TRIBUNALES JUICIO
El asesinato de Acadèmia: de 15 a 22,5 años de cárcel
La Audiencia debe fijar ahora la condena tras el veredicto del jurado
El jurado popular lo tuvo claro y en apenas 24 horas de deliberación consideró por unanimidad que Jordi Lanuza, un instalador de fibra óptica, asesinó a Amparo Soler, una funcionaria de Enseñanza de 61 años, en su domicilio de la calle Acadèmia el 17 de febrero de 2017. Será ahora el turno de la presidenta de la Audiencia de Lleida, Lucía Jiménez, que presidió un juicio que se alargó durante seis días, quién deberá fijar la condena para Lanuza. No es un tema menor, ya que la pena de cárcel puede oscilar de los 15 años hasta los 22 años y medio de prisión. La pena más elevada es la que ha solicitado desde el inicio la familia de la víctima, que ejercía la acusación particular y está representada por la letrada Marta Duró. En cambio, Fiscalía, tras el veredicto, modificó su acusación y pasó de pedir 15 años por homicidio a 21 años por asesinato. La defensa, a cargo de Roberto Salom, se vio obligada a pasar de la absolución a solicitar la pena mínima por asesinato, fijada en 15 años. La magistrada también deberá fijar las indemnizaciones para la familia de Amparo Soler, que puede llegar a los 150.000 euros, y si aplica otras medidas tras la condena como la libertad vigilada.
El crimen de la calle Acadèmia ha sido uno de los más relevantes de la crónica negra de los últimos años en Lleida, especialmente porque el presunto autor no fue arrestado hasta cuatro meses después, llegando a generar múltiples hipótesis. La investigación policial, sin fisuras, ha acabado siendo una de las claves para resolver el crimen. De hecho, para los Mossos d’Esquadra, Jordi Lanuza fue el único sospechoso desde el primer momento y solo un día después ya fue citado a declarar en comisaría, aunque no lo arrestaron porque no tenían suficientes pruebas en ese momento. Los investigadores consiguieron desmontar su coartada (como las llamadas y mensajes telefónicos que hizo a la víctima para decirle que no la había localizado) y hacerlo caer en contradicciones gracias, por ejemplo, a las grabaciones de las cámaras de seguridad de la calle, que acreditaron que estuvo 34 minutos en el interior del edificio en el que vivía la víctima. Determinantes también ha sido los testigos, como el vecino del segundo que se cruzó con Lanuza, y los análisis de las gotas de sangre que había en el bolsillo derecho de la parte trasera del pantalón que llevaba puesto la víctima, que certificó que contenía el perfil genético (ADN) del acusado. Asimismo, la valoración de los forenses, que afirmaron que la víctima tuvo apenas pudo defenderse de su agresor, ha sido determinante para que el jurado haya considerado que el crimen de Acadèmia no fue un homicidio, sino un asesinato en toda regla.