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RELIGIÓN ÓRDENES

Los feligreses despiden a los Frarets de Lleida después de 8 siglos

El convento y el Santuario leridano quedan cerrados por la falta de vocaciones || Más de cien personas acuden a la última misa

Un centenar de feligreses acudieron ayer a la última misa en la iglesia de Sant Antoni de Pàdua.

Un centenar de feligreses acudieron ayer a la última misa en la iglesia de Sant Antoni de Pàdua.AMADO FORROLLA

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Los frailes franciscanos (Frarets) celebraron ayer a las 19.00 horas su última misa antes de dejar Lleida después de 805 años y de ser los primeros que se instalaron en la Península Ibérica. En la ceremonia, celebrada en el Santuario de Sant Antoni de Pàdua, más de un centenar de feligreses se despidieron de los cuatro frailes que hasta ahora seguían en la ciudad. Dos se trasladarán a Barcelona y otros dos a Albacete.

Su marcha se debe a la falta de vocaciones y desde hoy, tanto el convento, que está integrado en la residencia y centro de día Sant Antoni de Pàdua (seguirá en funcionamiento), como la iglesia en la calle Vila Antònia quedarán cerrados, pero todavía no hay ninguna decisión sobre el futuro de ambos espacios. Esta la debe tomar el Ministro Provincial y el Definitorio Provincial de la Inmaculada, a la cual pertenece el convento. Por su parte, el fraile Joaquín Recasens mostró su “tristeza” ante esta situación y explicó que decenas de personas se acercaron al Santuario para despedirse de ellos “con mucho afecto”.

Los franciscanos se instalaron en Lleida en 1217. La ciudad forma parte de la ruta del camino de Santiago y por ella pasó el propio San Francisco. El primer convento e iglesia se construyó en la actual plaza Ricard Viñes.

La Orden de Lleida no es la única que se clausura y también lo harán las de Logroño, Cehegín, Pego y Cádiz.

Las monjas Missioneres del Cor dejan La Pobla

La Congregación Missioneres Filles del Cor de Maria de la residencia Nostra Senyora de Ribera de La Pobla también se han marchado tras 104 años. El alcalde, Marc Baró, explicó que las dos monjas que quedaban se fueron hace tres semanas. Trabajaban en la residencia y Baró explicó que sus plazas debían salir a concurso público, pero les ofreció un convenio para continuar con el servicio. Aun así, las monjas lo rechazaron.

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