ENTREVISTA JUSTICIA
Francisco Caamaño: «El actual delito de sedición nos mantiene en otro tiempo»
Francisco Caamaño es catedrático de Derecho Constitucional en la Universidad de La Coruña y fue letrado del Tribunal Constitucional, pero sobre todo es conocido porque desde principios de 2009 hasta finales de 2011 fue ministro de Justicia en el último Gobierno Zapatero. Esta semana dio una charla en la UdL sobre independencia judicial y, en esta entrevista, defiende derogar el actual delito de sedición, aunque cuestiona el momento, e insta a abordar la reforma de la Constitución, afirmando que debe dejar de ser considerada intocable.
¿Cómo valora la ley del “sí o sí”? ¿Realmente facilita la rebaja de penas por abusos sexuales o hay una interpretación machista por parte de algunos jueces?
Cuando como en este caso el legislador une dos tipos penales distintos, es inevitable que alguien se quede en la línea de abajo y otros en la de arriba. Es verdad que esto se arregla con una disposición transaccional bien hecha, y en mi opinión la ley no ha estado fina a la hora de articular esto, pero tampoco quiere decir que sea una cosa disparatada. Es consecuencia de un principio democrático: aplicar la ley penal más favorable a los que cumplen penas. Los jueces interpretan la ley y algunos consideran que tal como ha quedado la del “sí es sí”, algunas personas se benefician del efecto acordeón y tienen una rebaja. Ha generado mucho debate, también porque la reacción de algún miembro del Gobierno criticando con dureza a los jueces no fue afortunada. Lo que debes hacer es revisar tu trabajo y ver cómo se pueden facilitar interpretaciones en una determinada dirección.
¿Como lo solucionaría usted?
Primero hay que ver lo que dice el Supremo. Y [si hay rebaja de penas] reconocería que no lo he hecho bien, no solo yo como Gobierno, que tiene una parte de responsabilidad, pero los diputados pudieron enmendarlo, y hay letrados de las Cortes y asesores jurídicos. Lo rectificaría cuanto antes, por el procedimiento de lectura única.
¿Comparte la opinión de la ministra de Igualdad de que hay jueces que interpretan la ley de forma machista?
Para nada. Las leyes, y he hecho unas cuantas, una vez están aprobadas por el BOE son de los españoles, todo español es intérprete de la ley.
El Gobierno dice que deroga el delito de sedición para equiparar el Código Penal al de otros países europeos. ¿Lo ve necesario?
Hay que cambiarlo. Ese delito, tal como está en el Código Penal, nos mantiene en otro tiempo. El problema no creo que sea tanto técnico como de oportunidad. Probablemente, cuando el presidente del Gobierno dijo hace tiempo que preveía hacerlo era el momento, y no ahora con los presupuestos. También hay que solventar esta especie de delito de malversación por omisión fruto de la jurisprudencia del Supremo. Condenar a personas por malversación aunque no han malversado, pero permitieron que otras sí lo hicieran, no está con claridad en el Código Penal, es fruto de una interpretación que no voy a cuestionar, pero o lo pongo en la ley o digo que no está.
Los independentistas afirman que los jueces hacen una interpretación política de la ley para perseguirles.
Interpretan la ley lo mejor que pueden en función del caso. Es inevitable que haya asuntos donde tiene consecuencias políticas, pero no creo que en general los jueces hagan interpretaciones desde la política.
¿Ve necesario desjudicializar el conflicto político que afecta a Catalunya?
Sin duda, pero para eso también hay que respetar la legalidad. En España, todas las opciones políticas, incluido el independentismo, son libres, pero es muy difícil interaccionar desde el independentismo y no chocar con las leyes. Ningún Estado del mundo ni ninguna democracia admite la posibilidad de que porque alguien quiera ser independiente pueda serlo fácilmente, se va encontrar con un derecho pensado para defender la integridad del Estado.
Entonces, ¿no es posible lograr la independencia por la vía legal?
Es posible con una reforma de la Constitución. Es muy lejana y difícil, pero posible. Ahora, no me puedo sorprender de que los jueces hagan una interpretación de la ley no independentista, lo extraño sería lo contrario.
Si como usted dice, el Consejo General del Poder Judicial no es poder judicial, sino que este lo ejercen los jueces, y solo sirve para los ascensos y sanciones, ¿por qué hay tanta polémica sobre su renovación y no se suprime?
Porque no podemos reformar nuestra Constitución. Tenemos una patología de que no se toca y ya va siendo hora de que se toque. Habrá que empezarlo a decirlo en voz alta y mucha gente a ver si toman nota.
¿Por qué es tan intocable?
Porque cuando se redactó la presumíamos de que no tenía cláusulas de invariabilidad. Hay constituciones como la alemana que dicen que esto y esto no se puede reformar nunca. La nuestra no, pero tiene dos procedimientos de reforma, uno parcial y sencillo y otro agravado, y este es como una cláusula de imposible reforma. Su inicio debe aprobarse en las Cortes por amplísima mayoría, y entonces se disuelven y las nuevas decidirán si siguen o no. Si eres el presidente del Gobierno y acabas de ganar las elecciones, ¿vas a arriesgarte a plantear la reforma de la Constitución y disolver las Cortes? Algún día tendremos que hacer una pequeña trampa y a través del procedimiento sencillo cambiar el agravado para poder por fin reformar la Constitución.
¿Por qué los jueces que ocupan las altas instancias están tan catalogados como conservadores y progresistas? Parece que ninguno pueda desmarcarse de cada sector en una sentencia. Que es lo natural en el derecho, que no haya estos alineamientos. Cuando fueron nombrados los magistrados del primer Tribunal Constitucional, UCD y PSOE pactaron que su presidente sería Aurelio Menéndez. Pero los magistrados, en un gesto de independencia que les honra dijeron: “vamos a votar, y lo será cualquiera menos tú”. Su presidente fue García Pelayo y Menéndez dimitió. Echo en falta estos gestos. Qué es eso de que nos elijan al presidente del Constitucional cuando deben hacerlo sus magistrados. Ni los partidos deberían hacerlo ni los tribunales prestarse a eso. Necesitamos ver, como hubo en algunos momentos en el Supremo y el TC, jueces que unas veces están con los conservadores y otras con los progresistas. Pero en los últimos años, si no hay ese alineamiento, lo parece y mucho, y la justicia tiene que ser como la mujer del César.