LLEIDA
Pardinyes: De barrio obrero a residencial
El derribo de la fábrica Virginias es el adiós de uno de los últimos vestigios de la Pardinyes industrial
Esta semana empezó el derribo de la fábrica de galletas Virginias, uno de los últimos recuerdos del pasado de Pardinyes, un barrio de orígenes industriales que ha sufrido una transformación radical y ha crecido en viviendas y servicios. “Antes éramos un pueblo, ahora el barrio de una capital”, resume el histórico líder vecinal Jacinto Pernia.
El barrio de Pardinyes se ha despedido esta semana de uno de los últimos vestigios que quedaban de su pasado industrial: la fábrica de galletas Virginias. Un edificio icónico que en 2019 puso fin a 80 años de actividad ininterrumpida, siendo una de las industrias “más dulces” del barrio. Pero no la única, ya que como dice Joan Torné, el actual presidente de la Organización de Vecinos de Pardinyes (Orvepard), “era un barrio mitad industrial y mitad Horta, allá donde no había fábricas o instalaciones ferroviarias teníamos huertos y cultivos y vivíamos de espaldas a la ciudad, como si fuera un pueblo”. No obstante, el panorama ha cambiado radicalmente en unas décadas y las industrias y las instalaciones logísticas y de transporte fueron sustituidas por bloques de viviendas, colegios, parques y mercados.
“La tranformación ha sido brutal, tanto que incluso a los que la hemos vivivdo nos cuesta asimilar la magnitud de cómo ha cambiado nuestro barrio”, reconoce Jacinto Pernia, histórico dirigente vecinal de Pardinyes. Participó activamente en la lucha para que retiraran los depósitos de gas que había donde ahora está la calle Xavier Puig i Andreu y el Barris Nord. “Hicimos mucho trabajo para implicar a la gente y lo reclamamos por todos los medios hasta que al final los depósitos se fueron y llegaron las viviendas”.
Pernia remarca que “hemos pasado de ser un barrio obrero semindustrial a uno residencial y de servicios”. Por su parte, Torné lamenta que la Paeria “no haya hecho nada para mantener el patrimonio de esa época, como la Virginias, los silos del Senpa u otras industrias históricas”. Para recordar su pasado industrial, Orvepard ha inaugurado una exposición de fotos históricas del barrio que podrá verse en su sede hasta finales de octubre.En el solar de Virginias sse construirá una residencia. “Una metáfora perfecta de la evolución de nuestro barrio”, zanja Jacinto Pernia.
“La transformación se logró a base de ser muy pesados”
Jacinto Pernia, histórico dirigente vecinal de Pardinyes, recuerda que una de las claves para la transformación del barrio fue la unión vecinal. “En general la mayoría de los vecinos éramos muy jovenes y queríamos hacer muchas cosas, y empezamos por querer mejorar nuestras calles”.
De esta forma “y a base de paciencia y de ser muy pesados”, el movimiento vecinal fue ganando músculo en sus reivindicaciones. “Un año veías que se retiraba una fábrica, al año siguiente, otra y poco a poco íbamos ganando en servicios como escuelas, el CAP o el pabellón”. Es por ello que Pernia dice que “a pesar de que cualquier tiempo pasado nos pueda parecer mejor, si miramos atrás podemos estar muy orgullosos de lo que hemos hecho por el barrio y su transformación”.
Para Pernia, este sentimiento vecinal que surgió en los años sesenta, setenta y ochenta todavía sigue muy vivo. “Las protestas que ha habido pidiendo la residencia demuestran que se siguen reivindicando mejoras para el barrio, lo que me emociona”, concluye.
Baró de Maials, de calle de poco más de 400 metros a una avenida estratégica
“¿Unir Pardinyes con Balàfia? Menuda barbaridad”.
Eso es lo que decían muchos vecinos en los años ochenta y noventa cuando se empezó a proyectar esta gran apuesta urbanística. “Baró de Maials acababa en el cruce con Camí de Corbins y Balàfia parecía que estaba en la otra punta de la ciudad”, recuerda Jacinto Pernia. Pero Baró de Maials pasó de tener 400 metros de longitud a ser una avenida de 1,4 kilómetros.
Hasta hace pocos años, la calle acogía la empresa Piensos Dies, que dio pie a un gran edificio de viviendas en el que ahora hay una sucursal bancaria en los bajos. Pernia concluye que nadie podía imaginarse el gran cambio que experimentaría esta zona.
La Doux, una fábrica de piensos que dio paso a una plaza
Como si de una evolución natural se tratase, las fábricas de Pardinyes mutaron progresivamente en bloques de viviendas y zonas verdes. Uno de los ejemplo más claros es el de la fábrica Doux, la antigua Piensos Porta. Cerró en julio de 1998, después de que sus titulares vendieran los terrenos a una promotora local. Ahora es una zona verde rodeada de tres bloques con 150 viviendas.
“Poco a poco fuimos llenando los solares vacíos que dejaban las fábricas que marchaban del barrio por viviendas, lo que motivó a que más gente quisiera venir, y eso nos hizo ganar mucha población”, recuerda Jacinto Pernia.
Las instalaciones ferroviarias y de gas, las “cicatrices” de Pardinyes
Ahora tenemos los depósitos de gas en el polígono, pero hace unos años se encontraban en el espacio que ocupan del pabellón Barris Nord y el mercadillo de Pardinyes. Y es que los grandes depósitos de la fábrica de gas eran un símbolo del skyline del barrio y no se trasladaron hasta 1988, después de una larga reivindicación vecinal.
Otra instalación icónica y que también se veía a la distancia en Pardinyes era “el corredero”, la zona donde descansaban las locomotoras y vagones antes o después de sus viajes. No es casual que Pardinyes recibiera el sobrenombre de “barri dels ferroviaris”.
El icónico edificio se convertirá en una residencia para la tercera edad de 140 plazas
“Recuerdo que cuando pasabas cerca de la Virginias te llegaba un olor a galletas que se complementaba con la que procedía de la planta de café y con esto ya te dabas por desayunado”.
Una anécdota de Torné que perfectamente podía hacer propia cualquier vecino de Pardinyes. Y es que por algo la Virginias era conocida por ser la fábrica “más dulce” de la ciudad. Funcionó de forma ininterrumpida durante más de ochenta años hasta que en 2019, su propietaria, Industrias Rodriguez, vendió la marca a un empresario de Agramunt, que decidió cerrarla.
Desde entonces y hasta hace apenas unos meses que la fábrica estaba completamente desmantelada y fue okupada varias veces. Precisamente, el edificio se quemó el pasado enero después de que unas personas que se colaron en su interior hicieran un fuego. Fue entonces cuando la nueva propiedad de la finca, la promotora Ratisbona, pidió a la Paeria una orden de demolición para tirar el icónico edificio.
En su lugar se alzará una residencia para la tercera edad que será de titularidad privada, tendrá unas 140 plazas y creará unos sesenta empleos.