El alcalde de Lleida, Àngel Ros, descartó ayer llevar al pleno municipal el cambio de nombre de 8 calles de la ciudad por su presunta vinculación al franquismo, como reclaman ERC, la Crida y el Comú, y un manifiesto con apoyo de una veintena de entidades. “Es competencia del alcalde y considero que no toca al pleno ordenar un cambio de 8 nombres de calles”, afirmó e insistió en reivindicar la labor del primer ayuntamiento democrático para depurar en 1979 los nombres conflictivos. Con todo, remarcó que “no negaré ejercicios de participación ciudadana, que no tienen por qué ser ni referéndums ni consultas, dentro del reglamento municipal”. “Está abierto y pueden hacerse propuestas”, afirmó Ros, tras la tradicional comida de Navidad con la prensa. El PSC planteó en la comisión de calles del día 2 la posibilidad de una consulta ciudadana al respecto, pero Ros tampoco prevé impulsarla.. El alcalde dijo que esta cuestión “era una prioridad en 1979, no en 2017”, y consideró que el manifiesto “Per una Lleida lliure de franquisme”, presentado el pasado viernes, resulta un “ejercicio de demagogia”, para quienes, como él, militaron en el PSUC en el franquismo y se arriesgaban por ello a ser encarcelados. “En 1979, con una corporación rica en planteamientos democráticos, la ciudad cambió los nombres de 40 calles vinculados a un régimen dictatorial. No aporta a la convivencia una política que ignora lo que se hizo entonces”, declaró. Además, recordó que 3 de los nombres cuestionados los aprobaron ayuntamientos democráticos.