SALUD ENFERMERÍA Y FISIOTERAPIA
Ellas viven más, pero peor
Los hombres suelen fallecer antes que las mujeres, aunque estás últimas son más propensas a desarrollar enfermedades crónicas que derivan en una peor calidad de vida. Así lo revela el estudio L’estat de salut i la fragilitat de les persones grans de Lleida, en el que docentes del departamento de Enfermería y Fisioterapia de la UdL entrevistaron a más de 600 mayores de 75 años de la capital para analizar su estado de salud. El informe subraya que el 52,7% de las mujeres son ‘frágiles’, una cifra que contrasta con el 38,4% de los hombres. Pero, ¿a qué nos referimos cuando hablamos de personas frágiles? Según Pilar Jürschik y Miquel Ángel Escobar, que ayer presentaron su estudio en las VII Jornades de Infermeria i Fisioteràpia, “entendemos por frágiles aquellas personas que tienen un buen estado de salud pero que, debido a circunstancias concretas como no tener pareja, tener un nivel bajo de estudios o percibir ingresos reducidos, pueden desarrollar situaciones de estrés que se traducen en una pérdida de movilidad, malnutrición y como consecuencia, una mayor mortalidad y dependencia”.
El análisis hace hincapié también en las caídas y en el miedo a padecer una fractura. Y es que las personas que sufren una pérdida de confianza en sí mismas entran en una espiral debilitante al aislarse y autorestringirse cualquier actividad física. Aproximadamente, el 30% de los ancianos pierden el equilibrio al menos una vez al año, aunque con el aumento de edad se produce un incremento progresivo de las caídas. Aun así, lo más importante es que el estudio podría ayudar a detener o revertir los factores que provocan una peor calidad de vida. “Toda esta información nos asegura que la fragilidad se puede prevenir con determinadas intervenciones como sería la mejora de la alimentación del paciente o la prescripción de más ejercicio físico.
En el momento que percibimos un aislamiento o un ciento deterioro debemos cuidar mejor la nutrición, lo que se supondría una disminución de la mortalidad”, apuntan Jürschik y Escobar, al mismo tiempo que destacan la relevancia de ofrecer un refuerzo emocional que evite las situaciones de estrés durante las hospitalizaciones y los casos de viudedad.