CAMPAÑA ELECTORAL LLEIDA
Arranca la campaña electoral, condicionada por la pandemia y pendiente aún del tribunal
La fecha está todavía sobre la mesa del Superior de Justicia, que debe decidir sobre la suspensión de los comicios|| Con un 40% de indecisos, los partidos se lanzan a combatir la abstención y captar el voto
La de 2017 ya fue presentada como la campaña electoral más atípica, marcada como estuvo por unos comicios convocados a raíz del 155 en que los presos del 1-O se quedaron en la cárcel por orden del Tribunal Supremo. Poco más de tres años después, la campaña del 14-F no solo es atípica sino también incierta y estrambótica.
La pandemia ha rizado el rizo y los quince días que quedan por delante (si la justicia no dice lo contrario) están marcados por una agenda básicamente digital. Redes sociales, webinar, podcast o mítines en streaming serán el pan de cada día, mientras que el tercer grado aprobado ayer para los líderes del procés en prisión podría justificar algunos de los pocos actos presenciales que se irán convocando también en Lleida.
La incertidumbre salpica de entrada la propia fecha de las elecciones, con la que de forma mayoritaria los partidos (salvo el PSC) no están de acuerdo. Está sobre la mesa del Tribunal Superior de Justicia de Catalunya, que inicialmente revocó la suspensión de las elecciones acordada por la Generalitat, que pretendía celebrarlas en el 30 de mayo.
El alto tribunal catalán podría aún cambiar la fecha de los comicios. Las dudas siguen por la participación o no de los políticos presos en la campaña, si bien no forman parte esta vez de las listas, ya que la Fiscalía no ha comunicado aún si recurrirá la decisión de las juntas de tratamiento de las cárceles y de la Generalitat sobre el tercer grado penitenciario. Ya lo hizo anteriormente y el Supremo le dio la razón.
Las elecciones no son un partido de fútbol, que se dirime en 180 minutos. Tampoco deberían decidirse en los quince días de campaña ya que tradicionalmente el votante tiene más o menos clara una opción política. Sin embargo, también esto es dudoso: un estudio preelectoral del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), publicado el 21 de enero, eleva a casi el 40% el porcentaje de indecisos.
En Lleida serían el 39,9%, es decir, que cuatro de cada 10 leridanos no saben aún a quién votar. Esta cifra y la amenaza de la absteción por el miedo a ir a votar por la pandemia, que solo puede contrarestar el voto por correo, arrojan más interrogantes sobre unos comicios inéditos en todos los sentidos. Y en cuanto a la campaña, el confinamiento municipal merma las posibilidades de celebrar grandes actos políticos aunque sobre el papel los electores puedan saltarse los cierres perimetrales.
En Lleida, cada partido tiene sus propios interrogantes. Dieciocho listas concurren a las elecciones al Parlament para hacerse con los 15 diputados territoriales de un total de 135. De estas, cinco tienen actualmente representación: las escindidas Junts per Catalunya y PDeCAT (con 6 diputados); ERC (con 5); Ciudadanos (3) y el PSC (1). Entre las dudas, habrá que ver el efecto que despliega Ramon Tremosa como cabeza de lista de Junts y qué representación logrará el PDeCAT de Marc Solsona, ya lejos de la formación de Puigdemont. También Marta Vilalta se estrena como cabeza de lista, en este caso de ERC, e irá acompañada de la exconsellera en el exilio Meritxell Serret tras la salida de Bernat Solé, inhabilitado por el TSJC. El socialista Òscar Ordeig confía que el efecto Illa desembarque en Ponent y podría ganar más de un escaño. Mientras, tanto el PP, como la CUP y En Comú Podem aspiran a lograr la representación que tuvieron y perdieron en 2017 (los dos primeros) y 2015 (ICV).