SEGRE

ECONOMÍA ENCARECIMIENTO DE LOS PRODUCTOS

La inflación ahoga a la hostelería

El aumento del coste de los alimentos y de la luz obliga a los restaurantes a subir los precios || Algunos podrían cerrar si no se invierte la tendencia

Vista general del comedor de un restaurante de Lleida.

Vista general del comedor de un restaurante de Lleida.GERARD HOYAS

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La hostelería las ha visto de todos los colores en estos últimos dos años. Primero, la pandemia obligó a cerrar sus negocios durante meses. Luego pudieron abrir, pero con limitaciones de aforo y de horario.

Y ahora que parece que el coronavirus está remitiendo padecen un encarecimiento general del coste de los alimentos que, sumado a cómo se ha disparado el precio de la luz y el gas, ha provocado que algunos negocios hayan tenido que subir el precio de sus menús y hasta se planteen el cierre si la situación no mejora. Así lo aseguran hosteleros de la ciudad y el secretario general de la Federación de Hostelería, Ramon Solsona, quien pide “un respiro” a su sector, “uno de los más afectados por la pandemia y que ahora estaba empezando a recuperarse”. Según Solsona, “lo que realmente nos está perjudicando mucho es el encarecimiento general de los alimentos y parece que la escalada no cesa”.

Reconoce que algunos negocios han optado por subir los precios, “pero tampoco podemos incrementarlos mucho, de hecho, algunos asumen pérdidas para no perder clientes”. El secretario general de los hosteleros añade que el otro gran problema es el precio de la luz y el gas. “Antes suponían entre el 5% y el 6% del total de gastos de un negocio y ahora superan el 20%”.

Un hecho que atribuye a “un problema estructural que tenemos en Europa, porque la hostelería somos los penúltimos de la fila y los clientes, los últimos: los suministradores suben los costes de la luz y el gasoil y entonces debemos decidir si subir precios y perjudicar al cliente o asumir pérdidas”.Por su parte, Ángel Rodríguez, que regenta el restaurante Carballeira, admite que la subida de precios es general. “La gamba ha pasado de valer 90 euros el kilo a 220; el langostino, de 55 a 80; y el bogavante ronda los 60 euros el kilo. Esto debe parar ya o tendremos problemas”, dice Rodríguez, que por el momento no ha decidido subir precios “a pesar de que por la luz, en nuestro caso, hemos pasado de pagar 1.800 euros al mes a casi 4.500”.

Paralelamente, Modesto Rives, del restaurante La Masia, suscribe las palabras de Rodríguez con un escueto “todo se ha encarecido, la situación es muy dura”. Se ha visto obligado a subir un euro el precio del menú “pero por el encarecimiento de la energía, que nos sale por más de mil euros al mes. Ya no sabemos si es por la guerra, la escasez o la huelga de transportistas, pero la situación es insoportable”.

Una opinión que comparte Fidel Perpinyà, del grupo Canalla de restaurantes, que dice que “el encarecimiento de los alimentos ha sido en general de un 30%, y el aceite de girasol, por ejemplo, es un 50% más caro que hace un año”. Un hecho que les ha obligado a subir precios “y reducir nuestro margen comercial para no perder competitividad”, pero Perpinyà advierte que “este es un nuevo golpe ahora que volvíamos a cifras de antes de la pandemia y, si no se revierte pronto, nos deberemos plantear si vale la pena seguir en este sector”.

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