De comisaría a templo ortodoxo

El colectivo ortodoxo rumano empezó las obras en mayo de 2015. Avanzan poco a poco, al ritmo que permiten la disponibilidad de financiación. Por ello, las donaciones de fieles y los operarios de origen rumano que trabajan en el templo de forma desinteresada en sus ratos libres son claves. “Esperamos poder celebrar la Navidad en la nueva iglesia, nos haría muchísima ilusión. Faltarán detalles y adecuar otras dependencias de la primera planta, pero no son imprescindibles ”, explica el sacerdote Daniel Simón. Uno de los requisitos básicos para poder abrir es obtener el permiso de funcionamiento provisional municipal. El templo, detalla Simón, funcionará también como centro cultural rumano. Así, prevén organizar actividades paralelas como refuerzo escolar para niños, clases de baile y talleres de iconos pintados al óleo (típicos de la cultura ortodoxa), además de las clases de catequesis. Todas serán gratuitas y a cargo de voluntarios. Pero mientras, los operarios continúan rebozando paredes y en las próximas semanas prevén impermeabilizar las terrazas y colocar puertas y baldosas.

La comunidad ortodoxa celebra ahora sus ceremonias en los bajos de la iglesia del Carme, que se les ha quedado pequeña.

Campanas pequeñas y “respetuosas” El templo todavía no tiene instaladas las campanas. Al respecto, el padre Simón quiso lanzar un mensaje de tranquilidad a los vecinos: serán eléctricas y pequeñas y solo tocarán los domingos y festivos. La comunidad ortodoxa compró en 2014 a la Generalitat la vieja comisaría por 480.000 euros, un importe que va pagando a plazos.