Homenaje a los más de 300 leridanos deportados a campos de concentración

Acto de homenaje ayer a los más de 300 leridanos deportados a los campos de concentración nazi con la inauguración de la escultura “Fita” de la mano de la Paeria de Lleida, el Centre Excursionista y Amical Mauthausen. Familias y amigos recordaron con gran emoción a 45 vecinos de la capital del Segrià que fueron víctimas de la barbarie.

“Que el horror vivido en los campos nazis nunca más se repita. Esto es un grito por la memoria y por la libertad”. Este fue el clamor que sobrevoló ayer en el homenaje a 45 vecinos de Lleida que fueron deportados a los campos de concentración nazis. Nombres que forman parte de la lista de 315 leridanos que se sabe que fueron víctimas de la barbarie del nacionalsocialismo. La mayoría no sobrevivieron, pero su testimonio perdura en sus familias. Estas estuvieron ayer presentes en la inauguración de la escultura “Fita”, del artista Àngel Eroles, que se ha instalado en la calle Jaume II, en Cappont, con la Seu Vella de fondo. Una iniciativa de la Paeria, el Centre Excursionista de Lleida y Amical Mauthausen.

Con gran emoción, los asistentes pudieron ver la escultura que, en palabras del alcalde de Lleida, Àngel Ros, es un “grito de la ciudad a favor de la libertad y contra la violencia”. Mientras, Joan Ramon Segura, del Centre Excursionista de Lleida, afirmó que el objetivo es que todas las localidades tengan un monumento en su recuerdo.

El homenaje recordó a las víctimas de los nazis por su religión, etnia, orientación sexual e ideas políticas

Al acto también asistió Josep Sanmartí, de Amical Mauthausen, cuyo tío, Manolo San Martín Santamaría, aparece en el monumento. “Luchó con el Ejército francés y acabó deportado a Mauthausen. Su destino era morir pero sobrevivió con el apoyo de los compañeros”, explicó. Enric Curià Gatius no aparece en esta lista, pero su hija Teresa le recordó ayer. Murió en el campo de Gusen sin que ella pudiera llegar a conocerle. El homenaje se completó con piezas musicales, una ofrenda floral y una vela por cada colectivo represaliado.

Federico Carulla Tapias es el cuñado de José Paul Mola, uno de los 45 leridanos que fueron deportados a un campo de concentración. A sus 93 años, recuerda lo que le contó del horror nazi.

¿Qué les explicaba sobre su estancia en Mauthausen?

No explicaba casi nada. Y nosotros tampoco nos atrevíamos a preguntar.

¿Nunca contó nada?

A su hermana, mi mujer, le contó una vez que uno de los oficiales tiraba una gorra fuera de los límites del campo y les decía a los presos que la fueran a buscar. Una vez fuera, los fusilaban. También explicó que había otra sala donde les ataban a una silla y les torturaban tirándoles gotas de agua en la cabeza.

¿Y él vivió en carne propia alguna de estas atrocidades ?

Lo del sombrero seguramente lo vio, pero lo de la tortura con las gotas de agua nunca llegamos a saber si se lo hicieron a él o se lo contaron sus compañeros. En Mauthausen había muchos españoles y se lo podrían haber explicado ellos. Era un tema muy complicado de tratar para toda la familia.

¿Cómo acabó en el campo?

Se fue de España durante la Guerra Civil porque era republicano. Se alistó en las milicias, le apresaron y los alemanes lo enviaron a Mauthausen. Él se llevaba bien con los oficiales y podía enviar cartas desde ahí porque ayudaba en las tareas. Al ser liberado, se quedó en Francia y formó ahí su familia.

¿Y desde Lleida cómo vivieron esta situación?

Un día vino un hombre haciéndose pasar por un amigo suyo, pidiendo un paquete con comida y dinero para él y no se lo dimos. Cuando salió del campo de concentración descubrimos que todo era una farsa.

¿Qué le parece el homenaje?

Lo podrían haber hecho antes, cuando muchos de ellos aún vivían. José murió hace años y a su hermana le hubiera hecho ilusión poder ver este acto.