LLEIDA
Estación bajo mínimos
La oferta de servicios de la terminal es muy limitada tras el reciente cierre del hotel y la cafetería
La estación Lleida-Pirineus ofrece actualmente una imagen que dista mucho de la que fue una de las principales puertas de entrada a la ciudad. Con el hotel cerrado, la cafetería inoperativa mientras se procede al traspaso y otros tres establecimientos vacíos, los viajeros coinciden en calificar la terminal como “triste” y “pobre”.
La que fuera una de las principales puertas de entrada a la ciudad atraviesa paradójicamente en la actualidad uno de los estados más decadentes de las últimas décadas, a pesar de la llegada de la alta velocidad en la capital de Ponent. Y es que la estación de ferrocarril de Lleida-Pirineus ha visto como en las últimas semanas bajaba la persiana el Hotel Trànsit
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después de que Adif no hallara ningún adjudicatario para gestionarlo
y, sobre todo, que cerrara temporalmente la cafetería y restaurante
a la espera de que se haga efectivo el traspaso de gestión
. Eran dos de las principales señas de identidad de la terminal, que recibe a más de 1.300.000 viajeros al año y que estos días son testigos de la pobre imagen que da.
“Que no te puedas tomar ni un café mientras esperas el tren da lástima, espero que no tarden a volverla a abrir. Es una pésima carta de presentación para los turistas que llegan a Lleida”, explica Anna, usuaria habitual de Renfe. Su opinión es generalizada entre los viajeros consultados por este diario. Además, se suma al hecho de que la oferta comercial de la estación también se ha visto reducida, pues tres de los locales comerciales están actualmente cerrados.
Fuentes de Adif explicaron que la próxima semana está previsto firmar el contrato con la nueva adjudicataria de la explotación de la cafetería-restaurante, que tendrá una vigencia de 15 años. Durante la reunión, también se prevé que ambas partes negocien las condiciones del traspaso y la posibilidad de ofrecer durante el proceso de transición algún tipo de servicio alimentario mínimo. “De momento no podemos detallar nada porque debemos negociarlo con la concesionaria. Queremos saber qué previsiones tiene”, explicaron. Así pues, más pronto o más tarde, los viajeros verán como se quitan las vallas que actualmente delimitan el área de la cafetería.
La actual pérdida de servicios de la estación contrasta con las expectativas generadas en su día por la llegada de la alta velocidad ferroviaria a Lleida, que se hizo efectiva en octubre de 2003. La nueva terminal levantada para el AVE debía tener al lado un centro comercial de unos 12.000 metros cuadrados, denominado Vialia, con 35 tiendas, un supermercado y 9 salas de cine, de acuerdo con el proyecto inicial. Sin embargo, la crisis económica se llevó por delante este proyecto, que tenía la licencia comercial de la Generalitat, y finalmente solo se acabó construyendo el parking subterráneo.
Actualmente, no hay perspectivas de que este centro comercial pueda convertirse en una realidad. Tampoco salió adelante el centro comercial de casi 17.000 metros previsto detrás de la estación, junto a la calle Roger de Llúria, para el que la Generalitat convocó un concurso en 2009. Solo se presentó una oferta, impulsada por un grupo local de comerciantes, que no acabó prosperando porque la administración no aceptó sus condiciones. Este centro comercial figuraba dentro del plan especial de la estación, cuyo desarrollo ha quedado básicamente limitado al cubrimiento de las vías entre Corts Catalanes y Comtes d’Urgell. De acuerdo con el plan, en esta zona podrán edificarse más de 650 viviendas, dos hoteles y edificios para usos terciarios como oficinas. Ahora, habrá que ver cuándo será viable que la iniciativa privada apueste por esta operación.
La decadencia de la estación de autobuses de la calle Saracíbar es aún mucho más acusada que la de Renfe. El edificio data de entre finales de los 60 y principios de los 70 y está en un estado impresentable, con múltiples deficiencias y una imagen completamente anticuada. Los servicios concentran la mayor parte de las quejas, ya que están muy deteriorados y generan malos olores. La estación también tiene problemas de iluminación y ventilación en los andenes, faltan bancos para la espera, hay carencias de calefacción y limpieza, las taquillas están muy anticuadas y la cartelería y el mobiliario son muy escasos. Además, hay locales vacíos y tampoco dispone de un bar.
Está previsto que la terminal, cuya concesión acaba dentro de pocos años, sea trasladada a un edificio de nueva construcción junto a la estación de Renfe, lo que fomentaría la intermodalidad. No obstante, faltan por resolver trámites urbanísticos y que la Generalitat financie luego la obra, que, hoy por hoy, no tiene fecha. La concesionaria de la estación actual propuso hace meses un plan de mejoras a la Paeria, que no se ha concretado, que incluía el traslado de los servicios del sótano a la planta baja, así como mejorar la iluminación. La inversión necesaria sería cuantiosa –cerca de 400.000 €– y la empresa exige garantías de permanencia en el edificio actual suficiente tiempo para amortizarlas. Mientras, solo aborda actuaciones de mantenimiento menores.
Adif no prevé reabrir la consigna por seguridad y “falta de demanda”Fuentes de ADIF han afirmado a este diario que “de momento” no tienen previsto activar el servicio de consigna de equipajes de la estación, cerrado en 2007 en cumplimiento de una orden del ministerio del Interior que exigía reforzar las medidas de seguridad en este tipo de servicios. De hecho, la compañía precisa que el hecho de que España siga actualmente en nivel 4 de alerta antiterrorista hace que sea imprescindible que cualquier consigna ofrezca medidas como escáner, detectores de metales y videovigilancia para revisar las maletas y controlar las zonas de acceso. Asimismo, afirman que las encuestas y valoraciones periódicas “que hacemos a los usuarios no reflejan una demanda significativa de personas que soliciten contar con este servicio en Lleida”.