URBANISMO MARIOLA
La mitad de las viviendas de los bloques Ramiro Ledesma están vacías u okupadas
De las 458 inspeccionadas hasta ahora, 177 están deshabitadas, 61 tienen okupas y los inquilinos de las 220 restantes están en situación legal || Solo quedan por revisar una cincuentena de pisos
El trabajo de inspección por parte de la Paeria de la situación actual de los pisos de los bloques Grup Mariola (antiguos Ramiro Ledesma) está ya muy avanzado y ha permitido comprobar que alrededor de la mitad están vacíos o bien están okupados irregularmente. Según la información facilitada por el teniente de alcalde de Urbanismo, Fèlix Larrosa, han sido revisadas 458 viviendas -de 9 bloques repartidos entre 39 comunidades de propietarios-, de las que 220 (un 48%) cuentan con inquilinos en situación legal y 177 están desocupadas (38,69%), mientras que las 61 restantes están okupadas (13,31%).
El total de residentes en estos pisos son 737 distribuidos entre 309 núcleos familiares. De ellos, casi un tercio (el 29%) son menores de 18 años, el 12% son mayores de 65 y el resto tienen entre 18 y 65 años de edad.
En las viviendas inspeccionadas viven 737 personas repartidas entre 309 núcleos familiares
Esta revisión tiene como objetivo obtener una radiografía detallada de estos bloques de cara a redactar el denominado Plan Mariola 20.000, cuyo objetivo es reformar integralmente este espacio de la ciudad procediendo al derribo progresivo de los pisos para construir otros de nueva planta. Se trata de un plan a largo plazo, de un mínimo de ocho años, y que precisa del apoyo de la Generalitat y del Gobierno central, que son las administraciones que tienen las competencias en materia de vivienda. Además, el ayuntamiento tiene previsto mantener consultas previas con los vecinos.
Estos bloques fueron construidos en los años cincuenta del siglo pasado. Las llaves de una primera fase se entregaron en 1957 y las de la segunda, en 1960. Eran de titularidad pública, del entonces ministerio de la Vivienda, y con la instauración de la Generalitat fueron traspasados a Adigsa, que los acabó vendiendo a los inquilinos. Sus pequeñas dimensiones (los mayores no tienen más de 45 metros cuadrados), la precariedad de los materiales y los servicios básicos con que fueron construidos y la marcha de buena parte de los vecinos de toda la vida, sustituidos por familias con pocos recursos, provocó su deterioro, que se agravó notablemente tras el estallido de la crisis, que comportó una ola de desahucios que dieron pie a okupaciones y al saqueo de decenas de pisos. De hecho, un buen número de los que están vacíos son propiedad de entidades bancarias y parte de ellos han sido desvalijados. En algunos incluso no quedan ni los marcos de las ventanas.