EDUCACIÓN INICIATIVAS
Estudios para romper estigmas
Alumnos de etnia gitana apuestan por romper la visión negativa de su colectivo y reivindican su esfuerzo para seguir estudiando más allá de la ESO, unos en FP y Bachillerato y otros en la universidad|| Programa de Enseñanza para contribuir a su éxito escolar y sociolaboral
“Ver a gente de tu etnia que está consiguiendo cosas, reconforta. Se tiene una visión muy negativa del colectivo gitano, piensan que no servimos para nada y no es así. Nosotros hoy estamos demostrando que podemos ser igual que cualquiera. Somos diferentes, sí, pero igual de válidos. Que no te juzguen por ser gitano”. Así de claro se expresa Lidia Martínez, de 17 años, que en unos días empezará segundo de Bachillerato y tiene decidido que después estudiará el grado de Educación Social. Es es una de los alumnos de etnia gitana de Lleida que estudian más allá de la ESO. “Somos muchos, no cuatro”, remarca. El programa de Enseñanza de promoción escolar de este colectivo da sus frutos y con la ayuda de mediadores, educadores, asociaciones busca la implicación de las familias (ver desglose). “Mi madre es muy gitana, con sus costumbres, pero siempre me ha apoyado para que estudie. Soy la primera de la familia”, relata, y reconoce también la labor de educadores y mediadores. “Sin el refuerzo de mi familia y los educadores, me habría casado y quedado en casa”, admite.
Marcos Doya, de 17 años, también es el primero de su entorno que estudia. Empieza un ciclo formativo de Emergencias Sanitarias y espera ser un espejo para su hermano y sus amigos. “Me gustaría avanzar en la vida, quiero superarme a mí mismo”, remarca, y reconoce el esfuerzo que le ha costado llegar hasta donde ha llegado.
“Estamos demostrando que podemos ser igual que cualquiera. Que no nos juzguen por ser gitanos”
Enseñanza, mediadores y asociaciones unen fuerzas para convencer a las alumnos y sus familias
Judit Berdejo tiene 28 años y dos hijos y es universitaria. No acabó cuarto de ESO, pero después se lo replanteó y volvió a las aulas. “Sabía que no quería la vida de quedarme en casa”, señala. Cursó varios ciclos de FP, trabajó dos años, hizo otro ciclo y, al final, se matriculó en Medicina. Comienza ahora segundo y destaca que no es la única de su etnia en la carrera. Afirma que su familia no ha influido en sus decisiones. “No siempre son los padres. Yo decidí dejarlo y luego volver a estudiar”, recalca.
Gabriel Mendoza, de 24 años, iniciará tercero de Trabajo Social y antes cursó dos ciclos de FP. Nadie de su familia ha estudiado y recuerda que en tercero de ESO quería dejarlo. “No estaba motivado, pero la promotora escolar Raquel Salazar me convenció de seguir. Nunca pensé que acabaría en la universidad, pero aquí estoy”, destaca. Subraya que el hecho de que los mediadores sean también gitanos resulta positivo, y dice que en el futuro querría dedicarse a trabajar por su barrio, la Mariola.
“Espero conseguir que muchos sigan estudiando” Los objetivos del programa de promoción escolar de estos alumnos son diagnosticar su situación para prevenir el absentismo, contribuir a su éxito escolar y su promoción sociolaboral y, además, hacer visibles los valores de la cultura gitana dentro del currículum escolar y la vida del centro. El delagado de Enseñanza, Miquel Àngel Cullerés, remarcó que quieren que todos los alumnos reciban el máximo de formación “porque está demostrado que es la garantía de su éxito personal y profesional”. Asimismo, mediadores y asociaciones como Fem Progrés, contribuyen a que las familias asuman la importancia de los estudios para el futuro de los niños y niñas. Susana Díaz es una de las promotoras escolares que, junto a Antonio Mendoza, se encargan de esta labor y de convencer a los propios alumnos de que no dejen las clases. “Cuesta, pero poco a poco se va avanzando y espero conseguir que muchos sigan estudiando”, asegura. Nando Nouvilas, presidente de la plataforma La Veu del Gaf, que aglutina varias entidades gitanas, considera que los trabajos ‘tradicionales’ entre el colectivo, como recoger chatarra, “se han quedado obsoletos” y defiende la necesidad de formación “para que nuestros hijos y nietos no queden descolgados de una sociedad cada vez más competitiva”.