URBANISMO EFEMÉRIDE
Diez años del puente más icónico de Lleida
El viaducto de Príncep de Viana cumple mañana este aniversario tras haberse convertido en uno de los símbolos de la ciudad || Tanto arquitectos como vecinos elogian su diseño y funcionalidad
“Cualquier puente nuevo es siempre sinónimo de prosperidad”, afirma la arquitecta Mamen Domingo, que no duda en calificar de “icono” el puente Príncep de Viana, que mañana cumple diez años de su inauguración. Una infraestructura que ya se ha convertido en un auténtico símbolo de la Lleida del siglo XXI y que ha modificado el skyline de la ciudad, siendo además una de los ejes vitales del tráfico. Diseñado por el ingeniero navarro Javier Manterola y con una longitud de 197 metros y más de 7.000 toneladas de peso, fue el séptimo puente que se construyó para cruzar el Segre y el último para el paso de vehículos . Fue inaugurado el 10 de abril de 2010 por los entonces presidente de la Generalitat y alcalde de Lleida, José Montilla y Àngel Ros, respectivamente. Ahora, diez años después, arquitectos y vecinos elogian su diseño y funcionalidad.
“Fue una obra que permitió acercar Cappont y la margen izquierda al resto de la ciudad”, asegura la presidenta vecinal de Cappont, Veni Ros, que destaca que “ofrece otro acceso para al polígono y una conexión directa con la estación de trenes, además de que se ha convertido en un símbolo de Lleida´”. Más crítico se mostró su homólogo del Noguerola, Pep Mòdol, que reconoce el “diseño bonito y original del puente”, pero opina que “no ha cumplido del todo el cometido de descongestionar la calle Príncep de Viana y alrededores ni ha acercado el polígono o La Bordeta al resto de barrios, pero creo que a la larga lo hará”.
Por otro lado, los arquitectos consultados aseguran que el puente ha acercado los dos márgenes del Segre. Así lo ve Mamen Domingo, que diseñó la plaza Blas Infante y la pasarela del Liceu Escolar, que asegura que “contribuyó a dar una nueva centralidad a Lleida, dando valor y conexión a las nuevas áreas de expansión”. En lo que respecta al diseño, Domingo dice que “marca la diferencia respecto los demás puentes, que tienen un estilo más sobrio” y considera que “ha cumplido su objetivo, acercar los barrios”.
Por su parte, su homólogo Xavier Rodríguez destaca que “ha sido una de las obras clave de los últimos 20 años, porque promovió el crecimiento y la conexión del sector Sur-Este de la ciudad”. Afirma que era un puente necesario para Lleida por diversos factores. “Por un lado, contribuyó a superar el río y la relación Norte-Sur de la ciudad y el corte que las vías del tren provocaban en la ciudad”. Rodríguez añade que, pese a su cercanía al puente de Pardinyes, tienen funciones muy distintas. “El de Pardinyes conecta con los polígonos, mientras que este une el centro con Magraners y La Bordeta, con una clara vocación de consolidar la vivienda y el comercio de la ciudad”. En cuanto a su diseño, Rodríguez opina que “es una gran obra con un diseño austero pero original, y los leridanos nos hemos acostumbrado a ella”.
Su coste pasó de 7,3 a 11,2 millones por cambios en el proyecto
Pese a la originalidad y funcionalidad actual del puente, su construcción no estuvo exenta de polémica, entre otras cosas por su coste. La obra, financiada por la Empresa Municipal de Urbanismo, se adjudicó por 7,3 millones de euros, costó finalmente un 27% más, elevando la cifra hasta los 11,2 millones, debido a que se cambió el proceso constructivo de prefabricado a “in situ” y a que se modificó el proyecto para posibilitar que los bajos del puente junto a la avenida del Segre pudieran acoger la futura estación de autobuses. Esta actuación que no se ha llevado a cabo. Además, la Generalitat y el actual equipo de gobierno están buscando otras alternativas.