LLEIDA
Los graneros del voto ultra: más del 14% de los leridanos dan apoyo a Aliança Catalana i a Vox
La irrupción de Aliança Catalana en el panorama político de Lleida tras las elecciones del 12-M, donde obtuvo uno de sus dos diputados al Parlament, y el afianzamiento de Vox con la repetición de su escaño abren muchas preguntas sobre el viraje del voto leridano hacia la derecha y el peso de los partidos ultras y racistas en Ponent.
Las encuestas lo apuntaron, pero la magnitud no se conocía y menos aún se sabía el buen resultado que las dos fuerzas de ultraderecha, la españolista Vox y la idependentista Aliança Catalana, lograrían en algunos municipios de Lleida y barrios de la capital. El giro ideológico hacia la derecha y más allá está bajo escrutinio y, mientras el resto de formaciones, las principales, negocian la formación de gobierno los expertos en política ya señalan algunas de las posibles causas del viraje.
En Lleida hubo 9 municipios donde Aliança Catalana fue la segunda fuerza más votada, mayoritariamente por detrás de Junts. Y en localidades como Alfés logró un 18% de los sufragios. En Barbens, con 54 votos, supone el 20% y en La Baronia de Rialb, con 19, logró el 17,4%. Además, en otros numerosos casos ambas formaciones radicales suman cerca del 20% de los votos.
En el conjunto de la provincia, Vox y Aliança Catalana recibieron 23.373 votos, que son el 14% de todos los que se emitieron el pasado domingo. Un porcentaje que en Lleida ciudad aumenta hasta el 16,5% con 7.993 papeletas, 4.661 para los ultras españoles y 3.332 para los ultras catalanes. Por barrios, Vox fue la segunda fuerza más votada en Magraners, la tercera en Llívia y Secà y la cuarta en la Mariola, mientras que el mejor resultado de Aliança Catalana fue el quinto en Butsènit-Horta, Ciutat Jardí, Sucs, Joc de la Bola y Cappont, siendo este último el barrio en el que tuvo más sufragios, con 541.
Por su parte, Pardinyes fue el barrio donde Vox sumó más apoyos, con un total de 552.De esta forma, en los barrios más poblados de la capital alrededor de uno de cada 6 electores que acudieron a las urnas optaron por una de estas dos formaciones. En Cappont y Balàfia sumaron el 17% del total de votos a partidos, mientras que en Pardinyes representaron el 18% y en La Bordeta rozaron el 20%. Un hecho que los presidentes vecinales atribuyen a muchos factores, pero sobre todo a que ha habido un voto de castigo a los partidos tradicionales y porque han sido los únicos que, aunque utilicen argumentos xenófobos o autoritarios, han hablado de seguridad e inmigración. “La gente está cansada de los robos y las okupaciones y al ver que los otros partidos no hacían propuestas al respecto han votado a estas fuerzas”, opina la presidenta vecinal de La Bordeta, Mari Carme Guerrero.
Su homólogo de Pardinyes, Joan Torné, coincide. “Hay gente muy decepcionada con según qué partidos y les preocupa lo que ve en su día a día, que es inseguridad e inmigración lo que, sumado a la alta abstención, provoca estos resultados electorales”. La presidenta de Balàfia, Jos Farreny, señala que esta subida del voto ultra “es fruto del descontento que hay con los partidos y la difusión de muchos bulos o medias verdades en las redes sociales, porque tanto Vox como Aliança Catalana dan soluciones muy fáciles a problemas muy complejos y eso es engañar a la gente dando falsas esperanzas”.
La líder vecinal de Cappont, Veni Ros, lo refrenda, y añade un argumento más: el anuncio de que abrirá un oratorio musulmán en el barrio a finales de año. “No tengo duda que esto ha propiciado que Vox y Aliança Catalana hayan sacado estos resultados en Cappont, que históricamente ha sido y es un barrio progresista, y me preocupa mucho la situación actual”, remata.
El voto de la periferia social: el ‘left behind places’
Para Mercè Cortina, doctora en Ciencia Política, el incremento del voto de extrema derecha “viene de la teoría de los left behind places (los lugares dejados atrás), una parte de la sociedad que se siente olvidada y apartada por las principales formaciones políticas. Cortina opina que Vox se ha mantenido en número de votos pero ha perdido el de la clase progresista para crecer entre el proletariado.
En paralelo, Aliança Catalana tiene peso en la Catalunya rural, “no tiene un programa, sino que es racista” y “recuerda al votante del Brexit: su voto era de protesta contra el sistema y con un claro enemigo delante”.
El patrón no es nuevo, señala la politóloga, que añade que en esta Catalunya rural (los dos diputados de Aliança son de Lleida y de Girona) “hay espacios olvidados. En general, hemos sido poco valientes a la hora de reconocer los problemas de la sociedad que se siente en la periferia”. Por ejemplo, en el Baix Segre, una zona de fuertes movimientos migratorios en verano coincidiendo con la campaña de la fruta, “el voto racista ha crecido mucho”. Cortina defiende, en cambio, que los jóvenes “no se han derechizado, sino que están desencantados y desafectados de la política”.