La selectividad innova en vigilancia pero mantiene inalterables sus exámenes

La selectividad comenzó este martes para 1.818 alumnos en en Lleida, y antes vigilantes pasearon por las aulas con detectores de comunicaciones, para impedir que pudieran copiar a través de dispositivos electrónicos. En cambio, las pruebas apenas cambian y algunos directores de instituto piden que sean menos memorísticas.

La tecnología está cada vez más presente en la sociedad y la selectividad no es una excepción, aunque solo sea para detectar que los alumnos no copien usando dispositivos tecnológicos. Este martes comenzaron las pruebas para 1.818 estudiantes en Lleida (1.704 en la UdL y 114 en La Seu) y antes de iniciar los exámenes los vigilantes pasaron por las aulas con un aparato que detecta cualquier comunicación y permite identificar el emisor y el receptor, por si alguien llevaba un ‘pinganillo’ oculto a través del cual le pudieran chivar las respuestas.

Los alumnos también deben tener el móvil apagado y guardado, indicó el coordinador de la selectividad en Lleida, Xavier Carrera, que añadió que no ‘pillaron’ a nadie copiando. En cambio, los exámenes no han variado. Esta inmutabilidad es cuestionada por algunos directores de institutos, que abogan por reformar la selectividad con preguntas que obliguen a razonar más para aplicar los conocimientos a casos prácticos.

Algunos directores de institutos plantean pruebas menos memorísticas y más competenciales

Esta es la línea que defienden a nivel personal los directores del Joan Oró y la Mitjana, Emma Carreras y Carles Vara, respectivamente. “Ahora el Bachillerato parece enfocado a poder superar la selectividad, y no tanto al aprendizaje de los alumnos”, indica la primera. “Esta prueba no es competencial, sino memorística”, añade, y aboga por plantearla “de otra manera”.

Vara defiende que esté más basada “en ejercicios prácticos”, siguiendo el ejemplo de las pruebas de competencias de distintos niveles educativos. Eso sí, defiende que haya una prueba universal para todos los alumnos en lugar de que cada universidad haga la suya. Mientras, Santi Pubill, director del Josep Lladonosa, considera que “hay que encontrar el equilibrio, el examen no debe ser ni totalmente memorístico ni basarse totalmente en la enseñanza por proyectos, sino que busque aplicar los conocimientos memorísticos a casos prácticos”, y el del Manuel de Montsuar, Òscar Torrelles, defiende que el actual sistema “garantiza la igualdad de oportunidades”.

En cuanto a los exámenes de este martes, un texto de José María Merino, otro de Gonzalo Torné, preguntas sobre ‘Últimas tardes con Teresa’ de Juan Marsé y el regreso de la catáfora, polémica hace dos años, protagonizaron el de castellano. En el de catalán salió un fragmento de la novela ‘Incerta glòria’, de Joan Sales, y un artículo académico sobre la presencia de la mujer en el ámbito académico.

En ambas opciones de examen se debían responder preguntas sobre las lecturas obligatorias ‘La plaça del Diamant’, de Mercè Rodoreda, y ‘Bearn o la sala de les nines’, de Llorenç Villalonga. También hubo exámenes de Economía de la Empresa, que el año pasado se pidió repetir por ser excesivamente difícil, Análisis musical, Química, Dibujo técnico y Literatura castellana.

Casi 300 alumnos estrenarán la nueva criba para Educación El sábado, los 2.892 alumnos catalanes que quieren cursar Educación Infantil o Primaria, 278 en Lleida, se enfrentarán por primera vez a una prueba adicional de aptitud personal, que deben aprobar para acceder al grado. Por otra parte, el SEPC protestó este martes por los cambios “de última hora” de la selectividad (la quinta materia de la fase general se puede elegir entre 5, en vez de 20) y reclamó su gratuidad (cuesta 107,25 €). Asimismo, 25 alumnos (4 en La Seu) con dislexia o trastorno por déficit de atención tuvieron media hora más por examen.