“Debemos integrar la IA sin perder el contacto directo con los pacientes”

“Deberemos aprender a integrar la inteligencia artificial en la medicina, es una tecnología que puede convertirse en una herramienta de apoyo o en una distorsión”. Esta es una de las principales conclusiones a las que se ha llegado en el congreso de Atención Primaria de la Societat Catalana de Medicina Familiar i Comunitària (CAMFiC), que ayer cerró su 29 edición en Lleida. Así lo afirmó la doctora Mònica Solanes, vicepresidenta de la asociación y presidenta del comité organizador del congreso. “La digitalización no puede suponer un obstáculo para relacionarnos con los pacientes, con quienes no podemos perder el contacto directo”, añadió.

Bajo el lema “Estenem Ponts”, las tres jornadas del evento se centraron en cuatro ejes. El primero, un “puente al entorno”, estuvo basado en debates sobre los efectos del cambio climático. El segundo fue un “puente a la docencia”, centrado en el análisis del grado universitario, la especialización y el desarrollo profesional continuado. “El 35% de los médicos son de familia, pero solo el 3,5% de facultativos docentes pertenecen a esta especialidad”, explicó Solanes. “Este hecho dificulta que los estudiantes se planteen ser médicos de cabecera”, valoró. También hubo un “puente a otros médicos de familia”, en el que se analizaron las diferencias entre los facultativos de cabecera de la Atención Primaria y los que trabajan en Urgencias o cárceles; y un “puente al futuro”, dedicado a las nuevas tecnologías. Solanes manifestó estar “muy contenta por volver a traer el evento a Lleida después de diez años” y afirmó que “ha sido un éxito, con una participación de más de 500 facultativos de toda Catalunya”. Desde la jornada inaugural del jueves y hasta ayer se llevaron a cabo hasta ocho actividades paralelas: hubo mesas redondas, ponencias, talleres y actividades más dinámicas como escape rooms o un baile popular en la canalización del río Segre.

Por otra parte, se destacó que en Lleida ciudad se podrían evitar unas 77 muertes anuales si se cumplieran las recomendaciones sobre contaminación que la OMS fijó en 2021, según un ranking del instituto ISGlobal.