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ATOMIUM. El futuro alcalde ejerciendo de físico en un viaje de juventud a Bruselas

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REPORTAJE publicado en la revista LECTURA de diario SEGRE el 7 de diciembre de 2008, por Anna Sàez. En este reportaje se daba un repaso de las 'primeras veces' de personalidades vinculadas a Lleida, como Perico Pastor, Joan Viñas, Txe Arana, Rafael Pujol o Araceli Segarra.

El alcalde de Lleida, Àngel Ros, recuerda como si fuera ayer el día que fue “a un taller que todavía existe, cerca de la Peña del Barça” a comprarse su primer coche. Daba igual que fuera “de cuarta o quinta mano”. Para el joven estudiante de Ciencias Físicas, aquel dos caballos cutre era su pequeño tesoro con que conquistaría la tan deseada libertad. Cosas de la edad. Era un coche gris prácticamente igual al que se expone en el museo Roda-Roda, donde le hacemos las fotos.

En aquellos tiempos, el futuro alcalde de Lleida había empezado a trabajar con computadoras. Así se llamaba todo lo que olía a lo que ahora diríamos informática. “fue una buena oportunidad para gente que hacíamos matemáticas o física”, reconoce. En 1973, cuando hacía cuarto de carrera, la IBM lo fichó como becario. “Cobraba 4.000 pesetas al mes”, recuerda. Una pequeña fortuna si tenemos en cuenta que la comida en el comedor universitario costaba 18 pesetas. “25 si no tenías abono”, añade haciendo toda una exhibición de buena memoria.

El año siguiente le subieron el sueldo a 5.000 pesetas de la época. Poca gente entendía de ordenadores entonces y los primeros informáticos iban muy buscados. “Trabajábamos  con unos ordenadores monstruosamente grandes que, paradójicamente, tenían menos potencia de la que puede tener hoy el PC de un escolar de primaria.” Ya no abandonaría el mundo de las computadoras. Cuando hacía la mili en Madrid fue jefe de informática de Unicef y después, cuando retornó a su Lleida natal, lo hizo como jefe de informática de Copaga, su primer trabajo serio.

En un tiempo en el que los ordenadores no abundaban, sorprende que la cooperativa estuviera lo suficiente al día para crear un departamento de informática. “Sí, supieron adelantarse.” Como adelantados veía los franceses en 1968. “Soy muy típico, muy de Lleida: la primera vez que salí al extranjero estuve en Foix, con Jaume Magre”, explica divertido. Era un año muy revolucionario y aunque Foix, la ciudad hermanada con Lleida, quedaba muy lejos del mayo de París, “podías oír que los tiempos” estaban “cambiando”.

El que más lo impactó, sin embargo, fue descubrir en primera persona cómo se vivía en democracia. “Recuerdo que, como todos los rojillos de la época, me compré L’Humanité.” Con pocas páginas tuvo suficiente para saber qué significaba realmente el concepto libertad de expresión. “El viaje a Foix fue una experiencia de aquellas que te marcan y no por la ciudad, sino por lo que significaba descubrir la democracia.”

Àngel Ros, encima de su primer coche, en el Museo Roda Roda de Lleida

Àngel Ros, encima de su primer coche, en el Museo Roda Roda de LleidaAlbert González

Àngel Ros, encima de su primer coche, en el Museo Roda Roda de Lleida

Àngel Ros, encima de su primer coche, en el Museo Roda Roda de LleidaAlbert González

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