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Las buenas notas ayudan

Jóvenes que en su día fueron los mejores de Lleida e incluso de Catalunya en la selectividad, satisfechos con su vida académica y laboral || La gran mayoría trabajan o estudian fuera

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Leridanos que un día fueron los mejores de la selectividad de la provincia e incluso de Catalunya afirman, años después, que sus logros académicos les han abierto puertas profesionales, sobre todo al principio. Creen que su esfuerzo ha valido la pena para alcanzar sus metas, pero alertan sobre no obsesionarse con las buenas calificaciones.

Rozaron el 10 en las pruebas de acceso a la universidad y en algunos casos lograron incluso la nota más alta de selectividad de Catalunya. Ahora, años después, una muestra de los leridanos que en su momento fueron los mejores de Lleida en la selectividad explican cómo les está yendo su vida académica y/o laboral, y todos se muestran satisfechos.

Eso sí, prácticamente todos viven fuera de sus poblaciones natales y de la provincia. De hecho, varios estudian o trabajan en el extranjero, donde consideran que tienen más proyección y mejores condiciones. En general, reconocen que el esfuerzo que hicieron les permitió estudiar y dedicarse a lo que en su día soñaron.

Admiten que las buenas notas abren puertas, sobre todo al principio, pero remarcan que existen otros caminos. Unos dicen que en la carrera aprendieron que no pasa nada si aprueban con calificaciones más bajas, mientras que otros mantuvieron su nivel de excelencia con matrícula de honor en todas o buena parte de las asignaturas e incluso consiguiendo el premio extraordinario de grado. Pero, en todo caso, subrayan que la dedicación al estudio no debe convertirse en ningún caso en una obsesión.

Víctor Tello, psicólogo coordinador de adultos y adolescentes del centro Orum, afirma que algunos adolescentes sufren presión por obtener una determinada nota en selectividad. Apunta que esta presión suele venir determinada por un “compendio” de factores, como su propio perfil perfeccionista, porque que quieren agradar a todos o porque la familia les transmite sensación de fracaso si no logran sus objetivos, por ejemplo. Asegura que pueden ser poco tolerantes a la frustración y que en situaciones de estrés o en estudios universitarios en los que se exige mucho, pueden “explotar”.

En este sentido, indica que la diferencia entre una persona exigente que se esfuerza por sacar buenas notas y no le afecta en su vida cotidiana y otra a la que esta situación de pesa es “la sintomatología”. “Si lo hacen y disfrutan, bien. Pero si comienzan a tener insomnio, problemas de concentración y no encuentran sentido a la vida, hay que modular la autoexigencia”, explica.

Asimismo, añade que existen los adictos al estudio o al trabajo que se dan cuenta de ello cuando no son capaces de adaptarse a una situación concreta, por ejemplo no desconectar en vacaciones o no poder dejar de trabajar cuando nace un hijo y que eso genere problemas de pareja.En todo caso, las personas entrevistadas afirmaron estar actualmente satisfechas con sus logros y la mayoría destacan que siempre han tenido facilidad para estudiar. En este sentido, la investigación Integrating self-regulated learning and individual differences in the prediction of university academic achievement across a three-year-long degree, coordinada por el vicedecano de la facultad de Educación de la UNED, Juan Carlos Pérez, constata que un 25% del rendimiento académico en la universidad depende de variables no intelectuales, como la responsabilidad o saber administrar el tiempo.El estudio consistió en evaluar una serie de variables psicológicas de estudiantes de la Universitat de Lleida al inicio de su titulación en Educación para, posteriormente, registrar el rendimiento académico medido a través de las calificaciones de asignaturas en tres cursos. Los resultados certificaron que aproximadamente el 25% del nivel de calificaciones en la universidad estaba relacionado con las notas previas de acceso, mientras que otro 25% se vincula a variables psicológicas no intelectuales, también conocidas como no cognitivas o habilidades blandas (soft skills).

Entre las habilidades blandas poseídas al inicio de la carrera que mostraron tener luego una mayor relación con las calificaciones obtenidas posteriormente figuran la responsabilidad, el compromiso y la autoeficacia académica, así como la regulación del esfuerzo y la gestión del tiempo y del entorno de estudio.Sea como sea, estos que un día fueron (o siguen siendo) estudiantes excelentes obtuvieron en la selectividad tres puntos más que la media de Lleida, que en la última convocatoria fue de 6,83 y solo ha subido medio punto en una década.

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