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Fernando Simón, director de Alertas y Emergencias Sanitarias, compartiendo rueda de prensa con militares, policías y guardias civiles.

Fernando Simón, director de Alertas y Emergencias Sanitarias, compartiendo rueda de prensa con militares, policías y guardias civiles.EFE

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Distopía orwelliana, ministros que hacen ruedas de prensa con militares que emiten opiniones, limitación de derechos más allá de lo que permite el estado de alarma, una sociedad dócil que lo acepta y delata a vecinos... Juristas consultados por este diario echan mano de Fromm, Beckett, Orwell y Huxley para describir unos tiempos sombríos.

Como a tantos de su generación, a Josep Maria Tamarit, catedrático de Derecho Penal de la UdL desde 1999, le impactó en su juventud la lectura de El miedo a la libertad de Erich Fromm. “Habíamos salido de una dictadura y a los jóvenes se nos abría un mundo de ilusión”, explica Tamarit en un blog de la UOC, de la que también es catedrático desde 2010. “La obra del filósofo alemán nos ayudaba a entender la psicología del nazismo y creíamos que la humanidad había aprendido la lección y no habría más renuncias a la libertad. (...) Hoy veo cómo a mis hijos, confinados conmigo y en la edad que yo tenía cuando leía a Fromm, les han aparecido unos nubarrones que hacen su futuro más sombrío. No sé si será por ello que mi hija lee con entusiasmo a Samuel Beckett”, explica Tamarit en un texto encabezado, como este reportaje, con el título del libro de Fromm.

Él sí aprendió la lección del filósofo alemán, según se desprende del artículo que publicamos en estas páginas: “La libertad y los derechos no son una cosa natural sino el producto de la lucha de la civilización contra la barbarie. (...) La humanidad puede volver fácilmente al estado salvaje y en el estado de naturaleza quien reina es el miedo. Y en un clima de miedo la ciudadanía parece dispuesta a asumir dócilmente el sacrificio de su libertad. He aquí la segunda epidemia. El miedo también es contagioso y quien tiene el poder siempre lo olfatea”. Tamarit se muestra muy preocupado por “la casi ausencia del poder judicial” en un momento en el que los ministros hacen ruedas de prensa con militares “que emiten opiniones”.

“Yo soy partidario del confinamiento, pero aún lo soy más del respeto de los derechos”

No menos preocupado se muestra el abogado Simeó Miquel. Recuerda que el gobierno aplicó “barroerament” el artículo 155, “saltándose la letra y el espíritu de la norma”, y dice que cuando decidió aplicar el artículo 116 “seguro que se dio cuenta de que el estado de alarma no le autorizaba a privarnos de derechos fundamentales”. Miquel explica que “yo soy absolutamente partidario del confinamiento”, pero “aún lo soy más del respeto de mis derechos y de los de mis conciudadanos”. Para este letrado, hay que ser “escrupulosamente exigentes sobre cualquier procedimiento que nos los limite”, y Miquel no cree que “ni el gobierno ni la oposición lo hayan sido en este caso”, todo ello a la sombra “de un condescendiente Tribunal Constucional, que ya demostró su talante con motivo del 155”.

Sonia Martínez, de la comisión de derechos humanos del Col·legi de l’Advocacia de Lleida, destaca que

la libertad de circulación, más que limitarse por razones de salud pública, se prohíbe de forma general. “El control policial que estamos viendo en algunos casos es más propio de un estado de escepción, ya que desde los mandos policiales se ve como un problema de orden público, más que de salud pública”, lamenta Martínez.

El abogado Celestí Pol se pregunta si el gobierno, aprovechando “la situación surrealista” de la pandemia, “se ha propuesto crear una especie de distopía orwelliana”. Y concluye: “sorprende la facilidad con la que hemos aceptado esta nueva realidad en la que se limita la libertad y se nos controla, y sobre todo sorprende la vehemencia con la que señalamos a los infractores desde el balcón y de forma acrítica nos convertimos en delatores de nuestros vecinos”. Según Pol, “es necesario un debate público sobre estas cuestiones para evitar acabar en el mundo feliz que dibujó Aldous Huxley”.

De Fromm a Beckett y de Orwell a Huxley. Los juristas prevén tiempos sombríos.

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