SEGURIDAD LABORAL
Las pioneras en la Urbana se jubilan
En 1980 cinco mujeres entraron por primera vez en el cuerpo || Recuerdan sus inicios difíciles por los prejuicios sociales, incluso entre sus compañeros, y animan a más féminas a ser agentes
En 1980 cinco mujeres se convirtieron en las primeras agentes de la Guardia Urbana de Lleida. Ahora, 40 años después, todas esas pioneras ya se han jubilado, y cuatro de ellas esta año (la última lo hará el próximo día 31). Son Pilar Godoy, Teresa Hernández, María José Rodríguez y Àngels Terés. Antes ya lo había hecho Ludivina Pascual. Godoy y Hernández recuerdan que sus inicios fueron duros porque tuvieron que luchar contra los prejuicios de la sociedad en general, e incluso de algunos de sus propios compañeros. Solo tenían 18 años cuando entraron en el cuerpo, trabajo que compaginaron con sus estudios universitarios, y se encontraron básicamente con dos actitudes entre sus colegas de profesión. “Los paternalistas, que te llamaban nena y te querían cuidar, y los que te decían piropos y querían ligar”, explican. Apuntan que incluso algunas mujeres eran entonces reticentes a que fueran urbanas y que a muchos hombres les costaba aceptar que una mujer les multara por una infracción, por ejemplo. Remarcan que, afortunadamente, esta situación ha cambiado y reconocen que en la actualidad solo algunos hombres de otras culturas cuestionan su autoridad como agentes del orden.
Relatan que en principio su uniforme constaba de falda y zapatos con un poco de tacón, y que tenían vetado formar parte de la sección de atestados o motoristas, solo por el hecho de ser mujeres. Ambas comenzaron en regulación de tráfico y Hernández detalla que con los años las restricciones desaparecieron y ella ha pasado por la mayoría de secciones, menos la de motoristas.
Tras las cinco jubilaciones de las pioneras, la Guardia Urbana se queda ahora con 19 mujeres de una plantilla de unos doscientos agentes, porcentaje que consideran que debería ser mayor, por lo que animan a las jóvenes a entrar en el cuerpo. “Ha quedado demostrado que podemos hacer cualquier cosa”, señalan, aunque admiten que la conciliación familiar y laboral les ha resultado complicada (ambas tienen marido e hijos), por los horarios y turnos. Subrayan la gran satisfacción que supone su trabajo sobre todo cuando prestan auxilio a ciudadanos en diferentes circunstancias, como por ejemplo cuando una de ellas ayudó con su investigación policial a esclarecer que una joven motorista llevaba casco en un accidente. “Ella y su madre todavía me saludan por la calle”, recuerda orgullosa. Y aunque reconocen que no decidieron ser agentes de la Guardia Urban por vocación, sino para tener un trabajo mientras estudiaban y ser independientes, aseguran “luego le cogimos cariño” y animan a más mujeres a entrar en el cuerpo.