigentes y colonia de gatos (una entidad ha rescatado una veintena) y su cierre afectó también al barrio, que se quedó sin los cientos de estudiantes que le daban vida. Joan Biscarri, integrante del equipo directivo de Magisteri en 1991 (la directora era Maria Rúbies), recuerda que en esos momentos había “un poco de psicosis con la aluminosis”. “Magisteri fue inaugurado en 1960, una época en la que muchos edificios estaban afectados de aluminosis”, rememora. De hecho, tras el desplome en Barcelona el Instituto Tecnológico de Edificación, dependiente de la Generalitat, inspeccionó más de 260 edificaciones en 89 municipos de Lleida. Se detectaron vigas con aluminosis en edificios de La Pobla de Segur, Alins, Tremp o Farrera, entre otras zonas, y el Consorci Lleidatà de Control recibió diez denuncias. Biscarri recuerda también que la detección de la aluminosis coincidió con la creación de la Universitat de Lleida y dice que, “aluminosis a parte, el edificio de Magisteri era muy poco funcional”. Ahora, está a punto de ser derribado por la Generalitat, y en el solar habilitará un parking. El edificio fue comprado por la Paeria y años después lo permutó con la Generalitat a cambio de un terreno. El Govern proyectó entonces tirar el edificio y levantar otro para unificar sus sedes, pero nunca lo hizo. Tampoco abordó las reparaciones que el ayuntamiento le fue requiriendo, alegando que no era el propietario legal. Por ello, ambas instituciones se embarcaron en un litigio judicial que acabó en 2014 cuando la Audiencia dictó que el titular era la Generalitat.
La aluminosis se detectó poco después del desplome mortal de una casa en Barcelona por este motivo
Concepció Pastó destaca que eran un centro experimental muy vinculado a Magisterio
Lleida
La aluminosis no solo obligó a trasladar a la facultad de Magisterio, sino también la escuela Annexa II (la actual Pràctiques II), ubicada en el mismo inmueble. “Entré a finales de los 80, por lo que estuve muy poco en este edificio. Con el traslado a la Academia Giró se perdieron actas y otros documentos de la historia de la escuela”. Quien lo explica es Concepció Pastó, la única maestra de la actual Pràctiques II que trabajaba entonces en la Annexa. “Era un centro experimental; los maestros no entraban por concurso ordinario, sino por su perfil adecuado para un proyecto de trabajo que estaba muy vinculado a Magisterio”, destaca. “Nos preocupábamos por la innovación y mantuvimos esta línea durante los siete años que estuvimos en Copa d’Or [en la antigua Academia Giró], pero al fusionarnos con el Capitán Masip pasamos a ser una escuela como las demás”, añade. Y es que el traslado del colegio a Copa d’Or, que obligó a habilitar un servicio de transporte, coincidió en el tiempo con la marcha del Ejército de Lleida. El Capitán Masip era una escuela ubicada en Rovira Roure propiedad de Defensa y Educación que el Gobierno central acabó traspasando a la Generalitat tras cerrar el cuartel de Gardeny. Enseñanza lo aprovechó para fusionarla con la Annexa y crear la actual Pràctiques II.
Cuando el edificio de Magisteri estaba en pleno funcionamiento, el barrio hervía de jóvenes y actividad. Los jóvenes que estudiaban para ser profesores daban vida a la zona, tal como recuerdan comerciantes y vecinos. Y esa vida quedó truncada con el cierre del inmueble, después de detectar en él vigas aluminosas. “Cuando cerró, el barrio quedó destruido”, indicó el responsable de un establecimiento situado cerca de Magisteri. De hecho, un integrante del equipo directivo de la escuela de maestros del momento, Joan Biscarri, también reconoció que “el cierre fue una mala pasada para los vecinos porque daba mucha vida y después todo quedó muerto”.
El abandono al que se vio sumido el inmueble con el paso del tiempo contribuyó también a la sensación de desolación de la zona. “Antes había tiendas en los bajos del edificio y ahora no queda nada. Solo bares y por la mañana nosotros nos encontramos en la acera las consecuencias, como vómitos”, explicó. Asimismo, comerciantes y vecinos creen que el edificio podría haber sido rehabilitado en su momento, en lugar de dejarlo sin uso, y algunos opinan que ahora que será derribado, el solar podría ser destinado a algún equipamiento para el barrio. “Si hacen un parking en superficie, acabará siendo una zona de botellón”, vaticinó un comerciante.
Un cemento que se endurecía muy deprisa, pero resultó defectuosoEl cemento aluminoso tuvo mucho éxito en España en los años 60 y 70 porque se endurecía mucho más rápido que el habitual, prácticamente en 24 horas alcanzaba su resistencia máxima, en lugar de los 28 días que precisaba el tradicional. “En un momento en que era necesario fabricar piezas muy rápido, resultaba muy útil. Era un chollo, pero con el paso del tiempo sufre un proceso químico a nivel molecular que hace que pierda resistencia y capacidad de protección de las armaduras. En función de cómo esté fabricado tiene unas expectativas de durabilidad más o menos largas”, explicó Carles Labèrnia, especialista en materiales. Tras la polémica en los 90, hoy en día este cemento aún se usa para algunas aplicaciones, pero nunca en estructuras.