Cuando aprendimos a votar

El 15 de junio de 1977 –aeste jueves se cumplieron 40 años– se celebraron las primeras elecciones democráticas en España desde la Segunda República. Tras una Guerra Civil y cuatro largas décadas de dictadura las urnas volvieron a ser protagonistas en libertad y “con gran ilusión”, según recuerdan algunos de los protagonistas de la época en Lleida.

Una nueva Constitución

El momento era de gran efervescencia política, año y medio después de la muerte de Franco. La aprobación seis meses antes, por amplísima mayoría, del referéndum para la ley de Reforma Política abrió las puertas al proceso de democratización, que culminaría con la Constitución del 79, sin una ruptura expresa con el anterior régimen y manteniendo la monarquía heredada de la voluntad del dictador.

El año 1977 fue duro, con una gravísima crisis económica, con el paro, la inflación y la deuda externa desbocados, numerosos atentados terroristas de diverso signo, incluyendo la matanza de los abogados de Atocha en enero, el asesinato del empresario Josep Maria Bultó en mayo a cargo de EPOCA (antecesor de Terra Lliure) y numerosos asesinatos de ETA, entre otros.

El aparato del Estado todavía estaba en manos del “búnquer” franquista y la decisión de Adolfo Suárez de legalizar el Partido Comunista en abril levantó ampollas, aunque acabó siendo una jugada maestra para legitimar los comicios y, a la vez, dividir los votos de la izquierda. 

Euforia colectiva

Las elecciones se celebraron en un miércoles laborable, con 4 horas de permiso en el trabajo, y la participación fue altísima. En Catalunya votaron el 83% de los electores. Eran otros tiempos. “Había una euforia colectiva y la campaña y las elecciones tuvieron una participación extraordinaria, totalmente irrepetible”, recuerda Josep Pau, que fue elegido con 25 años, diputado por el Pacte Democràtic per Catalunya, una coalición catalanista también irrepetible ahora, ya que incluía a CDC, el PSC-Reagrupament de Josep Pallach, Esquerra Democràtica de Catalunya de Ramon Trias Fargas, el Front Nacional de Catalunya e independientes.

“La gente iba a los mítines de todos los partidos porque no los conocían y hacíamos tres o cuatro cada día. Pero había una coincidencia grande en lo que hacía falta: recuperar la democracia, el Estatut y la amnistía de los presos políticos. Se vivía con ilusión y una esperanza en el futuro que ahora, aunque estamos mucho mejor, no existe tanto”, relata Pau.

Suárez, presidente

“Lo vivimos con una ilusión que ahora que se está acostumbrado a ir a votar no se puede ni imaginar”, corrobora Manuel de Sàrraga, elegido entonces diputado por la UCD por Lleida. Ganó con una amplia mayoría el partido de Suárez, beneficiado por el control del aparato del Estado, el diseño del sistema electoral, la división de la izquierda y su presencia en TVE.

El electorado optó claramente por la moderación, con el PSOE, con el nuevo liderazgo de un joven Felipe González, como segunda fuerza, y los franquistas de AP y los comunistas del PCE a mucha distancia. En Lleida, ganó el catalanismo por los pelos, 237 votos que suponían un escaño más. “Fue muy ajustado y hubo impugnaciones de papeletas, pero los resultados no sorprendieron”, afirma Sàrraga.

“La ciudadanía quería cambios, pero tranquilos, sabían que el aparato represor seguía activo y no querían romper nada”, concluye Pau.

Resultats congrés Lleida

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