LLEIDA
'Es la única manera de dejar la casa paterna': compartir piso
Jóvenes que conviven en pisos destacan que se decantan por esta fórmula porque es la opción más económica y que la comunicación es clave para mantener una buena relación y evitar problemas
Diversos jóvenes estudiantes o trabajadores que conviven con otros en pisos en Lleida explican su experiencia y destacan que optan por este estilo de vida porque es la única manera de irse de casa de los padres, ya que no se pueden permitir el coste que comporta independizarse. La mayoría también afirma que la convivencia no siempre es fácil.
Compartir piso es una situación en la cual se encuentran muchas personas, especialmente los jóvenes, porque actualmente los alquileres y el coste de los servicios básicos y de la canasta|cesta de la compra son muy elevados y no pueden independizarse en solitario. “Te planteas vivir solo y ves que es imposible”, declara Natalia Castellanos.
También son muchos los estudiantes que optan por esta formula, ya que acostumbra a ser más asequible que las residencias. En Lleida el alquiler, aunque varía dependiendo de la zona, sale en torno a los 200 euros por persona y unos 700 o 800 en el mes por vivienda. A eso se tiene que sumar los gastos de agua, luz y gas, aparte de la comida y de otros productos básicos.
Muchos admiten que puede ser un reto, ya que hay que adaptarse a dinámicas diferentes a las cuales cada uno está acostumbrado. Como dice Marta Sanmartí, “vivir con gente es un aprendizaje”. Algunos coinciden en que una parte de la experiencia de compartir piso depende del azar, excepto que los que conviven se conozcan de antes, que no siempre es el caso. Escoger compañero es como jugar a la lotería.
En los casos en los cuales la experiencia es buena, todos la recomiendan. Lo que muchos consideran clave para la buena convivencia es la comunicación, ya que sin esta se puede convertir en una pesadilla, destacan los que han tenido malas experiencias con compañeros anteriores. A pesar de la libertad que da estar en una vivienda con personas que no son de la familia, una de las cosas que echan de menos es la intimidad, ya que, especialmente si tienen horarios similares, estar veinticuatro horas al día con alguien puede ser agotador. No obstante, algunos lo ven como una cosa buena, porque implica generar una relación muy profunda con esta persona, que acaba convirtiéndose en familia.