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Clases online que necesitan mejorar

Un  estudiante de la UdL, delante de la pantalla siguiendo una clase telemática.

Un estudiante de la UdL, delante de la pantalla siguiendo una clase telemática.S.E.

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Conectarse a una pantalla para seguir una clase se ha convertido ya en habitual para los universitarios y los alumnos de Bachillerato y ciclos formativos. El estallido de la pandemia de coronavirus en marzo del año pasado comportó un confinamiento total que este curso no se quiso repetir.

Comenzó presencial, con todas las medidas de seguridad, pero el empeoramiento de los datos sanitarios propició que en esos cursos se volviera a la docencia online y luego a la híbrida, que desde hace pocas semanas combina clases presenciales y telemáticas para los alumnos de primero y segundo de carrera. En Bachillerato y FP sigue siendo híbrida.

Los estudiantes afirman estar cansados de este tipo de docencia y preferirían volver a clase, igual que reconocen los profesores..

Un portavoz del Consell de l’Estudiantat opina que “en algunas asignaturas ha ido muy bien y en otras no, depende en la mayoría de casos de la predisposición del profesor, de hacerlo más didáctico y asequible”. “Se ha podido mantener un poco la calidad, pero no es lo mismo.

Antes teníamos acumulación de apuntes para pasar a limpio y ahora de grabaciones de clases por ver”, relata. Además, remarca la dificultad que están comportando los cambios del tipo de docencia a lo largo del curso a los alumnos que son de fuera y que dejaron el piso compartido o la residencia cuando se pasó a las clases íntegramente virtuales y que ahora que son híbridas tienen que venir dos días a la semana a las presenciales.

La vicerrectora de Calidad e Innovación docente de la UdL, Paquita Santiveri, indica que no ha recibido quejas sobre esta cuestión y destaca el esfuerzo que ha supuesto la adaptación a la nueva docencia. Afirma que en los cursos de formación se remarca que “deben cambiar el modelo porque la clase magistral es poco satisfactoria para los estudiantes a través de una pantalla”.

“Es más aburrido y duro aprender de esta manera. Confiamos en que algún día podamos recuperar normalidad”, deseó, pero aseguró que están programando el próximo curso para seguir como hasta ahora.

Califican la docencia online un recuso útil como alternativa, pero ven necesario ir al centro

Isabel del Arco, la coordinadora del equipo EDO-UdL, constató a través de un estudio que los universitarios, no solo de la UdL, estaban insatisfechos con la docencia virtual. Asegura que “la mayoría de profesores traspasaron lección magistral a delante de una pantalla” y programan exámenes de “volcar contenidos” en lugar de para aplicarlos de forma más práctica.“Defiende que las clases teóricas online deberían ser de 15 minutos y apuesta en la suyas por la metodología inversa: editar vídeos cortos con la teoría para que los miren en casa y en las clases online hacer ejercicios y retos.

Otra docente que intentar hacer sus clases lo más dinámicas posibles es Noëlia Motlló, profesora asociada de la facultad de Letras. “Cuando encienden la a cámara ves que no se han afeitado, que están desanimados, que esto no su sueño universitario, e intentas animarlos como puedes”, relata.

Detalla que ha programado actividades como un ‘scape room’ en la asignatura de fonética y fonología o bien “plantearles un desafío los viernes a través del foro de la universidad para resolverlo en una semana y montar un debate virtual entre ellos”. Subraya que hay aplicaciones que permiten programar una especie de Trivial.

‘Por su parte, la directora de la Escuela Politècnica Superior, Magda Valls, afirma que ya tenían “las tecnologías, pero no les sacábamos rendimiento y cuando llegó el confinamiento pudimos hacer el salto rápido”, aunque reconoce que “la presencialidad aporta mucho valor, incluso a nivel emocional”. “Hacer clases online es un esfuerzo para el profesor porque no tiene el feedback directo del alumno, pero para ellos requiere más aún.

Para los que no son capaces de hacer eso, quizás es más difícil de seguir el ritmo”, afirma..

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Los estudiantes de Bachillerato y FP también llevan meses con clases híbridas que mezclan las presenciales, mayoritarias, con las telemáticas. Directores de instituto destacan el “esfuerzo añadido” que supone la docencia online y reconocen que “los medios técnicos no son los mejores y las competencias que teníamos al principio no eran del todo adecuadas”.

“Nos ha complicado mucho las cosas durante más tiempo del que pensábamos”, apuntan. Consideran que “hemos ido mejorando, pero la capacidad de transmisión que tienen con la presencialidad y el feedback con los alumnos no es el mismo”, y apuntan que han tenido que cuadrar las prácticas de FP en los días presenciales.

Admiten que las clases telemáticas “requieren mucha más concentración y son más cansadas”, por lo que opinan que estaría bien poder recuperar la presencialidad al 100% de cara a final de curso, como planteó Educación si los indicadores sanitarios mejoran. “Por su componente comunicativo y relacional, son insustituibles”, subrayan.

Inciden en que los alumnos de grado medio “necesitan asistir cada día al centro y el acompañamiento de los profesores es vital” y opinan que para los de segundo de Bachillerato preparar la selectividad no es igual presencialmente que a distancia. No obstante, valoran que el formato híbrido les ha permitido mantener las clases todo el curso.

Argumentan que la docencia online es “un recurso útil e interesante como alternativa” y apuestan por formarse para potenciar sus posibilidades pedagógicas “y no convertirlo en la versión digital de una clase tradicional”. .

«Cuesta más estar atentos y falta feedback de compañeros» Estudian segundo del doble grado de Educacion Infantil y Primaria. Comenzamos el curso híbrido y lo pasaron a online, y ahora han recuperado parte de presencialidad, dos días a la semana.

Opinan que en las clases online “siempre cuesta más concentrarse y estar atento, y en las presenciales parece que te obligas más”. Creen que “es más fácil entender los conceptos en una clase convencional que mirando una pantalla”.

Y apuntan también que con la docencia virtual “la relación con los compañeros se rompe un poco. Falta feedback.

Y también nos hemos distanciado con los profesores”, destacan. Recuerdan que el año pasado, en primero “nos confinaron y aún casi no nos conocíamos”.

“Entonces los profesores no estaban preparados y nos decían que hiciéramos trabajos, no sabían cómo hacer las clases virtuales. Alguno sí que lo hizo bien, pero otros solo colgaron la teoría y fuimos directamente al examen”, explican, y señalan que ahora hacen teoría online y las horas presenciales “son dinámicas y prácticas”.

«Es más positivo ir a clase que estar en casa solo, en pijama» También cursan segundo del grado de Diseño Digital y ven “mucho desorden en la organización, con cambios de clase cinco minutos antes y trabajo extra”. Creen que “esta carrera se diseñó para ser presencial y al pasarla a online, no se ajusta.

Es mucho de proyectos creativos y trabajos y si son en grupo, es mucho mejor hacerlos presenciales” y sienten “desmotivación”. “No es lo mismo una clase presencial, que estás atento, que a través del ordenador, porque si es aburrido a los 15 minutos desconectas”, señalan.

Echan de menos la “socialización”. “Es mucho mas positivo ir a clase que estar en casa solo, en pijama.

Y esa apatía también se contagia a los profesores. Se quejan de que no tienen feedback, pero no hacen las clases tan interactivas como podrían ser”, detallan.

Opinan que esta situación les pasará factura a nivel académico y psicológico, y subrayan que, con el modelo híbrido, los alumnos que son de fuera “se gastan el dinero para venir cada vez que hay presencial o pagan piso igual por solo dos días a la semana”..

«Lo típico que hacen muchos es poner un power point y ya está» Cursan segundo del grado de Diseño Digital de la Escuela Politécnica superior y hasta ahora han tenido clases presenciales, virtuales e híbridas. “Ahora venimos dos días de manera presencial y tres tenemos clase online, pero no está muy bien organizado”, indican.

Argumentan que esta titulación requiere el uso de muchos programas y sus ordenador en algunos casos no tienen las capacidades y han tenido que invertir en comprar otro. “Además, desde casa no podemos utilizar algunas licencias porque están instaladas en los ordenadores de la universidad.

Ha sido un inconveniente”, aseguran. Dicen que comprenden “que es difícil mantener vía online la interactividad que tenemos en clase presencial, porque podemos preguntar al profesor o comentar con un compañero”, pero lamentan que “lo típico que hacen muchos (docentes) es compartir pantalla y poner un power point y ya está”.

Creen “que no se tienen en cuenta a los estudiantes que son de fuera, de Andalucía o Valencia, por ejemplo, y les hacen venir para los exámenes. Estaban en un piso aunque tuvieran solo dos días presenciales, pero cuando nos cerraron muchos lo dejaron.

Las prácticas sí que les han facilitado hacerlas online”. .

Un  estudiante de la UdL, delante de la pantalla siguiendo una clase telemática.

Un estudiante de la UdL, delante de la pantalla siguiendo una clase telemática.S.E.

Un  estudiante de la UdL, delante de la pantalla siguiendo una clase telemática.

Un estudiante de la UdL, delante de la pantalla siguiendo una clase telemática.S.E.

Un  estudiante de la UdL, delante de la pantalla siguiendo una clase telemática.

Un estudiante de la UdL, delante de la pantalla siguiendo una clase telemática.S.E.

Un  estudiante de la UdL, delante de la pantalla siguiendo una clase telemática.

Un estudiante de la UdL, delante de la pantalla siguiendo una clase telemática.S.E.

Un  estudiante de la UdL, delante de la pantalla siguiendo una clase telemática.

Un estudiante de la UdL, delante de la pantalla siguiendo una clase telemática.S.E.

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Un estudiante de la UdL, delante de la pantalla siguiendo una clase telemática.S.E.

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