Auschwitz: historia que impacta
Un grupo de diez alumnos del instituto de Seròs explica las lecciones que se extraen de una visita a este campo de concentración nazi, donde murieron más de un millón de personas
“ Es una clase que nos enseña mucho más que cualquier otra que podamos hacer en el aula”
El INS Seròs ha cerrado el proyecto Erasmus+ “Reporters of a green Europe” de este curso con un viaje de diez alumnos y dos profesoras a Tichy, una ciudad cercana a Cracovia, en el sur de Polonia. Además de lo que supone el viaje,y compartir casa, clases, comidas y familia con jóvenes de este país, en este reportaje explicamos la experiencia que supone recorrer el campo de concentración de Auschwitz-Birkenau, donde los nazis asesinaron a más de un millón de personas, la mayoría judíos.
Y es que la visita que más nos impactó fue la del campo de concentración de Auschwitz-Birkenau. Visitar un lugar como este nos hace ser conscientes de hasta dónde puede llegar la crueldad del ser humano para conseguir sus objetivos. Nuestra guía lo contaba con mucha pasión, residía en la zona, y hechos como éstos dejan una profunda marca en la población. La visita tenía dos partes. En la primera, vimos el campo de concentración con la alambrada, una cámara de gas, un muro de fusilamiento y los módulos donde vivían los prisioneros. Son imágenes que todos hemos visto alguna vez, pero experimentarlo en persona lo hace mucho más presente. Nos explicaron que una vez que los prisioneros entraban en el campo había una criba que consistía en que alguien decidía si servían para trabajar o morían. También vimos fotografías de las personas en los vagones; poner cara a las víctimas las humaniza y escuchar el relato de lo ocurrido allí y ver las imágenes en el mismo lugar que fue escenario de los hechos convierte la visita en una clase de historia que no olvidaremos. Las letrinas, las camas, sacos, paja, todo el pasillo con fotografías y la fecha de llegada y la fecha de muerte, que para algunos sólo había sido una semana.
Entre las imágenes que más nos marcaron, retenemos la de miles de zapatos y trenzas, piernas, corsés y utensilios de cocina que ahora quedan hacinados para recordarnos el horror que vivieron aquellas personas. Al llegar a Birkenau, encontramos a judíos paseando fuera y un grupo de niñas escolares que iban cantando plegarias. En el descampado, donde está la entrada con la vía del tren, queda algún módulo, pero hay que usar la imaginación. Uno estaba igual y pudimos ver las condiciones en las que vivían los y las prisioneras: tres pisos de literas para 7 personas, cuando la capacidad era para sólo tres, y la guía nos explicó que podían dormir cubiertos de ratas. La clase de historia que recibimos nos impactó y enseñó mucho más que cualquiera que podamos hacer en el instituto. Nuestros dos viajes de este año han tenido un punto de conexión entre ellos y con la actualidad mundial. El primero fue a Salónica, donde vive buena parte de la comunidad judía sefardí que fue expulsada de España a finales del siglo XV, y en Polonia nos hemos encontrado con uno de los escenarios del horror de la Segunda Guerra Mundial. Viajar, conocer lugares y su historia nos ayuda a entender un poco más el momento presente y esto es muy importante para nuestra formación.