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Aulas llenas versus semivacías

La UdL tiene grados con más de un centenar de alumnos de primero, como Administración y Dirección de Empresas, y ha decidido dividirlos en tres grupos para mejorar su atención || Otros, como Filología Catalana, apenas tienen media docena y ofrecen docencia casi personalizada

Uno de los tres grupos en los que están divididos los alumnos de primero de Administración y Dirección de Empresas.

Uno de los tres grupos en los que están divididos los alumnos de primero de Administración y Dirección de Empresas.

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La Universitat de Lleida tiene carreras con más de un centenar de alumnos de primer curso y otras con apenas media docena. Este año, Administración y Dirección de Empresas es el grado con una mayor entrada en primero, 139 alumnos, y la decana de Derecho y Economía, María José Puyalto, explica que los han dividido en tres grupos, como ocurre en institutos y colegios, en lugar de recibir las clases todos juntos, porque comprobaron que esta situación no resultaba positiva y que incluso provocaba absentismo. “Los alumnos tienen una relación más amistosa y conciencia de ser una clase”, señala. Asegura que el cambio “funciona muy bien”. De hecho, varias alumnas consultadas indicaron que ven correcto el número de estudiantes por clase, aunque reconocen que el profesor no parece tan próximo como en el instituto. “No se saben nuestros nombres y no pueden estar tanto por nosotros”, señalan, y añaden que a muchos les cuesta preguntar dudas en clase.

En cambio, en primero de Filología Catalana y Estudios Occitanos solo hay 5 matriculados, según datos de la propia UdL, y en las materias optativas menos. Por ejemplo, Eva, Benjamí y Carla, los únicos alumnos inscritos en una. Elogian la proximidad con el profesor y que pueden preguntar sin cohibirse, aunque reconocen que no esperaban ser tan pocos. Y es que dicen que en alguna materia son solo dos y cuando uno falla, reciben la lección como una clase particular. El profesor Jordi Suïls explica que se adaptan en función de las necesidades. “Movemos horarios y usamos aulas pensadas para seminarios o salas de reuniones. Incluso he dado clase en el despacho”, detalla. Afirma también que tienen su teléfono y le avisan cuando no pueden ir. Como ventajas, destaca también que puede aclarar más sus dudas y que no necesita usar pantallas grandes sino que basta con un portátil. Subraya, además, que puede conocer muy bien a los estudiantes. “Ves los conocimientos previos que tienen y les puedes recomendar bibliografía de forma personalizada”, señala, y asegura que eso se traduce en un buen rendimiento. “Cuando terminan tienen un nivel bastante superior que los que están en grupos grandes”. No obstante, admite que “si son realmente muy pocos, se pueden desmotivar”. Tanto el docente como la decana de Letras, Carme Figuerola, atribuyen los pocos inscritos a la percepción típica de que la docencia como es la única salida. “No se convocaban oposiciones y la gente tenía dudas sobre su inserción laboral. Y la conselleria tampoco ayudó diciendo que habría que suprimir filología catalana”, asevera Suïls. En todo caso, apuntan que las salidas laborales de este grado son múltiples y Figuerola apunta que, en el caso de la docencia, “en un futuro inmediato habrá un número considerable de jubilaciones”. Además, remarca que trabajan “en la relación con los estudiantes de Secundaria” para captar alumnos.

Uno de los tres grupos en los que están divididos los alumnos de primero de Administración y Dirección de Empresas.

Uno de los tres grupos en los que están divididos los alumnos de primero de Administración y Dirección de Empresas.

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