Carpa para confinar a temporeros y sintecho

El ayuntamiento instaló ayer una carpa en el recinto de Fira de Lleida que servirá para acoger durante el día a los temporeros y personas sin hogar que están pernoctando en los pabellones 3 y 4 de la Fira, habilitados como oficinas de anteción y albergue. Un dispositivo que se pone en marcha a partir de hoy y que servirá para que los usuarios de los pabellones se queden allí durante el confinamiento. Además de ofrecerles un espacio cubierto al aire libre, el consistorio también pondrá en marcha un servicio de comida en la carpa. Hasta ahora, solo ofrecían desayuno y cena en los propios pabellones.

La instalación de la carpa viene después de que en los últimos días haya bajado de forma significativa el número de usuarios que pernoctaban en los pabellones. Un hecho que tanto la Paeria como los propios técnicos del operativo lo relacionan al hecho de que está arrancando la campaña de la fruta en otros territorios y muchos han optado a trasladarse, pese a las limitaciones de movilidad que hay actualmente en el Segrià. Así lo asegura Mateo Aventín, un técnico que estas últimas semanas ha trabajado en el pabellón 4. “Cuando me incorporé hace unas semanas se acogían entre los dos pabellones a 270 personas, mientras que el pasado lunes pernoctaron 182”, señala Aventín, que reconoce que “los primeros días era todo un poco caótico, porque justo se acababa de ampliar el espacio del pabellón”. En este sentido, cabe recordar que el consistorio abrió el pabellón 3 el 1 de junio con capacidad para 130 personas. A las pocas semanas tuvo que ampliar su operativo hasta el pabellón 4 y actualmente tiene capacidad para 305 camas.

“Hace un par de semanas derivábamos cada día a 2 personas a aislamiento que venían a los pabellones”

Aventín también recuerda que al principio “cada día derivábamos a un par de los que acudían a dormir a aislamiento y venía mucha gente con posibles síntomas de coronavirus”. Un hecho que, recalca el técnico, “no es porque el pabellón no estuviera bien habilitado, sino porque se movían durante el día”. Ofrecerles atención sanitaria también suponía trabas, porque “al principio se pensaban que les decíamos que tenían el virus para que no pudieran trabajar, porque la mayoría tenían síntomas leves”. No obstante, su percepción cambió “cuando volvieron compañeros suyos que se habían curado y entonces vieron que la cosa iba en serio”, añade aliviado Aventín, para quien “la gran mayoría vinieron a Lleida en pleno estado de alarma en autobuses convencionales, algo preocupante”. Todo para venir aquí a dormir al raso y no encontrar trabajo. “Es normal que acaben frustrados”, concluye.