ELECCIONES
De a cara de perro a hablar de perros
El debate del Grupo SEGRE tuvo un inicio marcado por la ofensiva del alcaldable del PSC, Fèlix Larrosa, contra Miquel Pueyo, actual alcalde y candidato de ERC. “Pueyo pasará a la historia por ser el alcalde que ha gobernado la ciudad desde un despacho de la segunda planta de la Paeria. Ha estado desaparecido, no es ni consciente de que ha sido alcalde”.
Así comenzó su intervención para hacer balance del actual mandato, justo después de que hubiera hablado Pueyo. Una vez concluido el primer turno, este replicó. “El estilo y valores de Larrosa y los míos son muy diferentes, me comprometí a tratar a mis adversarios con amabilidad y justicia y Larrosa exhibe animadversión hacia mi persona”, indicó.
“El señor Pueyo se cree que está por encima del bien y del mal, es un intelectual que se quiere mucho a sí mismo y confunde la acción de gobierno con su persona”, contrarreplicó el socialista. “Me parece insultante que diga que estoy por encima de todos, usted tiene un problema de fijación y quizás de nerviosismo”, zanjó el de Esquerra. Pero la tensión pronto dio paso a la distensión, que aumentó cuando el alcaldable del PP, Xavi Palau, aprovechó el apartado dedicado a la limpieza para lanzar una pulla al Comú.
Tras afirmar que la recogida puerta puerta implantada en Balàfia y Pardinyes cuando el Comú estaba en el gobierno ha sido “un desastre y una marranada”, señaló que “no se puede gobernar a base de ji, ji, ja, ja”, expresión que volvió a utilizar más adelante. “No hagamos ji, ji, ja, ja, con el cambio climático”, le respondió la candidata del Comú, Laura Bergés, para defender el puerta a puerta, afirmando que es también el sistema por el que apuesta Europa. No solo chocaron en eso, sino también el tono, más sosegado el de Bergés, mientras Palau aprovechaba cada segundo para lanzar un mensaje a los que seguían el debate.El alcaldable de Junts, Toni Postius, aunque en algún punto sacó a relucir su independentismo, centró sus intervenciones en reivindicar su gestión en urbanismo como “solucionador” de cuestiones históricas como los proyectos de la nueva estación de autobuses, la reforma del Palau de Vidre o el polígono de Torreblanca y, sobre todo, el desarrollo del plan de la estación.
“Ahora es real, todo lo hecho en 20 años eran palabras”, afirmó sobre este último. De hecho, el debate plasmó lo que ha sido este mandato a nivel de gobierno: buena sintonía entre ERC y Junts y discrepancias con el Comú. Dio la impresión de que si Pueyo y Postius mandaran en sus partidos, Junts seguiría en el Govern de la Generalitat.Maria Burrel, de Cs, y Domènec Vila, de Activem, tuvieron el mismo tiempo que todos, pero menor peso, ya que nadie buscó el cuerpo a cuerpo con ellos, seguramente porque dan por hecho que difícilmente estarán en la nueva Paeria.
Burrel, a diferencia de su antecesora Ángeles Ribes, habló en catalán, menos para pedir el voto en el minuto final, cuando usó el castellano.Este minuto final llegó después de la gran novedad del debate, que fue un acierto: que cada candidato hiciera una pregunta a otro cuyo nombre figuraba en la papeleta que un sorteo previo le había asignado. A Pueyo le tocó Bergés, que se zafó de su intento de que se definiera sobre si prefiere apoyarle a él o a Larrosa. Este tampoco se “mojó” cuando Postius le preguntó si mantendría el puerta a puerta en Balàfia y Pardinyes.
Y poco después, era Postius quien debía responder a una pregunta de Bergés sobre esta misma cuestión. Pero entonces ya había pasado lo mejor. A Larrosa le tocó Pueyo.
Todo el mundo esperaba una pregunta en forma de puya que enlazara con su inicio del debate, pero le inquirió sobre qué piensa hacer ante la saturación de la perrera municipal. Durante su respuesta, Pueyo comentó: “usted tiene un perro, ¿que se llama?” “Otto”, dijo Larrosa. “Yo tengo una perra que se llama Kitty”, prosiguió Pueyo. Quien sabe si Otto y Kitty se llevarían mejor que sus dueños.