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HISTORIA LA LUCHA POR LA DEMOCRACIA

Ventura Margó: Memoria histórica viva

Ventura Margó, figura clave de la oposición a la dictadura franquista en Lleida, publica un libro con sus recuerdos desde la República hasta la Transición || Uno de sus objetivos es dar a conocer lo vivido porque considera que la Guerra Civil y la postguerra “no se han explicado bien”

Ventura Margó muestra el libro, editado por Garsineu, que presentará el 6 de septiembre en La Fatal.

Ventura Margó muestra el libro, editado por Garsineu, que presentará el 6 de septiembre en La Fatal.GERARD HOYAS

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Dar a conocer lo vivido en primera persona hace ya muchos años para que cuanta más gente mejor conozca la realidad de lo sucedido. Este es uno de los objetivos que persigue Ventura Margó, que a sus 96 años ha escrito el libro de recuerdos Lleida, entre guerra i postguerra, editado por Garsineu edicions. Margó es mucho más que un testigo directo, porque seguramente fue el principal dirigente de la oposición al franquismo en Lleida a partir de mediados de los años sesenta.

“La Guerra Civil y la postguerra ya se han explicado, pero no bien”, afirma al ser preguntado sobre esta cuestión. En su obra dice que lo que relata “puede servir para esta mayoría a la que tan solo se ha explicado que en España hubo una Guerra Civil en 1936 y poca cosa más, ya que los gobiernos que han mandado aún no se han dignado en poner en los libros de texto la historia completa de esa tragedia”. “Unos escritos que pueden servir para identificar quién fue el culpable de todos los disparates de un lado y de otro, a causa de un golpe de estado militar de la gente de derechas contra la legalidad de un gobierno surgido de las elecciones generales del 16 de febrero de 1936”, añade.

Por eso “es importante que los que vivieron esa etapa, que no quedan muchos, escriban sus memorias”, prosigue. Las suyas abarcan desde la llegada de su familia a Lleida ciudad poco antes de la proclamación de la República, con 5 años, hasta los inicios de la Transición. Son memorias con tintes reivindicativos que se reflejan en que suple su nombre por el de Jordi que, según indica, es “el nombre de clandestinidad que me recuerda la ilusión y también las dificultades durante los muchos años de lucha”.

Explica vivencias de su infancia en el Canyeret, de la Guerra Civil y de la represión, pero el grueso de la obra se centra en la lucha contra la dictadura. El suyo no era un perfil típico del opositor al franquismo. “En mi familia no había ningún precedente político ni sindical”, destaca.

Y justo cuando se afilió al PSUC, en 1965, acababa de ser nombrado jefe de personal de una empresa con un centenar de trabajadores en la que había entrado como aprendiz en 1940, con 14 años. Margó cree que el hecho que incitó su implicación política fue que un amigo le convenció para asistir a la charla de un religioso venido de América Latina, que le impresionó por las injusticias sociales que describía. Años después, aprovechó una excursión a Perpignan en autocar con su mujer y su hijo para contactar con miembros del PSUC.

Lo logró en la terraza de un bar, y volvió con un paquete de octavillas. “Mi mujer me preguntaba: ¿qué has comprado? Y para no hacerla sufrir porque teníamos que pasar la aduana, le contesté que lo vería al llegar”. Aún tuvieron que pasar 8 meses para que el PSUC le convirtiera en militante, y desde entonces pasó a ser su responsable en la provincia.

Pronto fue miembro del Comité Central y participaba en las reuniones anuales en Francia del PCE. Fue corresponsal de la emisora La Pirenaica, creada por el partido y que emitía desde el exterior, cofundador de CCOO y de UP en Lleida, líder vecinal en la Mariola y dirigente de la actividad cultural alternativa a la oficial. Se implicó de lleno en la lucha de los colonos de dos latifundios de la Iglesia, el de Montagut y el de 3.340 hectáreas de la Unión Laical de Beneficiarios en Albatàrrec, Sudanell y municipios limítrofes, esta última con final feliz.

También fue detenido y estuvo dos veces en prisión.Anteponía sus ideales al bolsillo, lo que le acabó costando el despido de su empresa en 1970. Entonces, abrió una librería, L’Àncora, que acabó cerrando tras sufrir dos atentados de los ultras de “la Guardia de Franco”. Fue elegido concejal de la Paeria por el PSUC en 1979 y dejó la política al acabar ese mandato, tras la gran crisis que sufrió esta formación.

Subraya que nunca cobró nada del partido y que “siempre me negué a ser un profesional de la política”. Al hacer balance, confiesa que un amigo que luchó con él contra el franquismo le preguntó: “¿Valió para alguna cosa?”. “Sí que valió, pero no para hacer lo que queríamos, ni mucho menos”, le contestó

Destaca que debe quedar claro que fue un golpe de estado militar de la derecha derrotada en las urnas

Perdió un buen empleo por su implicación política, se negó a cobrar del partido y fue un activista polifacético

Soldados de buena familia que eludieron el frente

Margó afirma que, durante la guerra, republicanos de derechas apoyaron poco al gobierno legítimo. Como ejemplo, indica que en 1937 había soldados miembros de familias pudientes encarcelados de forma laxa en la Seu Vella por nimiedades en lugar de estar en el frente de Aragón. “Yo y otros niños entrábamos y salíamos como queríamos, nos entregaban listas de cosas para comprarles y nos daban grandes propinas. Estaba claro que era gente de los poderes fácticos”, dice.

Añade que durante unos pocos días un destacamento de dinamiteros les obligó a excavar un refugio en la colina que quedó inacabado.

El horror de la masacre del Liceu Escolar

“Tras el bombardeo la gente gritaba ¡en el Liceu hay muchos muertos! Fuimos allí y algunas personas llamaban a sus hijos enterrados por los escombros”, dice.

La ineficaz ametralladora en el campanario de la Seu

Ventura Margó da cuenta de un hecho desconocido por mucha gente que ilustra las deficiencias de la logística militar del ejército republicano. “En 1936 montaron una ametralladora en lo alto del campanario de la Seu Vella. La subieron por piezas y los niños fuimos a ayudar subiendo algunas pequeñas. Cuando estaba instalada, protegida con sacos de arena, los soldados decían: ¡que vengan, que vengan! [los aviones enemigos].

Pero cuando hubo el primer bombardeo [el 2 de noviembre de 1937] no disparó ni un tiro porque no funcionó, ni tampoco sonó la sirena de alarma de un ataque aéreo”, explica.

El refugio inacabado de la Seu.

El refugio inacabado de la Seu.GERARD HOYAS

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