¿Novatadas o gincanas lúdicas?

Una de las vivencias que recuerdan quienes hicieron la mili es la de las novatadas, con las que los reclutas veteranos se reían a costa de los nuevos, a los que sometían a pruebas en muchas ocasiones humillantes. La mili desapareció hace ya un cuarto de siglo, pero las novatadas siguen en boga en un ámbito tan contrapuesto a los cuarteles como el de la universidad. Estos días se ha podido ver en la vía pública de la ciudad, especialmente en la canalización, a estudiantes con harina en la ropa, con una “N” de novato pintada en la frente y bebiendo sangría a morro de una botella que sostienen otros.

Responsables de la UdL y representantes estudiantiles coinciden, no obstante, en que la gran mayoría de estas actividades, que se hacen fuera de la universidad, ya no incluyen pruebas humillantes y son más bien gincanas festivas. La vicerrectora de Estudiantes, Montse Rué, considera que no tendrían que llamarse “novatadas”. “Los alumnos las califican como actividades de hermandad y no me ha llegado ninguna queja sobre incidencias extremas”, dice.

Eso sí, precisa que “desde la universidad también celebramos fiestas, como la de bienvenida o la de fiesta mayor, y dan una imagen de cohesión, ya que también se hacen actividades y, junto con el esfuerzo académico, esto es la vida universitaria”. El coordinador del consejo del estudiantado, Pablo Alás, también rechaza la palabra “novatada”. “Son actividades para que los alumnos se conozcan y para que los de primero hagan amistad con los mayores”, opina, y añade que no han recibido ninguna queja.

También afirma que “pedimos que se respete la ciudad y no se ensucie”. Otros delegados estudiantiles admiten que a veces hay situaciones que no resultan nada divertidas para los que las sufren. “Hay pruebas en que se sienten obligados a responder preguntas delicadas o se les insiste para que beban, y esto no se puede permitir, al igual que dejar la canalización llena de basura”, destaca Anna Sangrà, de cuarto del grado de Primaria y miembro del consejo del estudiantado.

Un alumno que ha pasado este año por una novatada es Jan Ferreres, de primero de Psicología. “Durante las pruebas te tiran harina, huevos o mostaza y me lo pasé bien”, indica, aunque lamenta que tuviera que pagar 5 euros para comprar alcohol y que “me obligaron a beber cuando yo no quería, eso no lo veo bien”. Emma Juanpere, de primero de Primaria dual, también opina que las novatadas sirven para conocer a los compañeros.

Por último, la decana de su facultad, Maria Pau Cornadó, señala que no ve inconveniente en que se hagan “siempre sean absolutamente respetuosas con el alumno y fuera del horario lectivo”.

Una nueva ley las castiga, pero solo si se hacen dentro de la universidad

La ley de Convivencia Universitaria que entró en vigor el pasado mes de febrero castiga las novatadas con la expulsión de la universidad desde un mínimo de dos meses a un máximo de 3 años. Califica como falta muy grave “realizar novatadas o cualesquiera otras conductas o actuaciones vejatorias, física o psicológicamente, que supongan un grave menoscabo para la dignidad de las personas”.

No obstante, el régimen disciplinario de la ley precisa que solo se aplica a las actividades efectuadas dentro del recinto universitario, por lo que no incluye a las que tienen lugar fuera. Entre las faltas muy graves también figuran, entre otras conductas, el acoso o la violencia grave contra cualquier miembro de la universidad, el plagio de una obra o cometer fraude académico en la elaboración de los trabajos de fin de grado, máster o tesis.