ESNOTICIA
Más de 200 centros de Lleida aplican programas de innovación educativa
Representan más de la mitad de los 350 colegios e institutos de la provincia
Las clases tradicionales, en las que el profesor explica y los alumnos escuchan, están en claro retroceso. En los últimos años, los centros educativos han ido incorporando nuevas metodologías, cambiando libros de texto por tecnología o enseñando a través de proyectos, por ejemplo. Se trata de la denominada innovación educativa, que ha ido ganando terreno en las aulas, ya sea con proyectos globales (como el programa Magnet) o con otros más parciales, hasta tal punto que en la actualidad son más de doscientos los colegios e institutos de Lleida, de los alrededor de 350 totales, que aplican alguno de los programas impulsados por Enseñanza. En concreto, son 209 centros, de los cuales 44 se centran en el impulso de la lectura, 33 ofrecen servicios a la comunidad, 13 han optado por los grupos de experimentación de plurilingüismo y otros tres, por el programa Erasmus, entre otros proyectos. La innovación se desarrolla en todas las etapas educativas incluida la FP, y también en la formación de futuros docentes en la facultad de Educación de la Universitat de Lleida. Además, ahora la innovación ha recibido un impulso con el apoyo público del departamento al programa Escola Nova 21, que quiere cambiar el sistema para crear una “escuela avanzada”, que promueve un desarrollo integral y un aprendizaje personalizado que da el protagonismo al alumno. Está impulsado por la Fundació Jaume Bofill, la Universitat Oberta, la Obra Social la Caixa y Unesco.cat. En Lleida hay un centro impulsor, el Claver, y en la nueva convocatoria se han inscrito otros 26, de los cuales se escogerán dos.
Joan Biscarri, profesor del área de Psicología Evolutiva y de la Educación de la Universitat de Lleida, considera que “la innovación educativa debería formar parte de la actividad docente habitual”. “Un profesional siempre ha de experimentar”, opina, y cree que la novedad actual es que ya no es un docente que lo hace a título individual sino que la innnovación es un proyecto de un colectivo. “Ya no es un ‘guerrillero’ por su cuenta. El reconocimiento institucional de la innovación educativa da más tranquilidad”, subraya, aunque alerta de que “no es un valor en sí misma, sino que es buena siempre que mejore las cosas, que aporte algo positivo”.Ante las reticencias de algunos padres hacia los nuevos métodos educativos, señala que “las innovaciones, si no se hacen solo por una moda, tienen detrás un trabajo” que les da garantías. En todo caso, cree que el futuro de la educación se encamina hacia aquí. “Todas las teorías psicopedagógicas van hacia que el alumno sea el eje del aprendizaje, que sea el protagonista y adopte una responsabilidad”.
Los padres ven antigua la educación “tradicional” y creen que debe adaptarse a los niños de hoy
Educadores opinan que la innovación que no se hace por “moda” tiene un trabajo detrás que le da garantías
La directora afirma que no se trata solo un cambio de metodología sino de “mirada pedagógica”
Por su parte, la presidenta en Lleida de la Federación de Asociaciones de Padres de Alumnos de Catalunya, Elisa Solé, opina que si la innovación es positiva debería aplicarse en todos los centros por igual, no solo en algunos de forma piloto, y espera que “el patrocinio de entidades económicas y religiosas del programa Escola Nova 21 no influya en el proyecto”. Defiende la labor innovadora de las escuelas públicas y considera la educación “tradicional” como algo del pasado porque “los niños de ahora son diferentes”.
No obstante, a veces, las experiencias innovadoras no salen bien. Es lo que sucedió en el colegio Ciutat Jardí en Lleida, que se basaba en un programa sin libros ni exámenes y con libertad para salir al patio cuando los alumnos quisieran, entre otros aspectos, teóricamente basados en el método Montessori, y que ha virado de rumbo tras un cambio en la dirección hace dos cursos. Este cambio fue auspiciado por Enseñanza, después de que las pruebas externas de competencias básicas constataran que el centro no llegaba al mínimo exigido. Según fuentes del departamento, no puede decirse que este fuera un colegio Montessori. El cambio provocó fricciones entre docentes y padres partidarios de mantener el anterior proyecto y la nueva dirección y los otros padres, pero las aguas parecen haber vuelto a su cauce.
montellà
Tradicionalmente innovadora y muy abierta a su entorno. Esta es la forma como Gemma Bach, directora de la escuela Ridolaina de Montellà, en el municipio de Montellà i Martinet, describe este centro, con 33 alumnos y 3 profesores fijos más otros 3 que comparten de forma itinerante con otras escuelas. Ridolaina se sumó ya el pasado curso escolar al proyecto de educación viva y activa, que ha implicado, explica su directora, “no un cambio de metodología, sino un cambio de mirada pedagógica, de la forma de entender cómo aprende el niño y cómo el adulto acompaña a este niño en su proceso de aprendizaje”.
Es en este contexto de nuevas miras que la escuela ha decidido acogerse al programa de Escola Nova 21, “con el objetivo de poder compartir la experiencia de otros centros que estén dentro de este mismo proceso de cambio y poder reflexionar sobre la propia práctica”, explica Bach. El hecho de ser una escuela pequeña favorece ya este tipo de sistema. “Podemos atender al alumno según sus necesidades y respetar su ritmo de aprendizaje” , dice, y añade que “hay escuelas que cuando se acogen a estos programas juntan clases de diferentes edades, y nosotros este punto ya lo tenemos de nacimiento”. “El cambio ya lo hicimos el año pasado y ahora formar parte de Escola Nova 21 nos permitirá encontrarnos con otros centros que también los están haciendo y aprender a partir de la práctica”, subraya. La escuela Ridolaina no tiene aulas, el centro está distribuido por ambientes y cada alumno al llegar por la mañana escoge y se sitúa en el espacio al que le apetece ir.