La campana Mònica, descolgada hace siete años y medio de la Seu Vella, espera en una sala ser restaurada
La Comisión de Patrimonio de Lleida ha autorizado el traslado a un taller de Austria, pero falta formalizar el contrato
La campana Mònica sigue esperando para ser restaurada, siete años y medio después de ser descolgada del campanario de la Seu Vella de Lleida. En mayo del 2014, els Amics de la Seu Vella, el Consorcio, liderado entonces por Pep Tort, y autoridades municipales, encabezadas por el entonces alcalde, Àngel Ros, organizaron una fiesta para despedirla. De aquello, sin embargo, sólo queda la foto, ya que este bien patrimonial del siglo XV, que forma parte de un monumento histórico de interés nacional, sigue esperando en una sala medio vacía de la Seu Vella. Según informa el Departamento de Cultura, la Comisión de Patrimonio de Lleida ya ha autorizado el traslado a un taller de Austria, pero falta formalizar el contrato.
Con casi ocho años de retraso, finalmente la campana Mònica podría emprender el viaje programado para ser restaurada en un taller especializado de Austria, gestionada por una empresa belga, el primer trimestre de 2022. Así lo vaticinan tanto el concejal de Cultura en el Ayuntamiento de Lleida, Jaume Rutllant, como el presidente de los Amics de la Seu Vella, Joan Ramon González, que explican que en la última reunión del Consorcio, hecha a principios de noviembre, se les aseguró desde la Generalitat que en primavera de 2022 se podría hacer el traslado de la campana. Preguntados por la ACN, sin embargo, desde el Departamento de Cultura, encargado del traslado, prefieren no concretar fechas. Lo que sí que explican desde Cultura es que la Comisión de Patrimonio de Lleida ya acordó informar favorablemente al traslado y autorizar la restauración; unos trámites que los Amics de la Seu Vella reconocen que no se hicieron hace siete años. El viaje de Mònica pues, depende de la formalización del contrato con la empresa encargada de la restauración. Tanto es el tiempo que ha pasado, sin embargo, que el taller de Alemania que tenía que repararla ha cerrado por jubilación y finalmente se reparará en un taller de Austria gestionado, eso sí, por la misma empresa belga especializada, Lachenmeyer en Nördlingen.
A pesar de que se inició una campaña para recaudar dinero, finalmente Cultura se hará cargo de los costes de la actuación, aunque el Departamento tampoco ha especificado el importe y se han limitado a decir que los gastos irán a cargo de los presupuestos del 2022, que se están negociando estos días, y que incluirán el transporte internacional, la restauración y la recolocación de la campana en la Seu Vella. Con respecto a los 40.000 euros que se recaudaron a través de una campaña de donaciones impulsada por los Amics de la Seu Vella en el 2015, González explica que parte de ellos sirvieron para bajar a Mónica y la documentaron exhaustivamente, con fotografías y en 3D. También para pagar el seguro especial contratado por el taller de Alcoletge (Segrià) 'Campanas Carvajal', donde estuvo custodiada del 2015 en el 2020, hasta que se volvió a trasladar a la Seu Vella. Y es que desde hace un año y medio, Mònica espera en una sala medio vacía de este monumento emblemático de la ciudad, acompañada sólo por las cámaras de seguridad instaladas expresamente para vigilarla.
De aquellos 40.000 euros, quedan aproximadamente la mitad. González explica que el objetivo es que con estos 20.000 restantes y los 40.000 que, asegura, tienen comprometidos de la Diputación de Lleida se pueda llevar a término la primera fase del proyecto que prevé reubicar todas las campanas litúrgicas de la Seu Vella, incluida Mònica, a las ventanas donde habían estado originariamente, ya que actualmente están "en una especie de jaula", lamenta.
Un largo proceso burocrático que se detiene en el 2019 al detectar un error de procedimiento
El 2014, con Ferran Mascarell el consejero de Cultura, los Amigos de la Seu Vella firmaron un convenio de colaboración con el Consorcio para hacerse cargo del traslado de la campana, pero a octubre del 2019, con Mariàngela Vilallonga como consejera de Cultura; al subdirector general del Patrimonio Arquitectónico, Arqueológico y Paleontológico, Jordi Domeque Arayo, les alerta que el Consorcio es sólo el gestor y que el convenio se tendría que haber firmado con la Generalitat, de que es la propietaria. Por lo tanto, añade, la autorización para el traslado internacional la tiene que autorizar Patrimonio. "Sabíamos que la Generalitat era la propietaria de las campanas pero pensábamos que se podía autorizar el traslado de Mònica a través de un convenio con el Consorcio", explica González.
"La reparación de un bien patrimonial no estaba, hace siete años, encauzada. Supongo que había buena voluntad pero no se hicieron las cosas como se tenían que hacer", lamenta Rutllant. En este sentido, González explica que las gestiones burocráticas se dilataron en el tiempo porque funcionaban con colaboradores y, además, el arquitecto tardó también más de un año en la redacción del proyecto. En aquel momento -2014-, sin embargo, reconoce, "todos estábamos felices pensante que lo habíamos hecho bien, incluso el Consorcio" y es por eso que no entiende cómo puede ser que el Consorcio, formado por la Paeria y la Generalitat, no se diera cuenta de que los trámites no eran los correctos hace siete años. Incluso, "cuando se baja la campana, en el 2015, la acción estaba bendecida institucionalmente y entendimos que todo estaba bien resuelto", añade. González lamenta también ahora que, después de detectar el error el año 2019, la campana siga todavía en Lleida.
Una grieta en la campana, compromete la solidez
Rutllant ha explicado a la ACN que el principal motivo de la restauración es poder arreglar una grieta que se ha originado con los años porque es lo que "compromete la solidez y la consistencia de Mònica". Además de esta reparación "necesaria", sin embargo, también se tiene que decidir si hace falta restituir el aspecto exterior o mantener el aspecto envejecido, así como decidir si se quieren mantener los impactos de los martillos que durante años han golpeado la campana o restituirla en su estado inicial. Todo eso, sin embargo, lo tendrán que decidir los expertos austríacos cuando lo analicen, ha dicho. "El objetivo es arreglarla para volver a ponerla en su lugar y que la podamos volver a escuchar", explica.
Por su parte, González destaca que Mònica tiene una decoración "espléndida, de época gótica, con una cenefa, y con un perro que parece correr detrás de un conejo, como iconografía popular." Seguramente, afirma, "es una de las campanas más decoradas y espectaculares que hay en el país y hay que hacer una restauración juiciosa para hacer que la campana pueda recuperar su sonido sin perder su estado original".
La Seu Vella tiene 7 campanas históricas y 5 de nueva creación
Actualmente, la Seu Vella de Lleida tiene 7 campanas; 2 históricos y 5 nuevos que se hicieron después de la Guerra Civil para sustituir parte de las 14 que había y que se perdieron durante la guerra. Las dos históricas son la Silvestre, de 1418, que sigue en el campanario, y Mònica, de 1486, enmudecida desde el 2014 cuando se detectó una grieta, y que espera paciente ser reparada. Las nuevas, fundiciones a mediados del siglo XX, suenan juntas en festividades señaladas del calendario. Sus nombres son Bàrbara, Crist, Marieta, Meuca y Puríssima.
El campanario, de planta octogonal, tiene una altura de sesenta metros y una escalera acaracolada con 238 peldaños. Se encuentra situado al ángulo suroeste del claustro y fue erigido entre la segunda mitad del siglo XIV y el primer tercio del siglo XV. Su estructura exterior consta de dos cuerpos, uno muy alto y ancho con ventanas que van ganando protagonismo de forma progresiva y uno más pequeño y estrecho coronado por gablets. La planta baja fue convertida en capilla privada por la familia Safont, mientras que las otras se destinaron a acoger la maquinaria del reloj y ubicaron las campanas.