SEGRE

REPORTAJE DOCENCIA

La fábrica de maestros

La facultad de Educación de la UdL celebró ayer los 175 años de la fundación de su predecesora Escuela Normal masculina en un aula en la calle Companyia || La femenina no se puso en marcha hasta 1885 y ambas adquirieron rango de escuelas de estudios superiores en 1913

Profesores de Educación, este viernes junto al pedagogo Francesco Tonucci en el exterior de la facultad.

Profesores de Educación, este viernes junto al pedagogo Francesco Tonucci en el exterior de la facultad.

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Los estudios de Magisterio celebraron ayer el 175 aniversario de su implantación en Lleida. El 26 de noviembre de 1841 inició su andadura la Escuela Normal masculina en un aula del Seminario Conciliar en la calle Companyia. Tenía solo un profesor y 21 alumnos. Un inicio muy precario a tono con una tradición secular en este país que sigue plenamente vigente: la política educativa casi nunca ha sido una prioridad. La de Lleida fue una de las escuelas Normales que se crearon entonces en todo el Estado para intentar mejorar el nivel de la enseñanza, que era pésimo. El reglamento vigente en 1840 para ser maestro establecía que solo había que superar un examen previa inscripción en la Secretaría de la Comisión Provincial de Instrucción Primaria, y para presentarse, los requisitos necesarios eran haber cumplido los 20 años y tener un “certificado de buena conducta del alcalde y cura párroco”. Así lo refleja el libro “L’Escola Normal de Lleida. Una crònica dels seus primers 100 anys”, de Amparo Miñambres. El primer profesor y responsable de la escuela fue un vecino de La Seu d’Urgell, Odó Fonoll, al que la Diputación había becado para su formación previa en la Escuela Normal Central en Madrid, y que a partir de noviembre de 1844 pudo contar con un segundo maestro, Francesc González. Por aquel entonces, bastaba con un año de estudios para ser maestro de escuela elemental y dos para la superior, aunque hay que tener en cuenta que eran otros tiempos, y que el refrán “pasar más hambre que un maestro de escuela” era aplicable incluso a los propios docentes de la Normal, que en 1847 estuvieron hasta 8 meses sin cobrar, detalla Miñambres. Pero poco a poco, la escuela se consolidó y siguió adelante. Eso sí, solo era para varones. Lleida no contó con una Escuela Normal femenina hasta finales de 1885. En sus primeros meses, ocupó el número 23 de la calle Acadèmia, hasta que en octubre de 1886 se trasladó al número 42 de Cavallers, donde ya se encontraba la masculina, aunque ocupaban plantas distintas. En los primeros años, uno de sus hándicaps era la gran diversidad de edades entre sus alumnas “Había matriculadas con 10 y 11 años, edad impropia para estudiar una carrera, al lado de señoritas y señoras de 20, 30 y hasta 40 años”, relata Miñambres. En 1901, el Gobierno suprimió las escuelas Normales al integrar los estudios de Magisterio en los institutos de Segunda Enseñanza, y solo siguió funcionando la Elemental para mujeres. Esta situación se mantuvo 12 años, hasta 1913, cuando fructificaron las gestiones emprendidas por Diputación y Paeria para que Lleida tuviera una escuela superior de maestros masculina y se elevara también la femenina a esta categoría. Fue la base para su consolidación y despegue definitivos, siempre sujetos a cambios políticos, ya fuera con el viento a favor, como el impulso educativo y la coeducación durante la República, o en contra, tras la Guerra Civil.

Profesores de Educación, este viernes junto al pedagogo Francesco Tonucci en el exterior de la facultad.

Profesores de Educación, este viernes junto al pedagogo Francesco Tonucci en el exterior de la facultad.

Profesores de Educación, este viernes junto al pedagogo Francesco Tonucci en el exterior de la facultad.

Profesores de Educación, este viernes junto al pedagogo Francesco Tonucci en el exterior de la facultad.

Profesores de Educación, este viernes junto al pedagogo Francesco Tonucci en el exterior de la facultad.

Profesores de Educación, este viernes junto al pedagogo Francesco Tonucci en el exterior de la facultad.

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