Bachilleres ejemplares

Alba Zurita considera que la clave es “estudiar mucho y compaginarlo bien con las otras cosas que haces”, en su caso un curso semipresencial de inglés en la EOI. También indica que “no soy de salir mucho”, pero que sí salía algunos fines de semana si no tenía ningún examen o trabajo que hacer. Cursó el Bachillerato de ciencia y tecnología y ahora estudiará el grado de Ingeniería Química en la universidad Rovira i Virgili de Catalunya. “Otra opción era la de Medicina, pero aposté por esta porque la química me gusta muchísimo, es algo práctico y lo hace poca gente”, señala. Marta Aldomà cursó la modalidad de humanidades y ciencias sociales y en septiembre iniciará el grado de Humanidades en la Pompeu Fabra. Ella destaca como clave la buena organización, ya que además del Bachillerato “estudiaba alemán, inglés y jugaba al baloncesto”. “Podía con todo porque me organizaba muy bien”, sentencia. Su compañera Jana Farran hizo la modalidad de ciencias y confiesa que “estudié bastante”, aunque acto seguido añade que “también tenía tiempo libre que dedicaba a jugar al pádel”. Ahora comenzará Matemáticas en la Universitat Politècnica de Catalunya. “Siempre he tenido bastante claro que quería estudiar esta carrera”, asevera. Teresa Peña también estará en esta universidad, en el grado de Ingeniería Aeroespacial, tras haber acabado el Bachillerato científico. Su receta para lograr una gran nota: “estar atenta en clase y trabajar mucho en casa”. Al igual que otras de las distinguidas que han cursado esta modalidad, relativiza la imagen de que es más difícil que la de humanidades. “Todo tiene su dificultad”, señala. Por su parte, Sílvia Ribes iniciará el grado de Traducción e Interpretación en la Autònoma de Barcelona tras haber cursado el Bachillerato de humanidades con la peculiaridad de que el primer curso lo hizo en Fernie, en Canadá, tras obtener una de las becas destinadas a graduados de ESO que la fundación Amancio Ortega convoca cada curso para estudiar en este país o en Estados Unidos. Destaca que el sistema educativo canadiense “da mucha importancia a la práctica y al debate y se trabaja mucho en grupo” y añade que estudiar todo un año en el extranjero “me ha ayudado a desarrollarme mucho a nivel personal”. También subraya que a su regreso al instituto de Artesa de Segre para cursar segundo, “los profesores me han acompañado mucho” y han hecho que el miedo a este retorno haya quedado en nada.

De hecho, otro de los aspectos en que coinciden todas es en elogiar la calidad de los profesores que han tenido y de la enseñanza que han recibido en sus institutos.