Compromiso para el nuevo pabellón de la Fira, que costará 3,5 millones

La Generalitat, la Paeria, la Diputación y la Cámara de Comercio rubricaron ayer el convenio que refrenda su compromiso para dotar a la Fira de Lleida del largamente reivindicado nuevo pabellón, tal como avanzó este diario. Anunciaron que costará unos 3,5 millones, pero no concretaron qué importe aportará cada institución ni cuándo estará listo. La Fira se encargará de redactar y licitar el proyecto.

El conseller de Empresa y Treball, Roger Torrent, dijo que se trata de “un paso para hacerlo realidaden los próximos años, cuanto antes mejor”. Destacó que Catalunya “es referente en el ámbito ferial en el sur de Europa” y remarcó la apuesta del Govern “con Lleida y el territorio en la generación de plataformas para que todos tengan las misas oportunidades”. El alcalde, Miquel Pueyo, detalló que el pabellón tendrá una dimensión de 93 por 44 metros y 4.138 m² de superficie y estará ubicado junto al Pavelló 4, al lado de la rotonda de Victoriano Muñoz y Camí de Picos.

Remarcó que las cuatro instituciones “hemos sido capaces de alinearnos y tener una visión más allá de los mandatos institucionales” para acabar con una “carencia endémica”. El presidente de la Diputación, Joan Talarn, destacó que este equipamiento “es muy importante para el desarrollo económico y social y para la imagen de Lleida” y Jaume Saltó, presidente de la Cámara, consideró que ayudará a convertir Lleida en un hub AgroBioTech. Oriol Oró, director de Fira de Lleida, subrayó que “permitirá aumentar la capacidad expositiva y acondicionar el espacio ferial, y seguir compitiendo y creciendo”.

“Nos dará impulso para consolidar la segunda posición en Catalunya en número de certámenes y ferias internacionales”, señaló. Por otra parte, Pueyo anunció que “la Paeria se plantea, y lo haremos en las próximas semanas o meses, incorporar el Palau de Vidre en nuestra solicitud del plan de impulso de rehabilitación de edificios públicos de los fondos europeos”. El futuro de este edificio, que acoge actividades feriales y también se usa como mezquita, lleva años en debate, entre los que defiende rehabilitarlo y los que preferirían que fuera derribado.