HOSTELERÍA ESTABLECIMIENTOS
Locales víctimas del virus
Un año después de que se aplicaran las primeras restricciones por la pandemia del coronavirus, la hostelería, uno de los sectores más afectados, sufre todavía los daños de la crisis derivada de la Covid. El sector no duda en calificar el 2020 como “el peor año de nuestra historia”, con unas pérdidas que superan holgadamente los 50 millones de euros y que ha provocado el cierre de numerosos bares y restaurantes de todos los barrios de la ciudad, algunos de ellos con décadas de antigüedad.
El secretario general de la Federación de Hostelería de Lleida, Ramon Solsona, reconoce que su sector “ha sido de los que más ha sufrido, si no el que más, las restricciones de las administraciones, algunas incomprensibles y sin ninguna razón científica, por mucho que la hemos pedido”. Estas medidas, que han afectado a 13.500 trabajadores y que han ido desde el cierre de locales a la limitación horaria y de aforos y a los cierres perimetrales, ha comportado que, según Solsona, “entre el 30% y el 40% de los bares y restaurantes de Lleida hayan cerrado, ya sea porque no han podido seguir adelante o porque han aprovechado para jubilarse”.
Según Solsona y varios hosteleros de Lleida, “el único período de normalidad fue durante el mes de septiembre y ahora entramos en una fase de normalidad moderada que nos permite trabajar con mejores condiciones”. .
A pesar de las pérdidas millonarias y el cierre de negocios, el sector afronta lo que sin duda califica como “el mayor reto de nuestras vidas” con optimismo. “Somos una parte vital de la sociedad y seguro que saldremos adelante”, dice Francisco Silva, que regenta una cafetería en Lleida. Una opinión que comparte con Joan Fernández, un hostelero ya jubilado, que asegura que, “esto hará más fuerte al sector, pero muchos se han quedado por el camino, por desgracia”. Por su parte, Solsona se mostró confiado en que “la hostelería tiene mucho futuro y métodos para mejorar y reinventarse, y la parte positiva es que esta pandemia ha servido para espabilarnos”.
«Sabe mal cerrar sin despedirse de los empleados, amigos y clientes» Joan Fernández ha regentado el restaurante El Celleret del Segre de Lleida durante los últimos 20 años, pero el pasado junio decidió cerrar la persiana para siempre. “Teníamos la idea de jubilarnos para estas fechas, pero la pandemia lo aceleró todo, ya que las últimas raciones que servimos fueron en marzo, justo cuando nos cerraron”.
Por ello, reconoce que tiene una espina clavada, ya que “sabe mal irse sin despedirte de trabajadores, amigos y clientes de toda la vida, la pandemia lo ha fastidiado todo”. Fernández, que antes estuvo en el restaurante L’Àncora y El Jardí, admite que, dentro de lo que cabe, “yo he tenido suerte porque cerré cuando tenía previsto jubilarme, pero hay muchos que lo harán porque no les queda otra, mientras que los que siguen adelante estarán endeudados para los próximos 10 años”.
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«Nos vimos obligados a priorizar y cerrar uno de nuestros negocios» Antes de la irrupción del coronavirus, Francisco Silva regentaba dos locales en el barrio de Cappont de Lleida: un bar-restaurante, It’s Good, y una cafetería, Candy Coffe. No obstante, en diciembre tuvo que cerrar de forma definitiva el primero.
“Por las circunstancias”, lamenta Silva, “decidimos no seguir luchando más allí y centrar todos nuestros esfuerzos en la cafetería”. Reconoce que “ahora que hay unos horarios más amables para las cafeterías la cosa va bastante bien y como estamos solos yo y mi pareja, no tenemos gastos de personal”.
En cuanto al bar que cerró, Silva cuenta que “vimos que no podíamos hacer nada, se acercaba enero y teníamos muchos gastos, lamentablemente tuvimos que priorizar”. Silva dice que tuvo que pedir ayudas.
“Llegaron tarde, pero llegaron, aunque no te salvan la vida”, afirma.
Cierra el restaurante de la Seu Vella y el de la planta superior de la Llotja La crisis del sector hostelero también ha afectado a negocios que están auspiciados por instituciones o administraciones. Un ejemplo de ello son los restaurantes 1203 de la Seu Vella y el Raier del Damunt, ubicado en la planta superior de la Llotja.
Estos dos establecimientos ubicados en emplazamientos icónicos de la ciudad cerraron hace unas semanas y su futuro está en el aire. Según fuentes municipales, la decisión de qué hacer con el local que hasta ahora ocupaba el 1203, que años atrás se llamaba La Sibil·la, “dependerá de lo que decida el Consorci del Turó de la Seu Vella y qué usos quiere darle”.
Por otro lado, el restaurante del palacio de congresos de la Llotja tiene un futuro más claro, según el propio ayuntamiento. “La explotación del espacio se volverá a licitar, pero todavía no hay una fecha fijada para que salga a concurso”, precisó.