LLEIDA
Àngel Ros: «Un alcalde ha de amar la ciudad y querer el progreso ciudadano»
A Àngel Ros le gustaría ser recordado después de ser alcalde durante casi 15 años como una buena persona y un servidor público. Defiende que tras su gestión “nos hemos convencido de que somos la capital interior de Catalunya” y está especialmente orgulloso del parque de Gardeny, pero también admite errores, como minimizar en un primer momento los hechos del 1-O. Se va a Andorra como embajador de España sin nombrar un sucesor y confía en que en las municipales se valore más el proyecto de ciudad que el procés.
¿Cómo le gustaría ser recordado después de ser alcalde de Lleida desde 2004?
Como una buena persona que dedicó los 15 mejores años de su vida al servicio público en Lleida. He sido alcalde de los 50 a los 65, que son años de madurez y a la vez de creatividad.
¿Qué ha aportado a Lleida?
Antoni Siurana tuvo el papel de desarrollar las grandes infraestructuras de la ciudad y las conexiones entre barrios y a mí me ha tocado el papel de modernizar la ciudad y convertirla en capital. En este periodo podemos hablar de equipamientos y cultura de capitalidad. Los ciudadanos nos hemos convencido de que somos la capital interior de Catalunya, la capital agroalimentaria de nuestra eurorregión y una ciudad con una importante economía del conocimiento. Eso se visualiza con la creación del parque científico de Gardeny donde trabajan 1.800 personas, en que hayamos desarrollado Mercolleida a nivel europeo, que la Fira de Sant Miquel sea una entidad estabilizada o con la Llotja. También hemos hecho una gran apuesta por la educación, doblando las escuelas ‘bressol’ de 9 cuando empecé a ser alcalde a 18, y creando el concepto de centros de refuerzo para niños en riesgo a los que damos educación complementaria para que tengan igualdad de oportunidades. Hay 11 centros, 6 municipales. También hemos apostado por la educación artística.
¿Se va con alguna espina clavada de proyectos por hacer?
Hubiera querido acabar el plan de la estación, que está encarado. También hay una asignatura pendiente, y espero que se resolverá durante lo que queda de mandato, que son Les Basses. Creo que deberíamos haber hecho más. Me gustaría haber visto la Seu Vella patrimonio mundial, pero a ese proyecto seguiré vinculado porque la persona que lleva la gestión es el experto andorrano de la Unesco. Y sobre el río Segre, hubiera querido ver de una manera estable piraguas a la altura de la Paeria, como símbolo de haber mejorado el paisajismo. El alcalde que haya dentro de cien años seguirá encontrando asignaturas pendientes en la ciudad, porque es un ente vivo.
Otra cuestión pendiente es la implantación de grandes superficies.
Sí. Pero hasta hace un tiempo solo faltaban medianas y grandes superficies y, ahora, también centros logísticos para servir la compra por internet. Hemos de tenerlos.
¿Se arrepiende de algo de su gestión?
Debería haber sido mucho más duro con los gobiernos de Barcelona y Madrid para forzar la finalización del plan de la estación. Y apretar antes a la Generalitat para que sus leyes no impidieran que Lleida tuviera algunos equipamientos comerciales. Me he arrepentido de muchas cosas. El 1-O me equivoqué minimizando a primera hora lo que estaba pasando. No tenía la información y cuando la tuve lo corregí. En 15 años cometes muchos errores y muchos aciertos. Se trata de que el balance salga positivo, pero eso solo lo pueden juzgar los medios y los ciudadanos.
¿De qué está más orgulloso?
De convertir Gardeny, que era yermo, en el centro del conocimiento de Lleida. De haber batallado hasta el final para conseguir la facultad de Veterinaria, que fue mérito de muchos. También tuvimos que pelear con ciudades del área metropolitana de Barcelona para que una empresa, Atento, diera 500 puestos de trabajo en Pardinyes. O de la decisión de situar el Parador en el Barri Antic, aunque costara muchos años.
Es el único que ha logrado dos mayoría absolutas seguidas, pero después perdió apoyo. ¿El conflicto con su entonces primera teniente de alcalde, Marta Camps, fue el inicio?
Fue decisivo para la pérdida de la mayoría absoluta. Fuimos a las municipales estando yo denunciado ante la Fiscalía Anticorrupción, que archivó las denuncias después de las elecciones. Aún así las gané, y hemos gobernado en minoría. Fuí elegido con los únicos votos socialistas, pero después la responsabilidad de Cs y PP con los proyectos de ciudad, que agradezco, ha dado una estabilidad al gobierno municipal.
Una parte de la ciudadanía no lo ha entendido así y se ha distanciado del PSC.
Yo he sido objeto de una campaña brutal de destrucción, especialmente en las redes y eso obviamente ha influido en este periodo. El procés también ha sido decisivo para introducir inestabilidades en la política catalana. Mi esperanza es que en las municipales se valore más la labor y el proyecto de ciudad que elementos de política nacional como el procés. Estoy muy seguro del papel que hará el candidato o candidata socialista, sean quien sea.
¿Tiene un favorito?
Podría pronuciarme, pero no quiero. Cuando anuncié mi renuncia ya dije que mi partido tiene banquillo para ser alcalde o alcaldesa. Personas a las que yo he propuesto ir de dos, tres, cuatro o cinco tienen toda la capacidad para serlo.
Dice que confía en que se valore más el proyecto de ciudad que la política catalana, pero la postura socialista en aplicación del 155 y otras cuestiones en el procés ha sido decisiva en Lleida.
Creo que el procés se ha llevado por delante muchas cosas. Ha sido decisivo como elemento de política destructiva. Tengo muchos amigos independentistas y los respeto absolutamente, pero creo que hemos de ser capaces de priorizar la convivencia y el espíritu de progreso y de construir, por encima de políticas que crean un nivel de fractura social importante. El procés ha tenido un impacto en la sociedad catalana y creo que nadie tiene soluciones a la situación actual. Desde hace dos meses se ha abierto un marco de diálogo fundamental. El presidente Pedro Sánchez tiene un espíritu de resolución del conflicto y deseo que el president Quim Torra también lo tenga, y he visto a veces indicadores muy positivos. El único apriorismo que hemos de fijar es que se ha de resolver este problema, encontrar un marco de relación primero dentro de Catalunya y, segundo, con el resto de España. Me preocupa más la ruptura social dentro de Catalunya, la inestabilidad interna actual.
Ante el desgaste personal que ha sufrido por estas cuestiones, ¿pensó en dejar la alcaldía?
Me di este verano para meditar con la familia. Hace tiempo que dije que me presentaría si mi partido me lo pedía, y me lo pidió, y si mi familia me dejaba. Es una manera de decir que la decisión se toma en familia, porque hemos sufrido todos un desgaste importante los dos últimos años, y especialmente este último, derivado del procés. Hemos sufrido mucho y me pidió que no me presentara. Nos dimos este verano y ha pasado lo que ha pasado. Pedro Sánchez ganó la moción de censura y el ministro Josep Borrell, el ministro que más ha hecho por Lleida en el periodo democrático, me propuso ser embajador. Siempre me había hecho ilusión y había hecho mis pinitos en este sentido intentando hacer la carrera. Evidentemente dije que sí. Siento especial devoción por Borrell. Sin él, la canalización no existiría, el AVE no pasaría por Lleida y no habría el Pont de Pardinyes.
Sin este nombramiento, ¿la habría dejado igualmente?
Sí, creo que hubiera dejado el ayuntamiento después de meditar este verano. Estoy convencido. Me habría dedicado a volver a la actividad docente. Soy profesor titular de Telecomunicaciones en la Universitat Ramon Llull y, en caso de no haber existido la propuesta del ministro Borrell, prácticamente seguro que después del verano habría anunciado que me iba a la universidad.
¿Qué aconseja al nuevo alcalde o alcaldesa para acabar bien el mandato y conseguir un buen resultado en las próximas municipales?
Que ame a Lleida y priorice el trabajo por el progreso de todos los ciudadanos. Para ser alcalde se ha de amar a la ciudad y querer el progreso de los ciudadanos, trabajar para que tengan trabajos dignos, calidad de vida y servicios públicos urbanos de calidad. Todo eso se consigue teniendo una estima muy profunda por la ciudad y preocupándose cuando un ciudadano está sufriendo, por su bienestar y su progreso, no por modelos de país y de Estado. Una ciudad es un factor de cohesión social, las ciudades unen, no compiten. No se pueden mezclar proyectos de país con la política municipal. Sé que eso es lo contrario de lo que dicen mis rivales políticos.
¿Cuál es su relación con Andorra?
Para la mayoría de leridanos es el primer país al que hemos ido. Sentimos una especial estima por este país dentro de los Pirineos, con todo su encanto. He sido vicepresidente del Centro Excursionista de Lleida y para mí los diferentes valles del Pirineo han sido muy importantes. Y Andorra tiene especificidad, identidad propia, es un Estado situado en el Pirineo que tanto queremos los leridanos, y cuando me plantearon ser embajador de España en Andorra, acepté. Además de la función de servir desde la política exterior del equipo del ministro Borrell, hay la especial atracción que el Pirineo y Andorra tiene para la mayoría de nosotros. Yo asocio Andorra a ese pequeño país, pero grande, de los Pirineos.
¿Cuál debe ser el papel de España en el acuerdo de asociación que está negociando Andorra con la Unión Europea?
Andorra, especialmente desde que hace 25 años, es un Estado con una Constitución y se ha hecho un proceso de modernización institucional sin renunciar a sus raíces identitarias, ha avanzado en su relacion con Europa. Evidentemente, España la apoya en el proceso de crear modelos de relación con la UE. Siempre ha apoyado, y lo seguirá haciendo, el papel de vinculación entre Andorra y Europa. Esta será una de las labores en las que habré de trabajar como embajador.
La asociación de diplomáticos ha cuestionado los nombramientos de embajadores que no son diplomáticos de carrera.
Eso lo he visto otras veces con los nombramientos vinculados a cada cambio de gobierno.
¿Seguirá siendo el presidente del PSC?
Lo he de hablar con el primer secretario, Miquel Iceta, y entonces tomaré las decisiones que toquen.