ELECCIONES
Debate clarificador en un panorama electoral abierto horas antes del 14-F
Los ocho candidatos de Lleida marcan perfil propio tras una campaña “atípica”
Del fuego a las brasas. El 21 de diciembre de 2017 se celebraron elecciones al Parlament. Hubo unanimidad en que fueron atípicas. Se convocaron desde Madrid, ya que se había destituido a todo el gobierno de la Generalitat en aplicación del artículo 155, había candidatos en la cárcel, en el exilio. El domingo será la reválida. Y de nuevo se repite el adjetivo de atípicas.
Y no solo porque el panorama político no ha hecho más que complicarse en estos tres años, sino porque se celebrarán en plena pandemia por imposición del Tribunal Superior de Justicia de Catalunya y contra el criterio de la mayoría de formaciones políticas que aspiran a gobernar la Generalitat. Pero aunque la Covid lo haya trastocado todo y no se se hayan hecho mítines multitudinarios ni visitas a mercados, sí se mantuvo la tradición de cerrar la campaña en Lleida con el debate del Grup SEGRE.
Los ocho candidatos sabían que era su última oportunidad para convencer a indecisos y la aprovecharon, conscientes de que las encuestas dibujan un panorama muy abierto. En el debate, moderado por Santi Roig, subdirector de Lleida Televisió, la pandemia fue la gran protagonista.
Marta Vilalta, candidata de ERC, fue la primera en intervenir y lo hizo en clave institucional. Defendió la labor del Govern y destacó que había sido “complicadísimo” gestionar la crisis sanitaria sin disponer de recursos, a la vez que puso en valor el trabajo hecho, como el nuevo edificio anexo al Arnau, las ampliaciones de los CAP de Tàrrega y La Seu d’Urgell y la contratación de sanitarios y profesores.
“Se puede ser crítico, pero nosotros no hemos dimitido como el ministro Illa”, espetó. Ramon Tremosa, cabeza de lista de Junts per Catalunya, se mostró muy crítico con la inoperancia del Gobierno central que, a su juicio, no ha sabido aprovechar los recursos que ofrecía la Unión Europea para capear la crisis sanitaria.
Con un discurso de marcado acento económico, dijo que, mientras que Catalunya pagó justo antes de la pandemia cerca de 80.000 millones en impuestos, el presupuesto de la Generalitat es de 27.
500. Marc Solsona, líder del PDeCAT, afirmó que ha habido sectores “que han sido señalados de manera injusta”, entre los que situó a los agricultores y los hosteleros, y pidió que mientras haya restricciones los pagos de las cotizaciones de los autónomos se hagan en función de sus ingresos.
Jorge Soler, número 1 de Ciutadans por Lleida, calificó de “mejorable” la gestión de la pandemia que han hecho los gobiernos de Madrid y Barcelona y pidió cambiar los aplausos sanitarios por “hechos”. “Si no queremos volver a ver sanitarios protegiéndose con bolsas de basura porque no tienen EPI, hay que poner dinero”, dijo, y calificó de “vergüenza” lo que ha ocurrido en residencias como la de Tremp.
Òscar Ordeig, cabeza de lista del PSC, avaló la gestión del gobierno de Pedro Sánchez y su exministro de Sanidad y ahora candidato socialista Salvador Illa. “El Estado ha destinado 3.000 millones de euros a luchar contra la Covid”. Pau Juvillà, candidato de la CUP, hizo una defensa a ultranza de la sanidad pública, recordó que “recortar mata” y reivindicó “una farmacéutica pública”.
La líder del PP en Lleida, Marisa Xandri, calificó de “arbitrarias e injustas” las restricciones sanitarias y aseguró que Catalunya es la comunidad donde menos se invierte en sanidad. Por su parte, Jaume Moya, de En Comú Podem, señaló a “Boi Ruiz, de infausta memoria”, como uno de los artífices de la “mercantilización de la sanidad pública”, y dijo que el 50% de los recursos van a manos privadas.
Los ocho candidatos no se mojaron en cuanto a posibles pactos, pero quedó claro que hay dos grandes bloques en la manera de concebir la relación entre Catalunya y España. Para Xandri, “es un debate absurdo”.
Moya calificó de “fracaso” tanto “el modelo monárquico como la vía unilateral” y defendió la mesa de diálogo. Vilalta hizo hincapié en la necesidad de acabar con la “judicialización” de la política y tiró de eslogan para asegurar que la “vía amplia suma”, poniendo como ejemplo el acuerdo alcanzado en el gobierno de la Paeria de Lleida.
Tremosa alertó a Cs de que el famoso souflé independentista se mantiene intacto mientras que según las encuestas “los que bajan son ustedes”, a la vez que reivindicó el 1-O. “Casado fue honesto cuando el otro día reconoció que no se tendría que haber cargado contra los votantes.
El PP pagará muchos años esa equivocación”. Solsona fue muy crítico con sus hasta ahora socios de Junts, a los que pidió “honestidad” y “autocrítica”.
Soler, por su parte, abogó por “pasar página” y Ordeig aseguró que “no habrá una república ni un referéndum” y dijo que, aunque “no negamos el problema”, hace falta “una nueva etapa”. Juvillà pidió ir a votar “porque el Estado lamina todas las leyes”.
La gestión de los migrantes, muchos de ellos sin papeles, que malviven en las calles de Lleida a la espera de encontrar trabajo en el campo abrió otro de los frentes, así como la polémica por el arte originario de las parroquias segregadas del obispado de Lleida que el TSJA ordena entregar a Barbastro (ver página 43). Hubo discrepancias, pero no acritud, y mucho fair play entre los candidatos.
El examen, mañana.