URBANISMO MOVILIDAD
Calles poco accesibles
Las personas en silla de ruedas critican las “decenas” de barreras arquitectónicas que hay en la ciudad || Lamentan que la mayoría de estos obstáculos “se solucionarían con más mantenimiento”
Calles estrechas o con pendientes imposibles, bordillos elevados, farolas en medio de la acera y baldosas rotas que hacen imposible el paso. Estos son algunos de los obstáculos que diariamente se encuentran las personas en silla de ruedas por la ciudad y que deben sortear como pueden. Unas barreras urbanas que, en algunos casos, impiden que puedan llevar una vida plenamente independiente y, por ello, desde la Associació de Paraplègics i Discapacitats Físics de Lleida (Aspid) piden que se arreglen todas estas deficiencias, porque “es una bomba de relojería que lleva mucho tiempo sin atenderse”. Así lo ve Toni Montardit, miembro del grupo de accesibilidad de Aspid, que creen que lo primordial “es que haya un mantenimiento constante de las calles, porque son los obstáculos más fáciles de solucionar pero de los que más hay”. Su compañero, Ventura Vidal, no duda en calificar estas deficiencias como “un problema de interés general” y recuerda que en el futuro “el 50% de la gente de la tercera edad tiene o tendrá una discapacidad motora o mental”.
En lo que respecta a cuántas calles de Lleida no son accesibles para personas en silla de ruedas, Esteban Torres, también miembro del grupo de accesibilidad, dice que “hay decenas de casos de calles demasiado inclinadas, estrechas, con baldosas rotas o con obstáculos en el centro de la acera”. Un ejemplo de las primeras es la calle Corts Catalanes o la avenida Francesc Macià entre la estatua de Indíbil y Mandoni y la calle Saragossa. “Son dos zonas peligrosas para nosotros, porque la pendiente te lleva a la calzada”, explica Vidal, que recuerda que “la ley fija que las calles no pueden tener más de un 8% de pendiente y estas dos calles superan esta cifra ampliamente”. Los equipamientos municipales o de servicios tampoco se libran de estas barreras para las personas en sillas de ruedas. Un ejemplo de ello es la parte superior del edificio Pal·las, sede de la concejalía de Urbanismo. “El ascensor que hay para subir hasta arriba es demasiado estrecho para una silla de ruedas, mientras que la mayoría de parques urbanos, algunos accesos del cementerio municipal o el camino que lleva al tanatorio, comprar una entrada en el teatro de la Llotja, la estación de autobuses, la zona de la Cuirassa o el parking del hospital Arnau de Vilanova son otros lugares prácticamente inaccesibles para nosotros”, lamenta Vidal. A su vez, Montardit recordó que la normativa catalana establece que todas las calles deben ser accesibles para discapacitados físicos, pero “lamentablemente, la administración es la primera que incumple esta normativa y a veces no recordamos que la silla de ruedas es un peatón más”.
“La ley dice que las calles no pueden tener más de un 8% de pendiente y aquí hay casos de hasta el 18%”
Pero el lugar de la ciudad que se lleva la palma en barreras arquitectónicas es el puente Príncep de Viana. “Lo tiene todo mal: rampas muy empinadas, pasos estrechos para acceder al puente y alguna que otra farola o señal en medio de la acera que te impide el paso”, lamenta Montardit, que recalca que otros lugares como los supermercados o algunos locales sociales “tienen unos bordillos imposibles de sortear”. Vidal añade que “en 2016 constatamos que solo el 40% de los comercios del Eix tenían rampa de acceso, ni de compras podemos ir”.